La batalla por la justicia

Honduras y China, los debates, la propaganda, los fakes, algunos datos más objetivos y útiles y valores en perspectiva

                                                                            a los amigos de Grupo Patria y de LIBRE

Por orden de la Presidenta X Castro a quien, según ley, corresponde esa determinación,[1] Honduras inició antier el proceso para establecer relaciones con la República Popular China, reconociendo a su gobierno como reza la Resolución de 2758 de 1971 en las Naciones Unidas, como el único representante legítimo de China. Para ese fin fue obligado el rompimiento de relaciones con ROC Taiwán (nombre chino de la otrora también llamada isla de Formosa, provincia de la gran China desde mediados del s. XVII) Las republicas de Honduras y la Popular China son dos estados nacionales soberanos e independientes, iguales,  toda proporción guardada, en el concierto de las naciones, con el mismo derecho a relacionarse que a defender su interés nacional.

Hay que aplaudirle a Honduras su iniciativa en primer lugar porque reivindica la soberanía atropellada por la presión internacional en su contra. También porque ese establecimiento de relaciones era un compromiso pendiente del Programa de gobierno llamado del Bicentenario con el que la actual gobernante ganó contundentemente las elecciones de 2021 y que llamaba a una apertura al mundo. A China hay que felicitarle esta nueva relación también porque perfecciona su reconocimiento universal en el mundo. Ambos países tienen un largo camino que recorrer con respecto a derechos y desarrollo humano, pero ambos avanzan mejor en el respeto mutuo, comprometido en su declaración conjunta.

En contra de esa determinación –a la que se opusieron las patronales (el COHEP) y de manera impropia, con salvedades como la de Cris Dodd, muchos personeros del gobierno de Estados Unidos… así como los medios de comunicación sobre los que su Embajada ejerce ascendiente– se invocaron catástrofes tremendistas y se ha vertido una gran cantidad de falsedades, que replican la cuidadosamente elaborada propaganda contra China, y tonterías desprendidas de supina ignorancia y malicia, desde la ingenuidad ahistórica hasta el fake news. Que Honduras debe defender la existencia de las dos Chinas, que nadie más defiende, ni siquiera todavía, Taiwán. Que el establecimiento de esas relaciones es un accidente o un capricho ideológico del gobierno de izquierda. Que el gobierno de China puso condiciones y exigió otras ignominiosas. Que la decisión tendría que haberse aprobado en un plebiscito. Que se hizo por un ofrecimiento de dinero, o tenía que estar precedida, por un análisis completo de ¿lo que se buscaría con abrirnos al mundo? Que ¡la Base de Palmerola, pobres de nosotros, se irá porque peligra su seguridad! O, según el último fake, propagado entre militares de alto rango, que China exigió y nosotros accedimos a expulsar esa base; y en su lugar, establecer una base para submarinos nucleares chinos en el Golfo de Fonseca! Que los Estados Unidos va a: suspender sus importaciones, devolver un millón de migrantes, impedir que entre nadie o que envíen sus remesas

 Se han repetido falsedades curiosas, que  se ponen en evidencia a sus autores, como afirma diario La Tribuna en sus Cinco Noticias más importante: que Honduras tiene ¡82 años y más de tener relaciones con China en Taiwán donde (luego del arribo del Kuomintang bajo liderazgo de Chiang Kai Shek con ayuda de los estadounidenses) hace 73 años, los militares nacionalistas derrotados, organizaron un gobierno-en-el-exilio que pretendía representar a la China Libre luego del triunfo de la Revolución! Y que, como teníamos esas relaciones ¿teníamos que seguirlas teniendo hasta secula seculorum? Que Taiwán representa el respeto a los derechos humanos y a la democracia,  y ha sido buena con nosotros. (Ciertamente, desde los 1990s el sistema electoral taiwanés ha evolucionado acercándose al modelo de democracia occidental, y el régimen en la isla ha mejorado mucho su trato a varios aborígenes) Ayer la Presidenta de ese país y de su partido independentista declaró que no se involucraría en una competencia de diplomacia del dólar con la China Continental. Y eso es bueno, pues los dólares taiwaneses no han sido siempre bien usados en esa diplomacia, y las contribuciones líquidas, de las que tantas veces, por falta de control, se apropiaron militares y gobernantes sin escrúpulos en varios países alrededor del mundo no son lo que aquí se necesita como cooperación al desarrollo, si no algo parecido -dice un conocedor de la materia- a la coima, la mordida global.

Para Honduras ha sido valiosa en los últimos treinta años la colaboración científica y lo es el comercio de Taiwán, que además ha sido un buen socio externo del BCIE. Se entiende que nuestros amigos taiwaneses se sientan defraudados y lamenten el cambio anunciado en la naturaleza de nuestra relación; y tienen derecho a desmantelar sus proyectos de cooperación técnica, sin invocar la ética. Pero 183 países de los 195 reconocen que la RPC representa a la China que, desde hace milenios, anhela ser UNA. Cuesta entender cuanto. El perfecto disco de jade llamado bi, una de las mas preciadas antigüedades que también se puede apreciar en el Museo Arqueológico del Palacio Imperial en Taipei es un símbolo antiquísimo del anhelo de los chinos de ser un país, un mundo, el Centro de uno, por el cual una y otra vez los Chinos han luchado, desde su más antigua historia feudal contra divisiones internas centrífugas y presiones externas de las potencias externas que, por su debilidad, en distintos tiempos, la humillaron.

Es decir que para la civilización China la unidad es sinónimo de legitimidad, de fuerza y de dignidad, mientras que la división es signo de debilidad, injerencia externa, indignidad.  Históricamente también es obligado decir que China era, todavía hace medio siglo, un país subdesarrollado, peor que Honduras y Centroamérica hoy. Las bonancibles cifras que confluyen en el boom chino de las últimas décadas, datan de una profunda reforma económica iniciada por el genial líder Deng Xiao Ping a finales de 1978, hace poco más de cuarenta años, sacó más de 400 millones de la pobreza, y le han dado a ese país un impulso inmenso, el crecimiento más vigoroso que sigue siendo muy superior al de sus competidores y tiene mucho más espacio para crecer. Pero asimismo aunque el covid y sus estragos lo lentificaron, le ha dado a ese crecimiento, una resiliencia y estabilidad formidable frente a las vicisitudes cíclicas del sistema económico externo.

Déjenme reírme un poco diciéndoles que Honduras está, según estadísticas internacionales confiables, mejor que China aun en varios aspectos: vierte menos emisiones y tiene una mejor huella de carbono. Como proporción de la población, nuestros migrantes son diez veces más que los suyos y nuestra tasa de natalidad es 2.5 veces la suya; como consecuencia, nuestra población es mucho más joven. Aunque en las últimas décadas, las suyas han crecido muchísimo, como porcentaje del PIB, nuestras exportaciones son mayores que las chinas, y nuestras importaciones son casi cuatro veces las suyas; es decir somos más dependientes. En esa proporción, nuestra deuda es menor y asimismo nuestros déficits son bastante inferiores. El porcentaje de nuestro gasto en educación, salud pública y defensa (las funciones torales del Estado) es superior al gasto de los chinos en esas áreas y en relación a la totalidad del gasto público, y eso que nuestro gasto público es menos que el de los chinos con relación al PIB. Producto Interno Bruto que en el caso hondureño, es de 24 mil millones y en el caso de China es 15 mil millones de millones. En efecto, esas cosas se explican mayormente en términos de calidad y proporción, aunque en todo lo demás, que es mucho, salimos perdiendo igual.

A propósito de las proporciones mencionadas… que por supuesto importan, quizás conviene recordar que ya hace cinco años en 2019 la economía China era 120 veces la nuestra; es más y es la segunda economía más grande del mundo y será la primera en doce años más. China tiene  más de 140 veces la población de Honduras y 56 veces la población de Taiwán y más de cuatro veces la de EUA. El territorio de Honduras cabe 86 veces en el territorio de China, sin Taiwán. China es una potencia nuclear y tiene tecnología bélica de punta. Aunque ha disminuido mucho el tamaño de su ejército en los últimos treinta años, porque necesitan la gente para producir, los activos de las fuerzas armadas chinas son 2.5 millones y los de Honduras 50 mil. Haciendo a un lado grupos humanos previos (nuestros más inmediatos predecesores) que habitaron ahí hace unos 150 mil años, el homo sapiens radicó en China hace unos 40 mil años y en Honduras hace unos 12 mil.  Mientras que aunque la mayoría de los hondureños mal hablan el español, y aquí se hablan seis otras lenguas (el pesh y el miskitu, el garífuna y el tawahka, el inglés y el tolupan). En China se hablan 302 lenguas distintas, sin tomar en cuenta dialectos, aunque la gran mayoría de los chinos hablan el mandarin y todas las lenguas se escriben con el mismo sistema jeroglífico, que se desarrolló al mismo tiempo que el maya, pero sigue vigente hoy, completamente. Cómo vigentes siguen sus libros clásicos y artes antiguas.

 Las relaciones con China no van a resolver nuestros problemas. Pero arrojarán luz en el camino y asimismo aportarán apoyos y recursos que no estaban disponibles. Los hondureños podemos razonablemente albergar la esperanza de que la apertura de un inmenso mercado nuevo para nuestros productos, como la carne bovina y la madera, el cacao y marisco, las posibilidades del turismo y una disponibilidad de recursos de inversión nos abrirán oportunidades y la inversión en infraestructura que pueda interesar al gran programa de rutas alternas del comercio interoceánico. Es cuestión de dialogar, de sumar y complementar voluntades y disposiciones. Más allá de lo monetario están los intercambios culturales, ya hay una afortunada misión arqueológica china en Copán y los acuerdos de cooperación técnica y científica, en transferencia de tecnología y educación pueden avanzar mucho.

Por lo demás, Honduras pertenece a esta colectividad de estados naciones que anhelan integrarse, ellos también, y hoy por hoy que llamamos SICA porque solo es un sistema. Con República Dominicana y Panamá, Costa Rica y Nicaragua, El Salvador y ahora Honduras que todos, reconocen a la RPC. Como igual ya la gran mayoría de países de America Latina que la han venido reconociendo desde hace medio siglo. Eso permitirá establecer eventualmente relaciones de China con el conglomerado. Y quizás en ese proceso China también nos enseñe a los centroamericanos el camino a la unidad que tanto nos sigue costando, y que otras potencias más bien nos han estorbado tanto, repetidamente conspirando contra la unión del istmo en 1885, 1907, 1917 y 1921

Al final, hay que pensar que como nueva superpotencia China es hoy un fiel de la balanza geoestratégica global. Aunque tiene sus propios conflictos fronterizos como desde hace milenios con mucha prudencia, ha conservado su neutralidad en las tensiones globales, externas, porque no se ha alineado con ninguna de las potencias o bloques en disputa y se relaciona con todas amistosamente, busca integrar ejes independientes, lo que la privilegia como garante de la paz. China que fue imperio por primera vez desde el primer milenio antes de Cristo, entiende mejor que algunos de estos imperios novatos europeos y estadounidense de los últimos cuatro siglos, el valor definitivo de la autocontención, del justo medio y de la Paz, a la que nosotros podemos contribuir como no alineado; porque entiende China que sin paz, no hay progreso ni futuro y que sin contenerse, no hay paz.

[1] Desde sus orígenes en los gobiernos republicanos, las relaciones internacionales (desde su establecimiento hasta su rompimiento, que no necesariamente estalla en conflicto) son de iniciativa del Ejecutivo, aunque se le pueden poner controles y cortapisas por la legislatura, justo en casos como los de iniciar acciones bélicas, en ningún lado del mundo se va a un plebiscito para determinar si se establecen relaciones internacionales, o no.

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