Reflexiones sobre la pandemia

Reflexiones sobre la pandemia (44)

Reflexiones sobre la pandemia

  Por: Rodil Rivera Rodil

Hace ya largos ocho años que Juan Orlando abrió la caja de Pandora que, por lo visto, cargaba desde que vino al mundo, o cuando menos, al Congreso Nacional, y esparció sobre el pueblo hondureño todos los males que contenía. Por fortuna, cuando ya lo creíamos casi imposible, Libre y el Partido Liberal le han arrebatado la caja y dejado salir la esperanza que siempre se queda en el fondo de ellas.

El próximo lunes sabremos si se hace realidad la alianza que sacará del poder a JOH. No debería ser muy difícil porque en las bases de ambas agrupaciones existe un fuerte anhelo de unidad y Yani Rosenthal, pragmático, como empresario que es, sabe que es mejor ganar menos que perderlo todo. Pero mientras esperamos, cruzando los dedos, hablemos de otro tema.         

Hace mucho que la justicia dejó de ser aquel celebrado principio de dar a cada quien lo suyo que pregonaba la ética clásica -a lo mejor nunca lo fue-  y pasó a ser una mera herramienta de las élites para mantener la sempiterna desigualdad que agobia a la humanidad. En nuestro país lo evidencia a la perfección el nuevo Código Penal, que se ensaña con gente como Kevin Solórzano, pero favorece con penas ridículas a los funcionarios y políticos que, sin piedad alguna, saquean a diario los exiguos recursos de la nación aún en tiempos de calamidad, como lo estamos viendo con la pandemia.

No olvidemos que los artífices de este mamotreto fueron, por su orden, Juan Orlando Hernández, sin cuyo visto bueno no se mueve una hoja en Honduras, y los diputados corruptos del Congreso Nacional, la gran mayoría del Partido Nacional. Los que, desde la misma venida de la MACCIH, planificaron la reforma del código para asegurarse la impunidad convirtiendo graves violaciones a la ley en delitos menores y hasta casi en simples faltas. Y creo que nadie podrá olvidar el cinismo con que estos señores negaban lo que los hechos están demostrando hasta la saciedad. Basta llevar la cuenta de los enjuiciados por corrupción que a cada rato están siendo absueltos por la nueva ley penal. 

En el caso de los hospitales móviles, el más sonado del momento, sería interesante conocer cuándo va a citar el Ministerio Público a los altos funcionarios que ya empezaron a ser mencionados, comenzando por el propio JOH. Y, más interesante todavía, que consiga que el ex director de Invest-H confiese quiénes fueron los verdaderos destinatarios del dinero, como lo recomienda su propio abogado. ¿Tendrán el valor cívico y profesional los fiscales para hacer esto? Y de hacerlo antes que los diputados vuelvan a trastrocar el código penal y reduzcan aún más las penas o las hagan irrisorias. No serían los primeros. La historia registra varios casos.

En la antigua Roma, por ejemplo, la célebre Ley de las XII Tablas fue modificada para el mismo propósito de rebajar las sanciones penales. Así, la pena de prisión que castigaba el delito de injuria (que en el derecho romano podía ser física o moral) consistente en golpear en la cara a una persona, fue sustituida por una multa de 25 “ases”, moneda de ínfimo valor de la época.

Aulo Gelio, escritor de tiempos del emperador Marco Aurelio, siglo II de nuestra era, en su obra “Noches áticas” (un compendio de curiosidades y notas sobre historia, filosofía, derecho y otras materias), cuenta que el jurista Antistio Labeón, comentarista de la Ley de las XII Tablas, relataba que Lucio Veracio, a quien definía como “un hombre perverso y sumamente loco”, aprovechó la citada reforma para entretenerse, mientras paseaba por las calles de la capital del imperio, propinando bofetadas a quien se le antojaba y ordenando al esclavo que lo acompañaba con una bolsa llena de ases que al instante le entregara a la desconcertada víctima los 25 que le correspondían de acuerdo con la nueva versión de la referida ley.

Uno de los personajes del libro de Gelio se pregunta; ¿¿Quién es tan pobre que se abstenga de cometer un delito por veinticinco ases? O sea. La misma reflexión que se deben hacer los diputados, funcionarios y empresarios corruptos de Honduras para respirar tranquilos por los atracos al erario que han realizado en el pasado, los que están cometiendo ahora mismo y los que tienen planeado para el futuro. ¿Quién es tan tonto -deben pensar-  que no quiera embolsarse 20 o 30 millones de dólares solo en la compra de unos cuantos hospitales móviles, si la nueva la ley legislación penal les garantiza la impunidad o, en el peor de los casos, apenas una risible condena?

Y hablando de estos hospitales. ¿Cómo es que ahora no sirven para nada, ni siquiera para atender a pacientes de otras enfermedades? Solo falta, como alguien dijo, que además de mal fabricados también hayan sido mal instalados por las fuerzas armadas. Todavía no entiendo porque JOH les ordenó semejante tarea. A menos que fuera por similares razones por las que las puso a manejar programas de agricultura. Que fueron, si mal no recuerdo, cuatro mil millones de lempiras.

Ello, porque no creo que nuestro ejército sepa mucho de hospitales y menos de agricultura. Y, por lo que parece, tampoco de operar barcos patrulleros, como los que le compramos a Israel por más de 60 millones de dólares. Ya que, según el video que circula en las redes sociales, en menos de lo que canta un gallo los convirtió en chatarra. Justo como hizo con su obligación de velar por la alternabilidad en el ejercicio de la presidencia.   

Y no hay duda. En apenas ocho años JOH ha probado, amén de muchas otras cosas, que un país del tercero o cuarto mundo puede gastar como uno del primero en darle gusto a su gobernante. Su capricho por tener un avión igual al del presidente de Colombia nos costó 20 o 30 millones de dólares y no sé cuánto más acondicionar los helicópteros que se recetó para su uso personal. Y paro de contar porque la lista sería interminable. Pero hay que confiar en que muy pronto sabremos cuánto dinero público ha manejado a su antojo desde que llegó al poder. Y lo mejor. Cuánto deberá reintegrar cuando lo deje.

Pero hay más. JOH destinó casi 100 mil millones de lempiras para, supuestamente, hacerle frente al coronavirus. Hasta hacía alarde de que contaba con recursos de sobra. Y resulta que todo ese dinero se esfumó sin que sepamos en qué. Porque está claro que en combatir la pandemia no fue. La adquisición de vacunas ya no es más que una farsa tragicómica. Todo el mundo se está vacunando menos Honduras. Y la gran pregunta sigue sin respuesta. ¿Dónde está el dinero?

Pero después del escándalo de Invest-H, JOH ha pasado de lo sublime a lo ridículo. Por los hospitales pagó por adelantado y a la velocidad del rayo 48 millones de dólares al gánster internacional que sirvió de intermediario. Pero por las vacunas del Seguro Social no quiso dar nada, y fue el COHEP el que tuvo que garantizar el adelanto a AstraZeneca para comprarlas. Y por las negociadas con Rusia su ex ministra de salud se ufanaba de que tampoco habían dado ni un centavo para garantizar la transacción.

¡Vaya! ¡Qué transparencia! Y qué estúpidos los guatemaltecos que entregaron a Rusia un anticipo del cincuenta por ciento del precio de 16 millones de vacunas que le compraron. Qué importa que a ellos en este mes los rusos les manden un millón y a nosotros solo 6 mil. Y qué importa que mueran más hondureños por no haberse podido inmunizar. Pero, no faltaba más, hay que reconocerlo, más honrado no se puede ser. Solo, tal vez, Ali Babá y su equipo de trabajo.                   

Pero lo insólito es que cuanta más corrupción e incapacidad muestra este gobierno, mayor es el servilismo a JOH. Ya casi raya en idolatría. Una diputada nacionalista, sin ningún temor a que le cayera un rayo allí mismo, lo calificó como el mejor presidente de toda la historia de Honduras. Mucho más que Cabañas, desde luego. Y sus funcionarios no se cansan de repetir, como loros, que JOH es el mandatario de América Latina -y no recuerdo si también del resto del mundo- que con más eficiencia ha enfrentado la pandemia. 

Y para colmo, si cabe, es que también se desvanece la esperanza que teníamos en que Biden hiciera algo para librarnos de JOH, como lo hizo Trump para imponérnoslo. Su estrategia para Honduras es exactamente igual a la de su predecesor. Solo cambió la táctica, más diplomática y, por lo mismo, más hipócrita. Lo fundamental para él sigue siendo detener a toda costa las caravanas de emigrantes. Corrupción y narcotráfico son temas secundarios. Y la única sanción que se comenta que Biden le va a aplicar a JOH por estos pecados será prohibirles a los funcionarios norteamericanos que se fotografíen con él. De ahí que el riesgo que este corre es solamente de morirse de la risa.

Tegucigalpa 20 de abril de 2021.

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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Un comentario

  1. Como se puede kgar en un análisis correcto con la estupidez de entrada… » Por fortuna, cuando ya lo creíamos casi imposible, Libre y el Partido Liberal le han arrebatado la caja y dejado salir la esperanza que siempre se queda en el fondo de ellas», no nos crea idiotas Sr.,no más estar manipulando mentes a costa de repetir lo que todos sabemos para ganarse nuestra simpatía y así «orientarnos donde quieren» ,evitenos volverlo a leer si va a tocar temas idiotas como esa alianza. Los jóvenes sabemos QUE ES BELLO ES SER HONESTO y que dinosaurios parlantes como usted ya no merecen nuestra atención.