Texto: Laura Aceituno
Edición: Emy Padilla
Portada: Reynaldo Raudales
Fotografías: Fernando Destephen
Gráficos: Guillermo Burgos
Tegucigalpa. –Eran las 8:00 de la noche del 3 de noviembre cuando los habitantes del municipio de La Lima, Cortés, comenzaron a buscar entre los vecinos las casas más altas para evitar ser arrastrados por el agua. Horas antes, el gobierno seguía promocionando el ‘Feriado Morazánico’ y un turismo seguro.
La tragedia se comenzó a vivir en horas tempranas del 4 de noviembre luego de que el huracán Eta desbordara los ríos Ulúa y Chamelecón en la zona norte de Honduras.
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«Eso fue terrible, ni deseo acordarme. Una odisea. Ni diez minutos pasaron de la lluvia y ya teníamos el agua en el pecho, las cosas comenzaban a flotar. Se me metieron personas -vecinos- a la casa buscando la planta alta, ni me preguntaron, pero uno no piensa en eso con tal de ayudar», comenta doña Francisca, una señora de 53 años que vivió la inundación del 3 de noviembre en la colonia La Independencia de San Pedro Sula, otra de las zonas afectadas por los fenómenos naturales y a pocos kilómetros de La Lima.
«La evacuación fue triste, nos sacaron al día siguiente los bomberos, tuvimos que esperar a que nos llevaran a la colonia Jerusalén. A mí me llevaron entre dos personas porque soy diabética». En ese tramo de salir en lancha para llegar a un lugar con menos agua, doña Francisca recuerda haber perdido una de sus sandalias y lastimarse uno de sus pies que todavía espera que le sane y no complicarse por su enfermedad. Para su dicha, su hija fue a auxiliarle y desde ese entonces no ha regresado a su casa, donde perdió todo.
Y ante esta situación, doña Francisca repitió cómo accionó el buen corazón de su hija Jessica que albergó a más de 25 personas en su casa, ya que ni ella -doña Francisca- ni los demás vecinos afectados recibieron asistencia por parte del gobierno de Honduras mientras se encontraban atrapados en los techos de sus casas tras las catastróficas inundaciones.
El paso de los huracanes Eta e Iota en el pasado mes de noviembre dejaron literalmente bajo el agua la zona norte de Honduras. Se estima, según los informes de actualización de la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud (OMS/OPS) que ambos fenómenos dejaron más de 9 millones de personas afectadas, 205 muertes, 716 daños estructurales en centros de salud, 113 personas perdidas y millones de refugiados en Centroamérica, Colombia y algunas islas del Caribe.
La OMS/OPS señala que Guatemala, Honduras y Nicaragua, ubicados en el camino directo de ambos eventos meteorológicos, han sido los países más afectados. Estos fenómenos dejaron en los tres países cerca de 8 millones de personas directamente afectadas, 189 muertes. También, se calcula que aproximadamente 600 mil personas han sido evacuadas y han sufrido pérdidas significativas de viviendas y medios de vida.
Sobre esto, la gravedad de la problemática es que más de 550 establecimientos de salud en los tres países han reportado daños en su infraestructura. Con esta situación se reduce más la capacidad de los sistemas de salud que cuentan ya con una sobrecarga por la pandemia de la Covid-19. Y con esto, el poco acceso al agua potable, el saneamiento inadecuado, las condiciones precarias en los albergues debido a que su infraestructura es inadecuada, lo que hace que sea posible el aumento de la propagación de contagios por COVID-19 y otras enfermedades transmisibles.
Esta organización de salud internacional calcula que se requiere 9,900 millones de dólares para apoyar acciones humanitarias que puedan garantizar la disponibilidad de atención médica, mayor vigilancia epidemiológica y control de vectores, especialmente en las áreas vulnerables de la costa caribeña centroamericana.
SITUACIÓN EN HONDURAS
En Honduras, ambos fenómenos naturales afectaron 16 de los 18 departamentos y se calcula que su paso dejó al menos 94 personas fallecidas, cerca de 4 millones de personas afectadas indirectamente, 600 mil familias afectadas directamente, más de 200 mil evacuadas y más de 85 mil albergadas. A su vez, los fenómenos dejaron daños en la infraestructura vial, entre puentes destruidos y dañados, así como carreteras, viviendas y centros de salud.
Las pérdidas materiales y de infraestructura parecieron ser inevitables si se considera que es la secuela de la fuerza que tomaron estos fenómenos naturales y el poco tiempo de recuperación entre ambos eventos. Sin embargo, no se puede ignorar la tardía respuesta por parte del gobierno de Honduras para evacuar a las personas, preparar albergues y atención primaria en salud para evitar un colapso en los centros de salud por la pandemia de la Covid-19. Y sobre esto, por la evidencia que existe en los crecientes casos por dengue y la aparición de otras enfermedades endémicas graves como la leptospirosis.
El reporte preliminar de la situación posterior al impacto de los huracanes en el departamento de Cortés, publicado por la OMS/OPS el pasado 02 de diciembre, hace hincapié que, como consecuencia de las lluvias e inundaciones, unos 414 establecimientos de salud, incluidos 10 hospitales, han informado daños «y se esperan muchos más a medida continúan las evaluaciones».
Este reporte indica que solo en Honduras unos 120 establecimientos están inoperativos, específicamente en los departamentos de Cortés (36) y en Yoro (25). También, indica que 27 establecimientos quedaron totalmente destruidos o derrumbados en Cortés (13) y en el departamento de Gracias a Dios (6). Por otro lado, unos 12 de estos establecimientos presentan daños en el equipamiento de la cadena de frío (refrigeradoras para conservar vacunas, insulina entre otros medicamentos que requieran de refrigeración).
Asimismo, se señala que unos 99 establecimientos reportan que parte de su personal de salud se vio directamente afectado tras las inundaciones, presentando escasez de personal para atender las áreas críticas. Se intuye también que un 67 % de los hospitales (8 de 12) reportaron diversos daños en el suministro de agua de los cuales 2 informaron no tener acceso a agua. «Esta situación representa un alto riesgo para la implementación de medidas de prevención y control en las instalaciones» señala el reporte.
Estos daños a estos centros asistenciales de salud suponen un aumento en la mora hospitalaria, es decir, a la reprogramación de cirugías, atención pre y post natal, servicios oncológicos, de diálisis, entre otras. La problemática es más significativa cuando se estima que al menos dos millones de personas tienen limitados los servicios de salud o es nula la atención médica en sus comunidades tras los daños que dejaron ambos huracanes.
El epidemiólogo e investigador, Manuel Sierra, explica que en Honduras uno de los principales problemas que enfrenta es «su enfoque a la atención hospitalaria y no a la atención primaria en salud, que es la prevención». También, que, tras la declaración de la emergencia, el gobierno o las autoridades competentes se enfocaron en tratar únicamente la Covid-19, dejando a un lado la enfermedad base que también padecen las personas.
«El problema es que al volcar todo ese esfuerzo a Covid-19, se descuida la patología de base, hay mucha persona con diabetes, cáncer, hipertensión, tratamiento por VIH, tuberculosis y si no se le da ese tratamiento se pueden morir, y esas son las enfermedades desatendidas. Y la Covid-19 es una enfermedad más compleja de lo que pensábamos al principio, por lo menos un 30-40 % ingresados salen con secuelas importantes que requieren de servicios de rehabilitación especializados».
Según un reporte preliminar emitido por la OMS/OPS el 22 de noviembre, en la Región Norte de Salud, que compone los municipios de Choloma, Villa Nueva y La Lima, el 50 % de sus establecimientos de salud están completamente cerrados y disponen de 218 albergues donde se alojan más de 38 mil personas. Hasta la fecha del documento se señala que la Secretaría de Salud (Sesal) ha brindado 2,500 atenciones de salud a la población albergada por enfermedades dermatológicas, respiratorias y diarreicas. En dichos municipios, cuentan con dos o más enfermedades en vigilancia epidemiológica, una de ella es la leptospirosis.
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OTRAS ENFERMEDADES LLEGAN A LA EMERGENCIA SANITARIA
A pesar de presentarse esta grave situación en los centros de salud y la problemática de ignorar la atención primaria en salud, las estrategias gubernamentales todavía no parecen atender la sobrecarga de pacientes, incluso desde antes de la llegada de los huracanes. Desde inicios de la declaración de la emergencia sanitaria mundial por el coronavirus, se aprobaron más de 100 millones de lempiras para atender la pandemia de la Covid-19 y la epidemia del dengue.
Aparte de estos fondos aprobados, también se afirmó la compra de hospitales móviles para evitar la saturación en las unidades de cuidados intensivos en los principales hospitales generales y de especialidades del país. Hasta la fecha, ya nueve meses después de que estas infraestructuras fueran pagadas por el gobierno mediante una transacción sobrevalorada, la zona norte de Honduras no cuenta con los esperados centros alternos para atender casos positivos por coronavirus y solamente uno está en aparente funcionamiento. De esta manera, el flujo de pacientes en los pocos nosocomios cada vez es más crítico y se limitan para atender casos de dengue, que ya se evidenció que es una epidemia descontinuada.
También, se teme por el brote de otras enfermedades a causa de las inundaciones y la contaminación que queda como secuela de las lluvias como la leptospirosis, situación reflejada tras el paso del huracán Mitch en 1998 que también afectó los municipios de La Lima, San Pedro Sula y Choloma.
Según una investigación realizada en el 2007 por un grupo de médicos cubanos, «más del 80 % de los individuos analizados manifestaron la presencia de roedores en sus viviendas y que tuvieron contacto con aguas estancadas».
A la fecha, las autoridades sanitarias de la región del norte han advertido de la posible aparición de la leptospirosis, enfermedad zoonótica (trasmitida por animales) aguda y febril causada por una bacteria llamada Leptospira.
«La mayor parte de esas colonias (zona de Yoro) se destruyó toda la infraestructura de alcantarillado, de agua potable y la contaminación es increíble. De hecho, casos de leptospirosis ya comenzaron a surgir porque esto ya es lo mismo que el Mitch. Efectivamente esperamos las ETA (enfermedades transmitidas por el agua) van todas las parasitarias, los áscaris y ese tipo de cosas. Unido a eso están las enfermedades transmitidas por la piel, porque todavía está ese lodillo contaminado y mucha gente camina descalza», comenta el epidemiólogo Manuel Sierra.
Ante esta situación, parece haber una contradicción en la Sesal, ya que su titular, Alba Consuelo Flores, aseguró ante medios de comunicación que «no existen casos de leptospirosis en Honduras».
«Uno de los riesgos que corremos, es que haya infestación de la población de leptospirosis, pero por medio de laboratorio se ha confirmado que todos los casos sospechosos son negativos. La población puede estar tranquila, pero eso no quiere decir que vamos a bajar la guardia en realizar los análisis laboratoriales para tomar decisiones clínicas que sean congruentes con el tratamiento que debe dársele a la población en caso de ser afectados», dijo la funcionaria.
A pesar de la afirmación de la ministra, unos seis días antes de sus declaraciones (el 02 de diciembre) el viceministro de Salud, Roberto Cosenza, afirmó ante medios de comunicación que en la zona norte ya se reportaban casos de leptospirosis.
«Esta es una enfermedad que ha surgido a consecuencia de las tormentas tropicales Eta e Iota y se han diagnosticado seis casos en la Región Norte de Salud en San Pedro Sula y dos casos en la región Departamental de Cortés, pero seguimos fortaleciendo la vigilancia ante la leptospirosis, enfermedades de piel, conjuntivitis y enfermedades de diarreas», informó a la prensa.
Asimismo, el subdirector de la Región del Norte, Diógenes Chávez, señaló en otro medio de comunicación esa misma fecha, la sospecha de 23 casos de leptospirosis. A la fecha, no hay un dato concreto sobre casos positivos y sospechosos por leptospirosis en Honduras tras el paso de estos huracanes.
El problema de la leptospirosis radica en que este microorganismo se encuentra en la orina de roedores como los ratones, los perros, las vacas y los cerdos. La expansión de esta bacteria es recurrente cuando hay lluvias que causan inundaciones en aquellas zonas habitadas por humanos y que estos comparten el espacio de su vivienda con animales o viven cerca de zonas donde los animales habiten.
Cuando los animales identifican que su madriguera se inunda, para el caso de los ratones, estos en su acción de supervivencia intentan huir del agua y en su recorrido esparcen la orina que contiene la bacteria, la cual fluye con el agua y que más tarde puede entrar en contacto con una persona que estuvo en exposición con esa agua. Lo mismo puede suceder con la orina del ganado (vacas y cerdos) y los perros.
Aunque las campañas de prevención se han mantenido activas, se teme que esta enfermedad se convierta en una alerta epidemiológica en las comunidades afectadas por las inundaciones, sea por el contacto involuntario con el agua o alimentos contaminados.
La gravedad de esta enfermedad es que también está presente aún sin lluvias, todavía antes de la llegada de los huracanes. En la semana epidemiológica N. 40 de este año, el Departamento de Vigilancia de la Salud de la Sesal reportó 30 casos positivos de leptospirosis. En esa misma semana del año 2019 se reportaron 77 casos positivos, siendo el municipio del Distrito Central con la mayor incidencia, seguido del departamento de Copán, en la zona occidental.
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RESPUESTA DEL GOBIERNO
La emergencia de la Covid-19, la vulnerabilidad del país en cuanto a los casos de dengue y la mala gestión durante los huracanes Eta e Iota, ha puesto en evidencia la ingobernabilidad de las autoridades estatales y su inoperancia. Y con esto, también se pueden denunciar el sinfín de actos de corrupción que han acompañado cada una de las crisis que viene enfrentando el país, donde muchas promesas quedan sin cumplirse y la impunidad es parte de lo cotidiano.
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Así se ha visto, cuando a través de campañas mediáticas, el uso de redes sociales y con la creación de estrategias utilizando ‘hashtags’ para viralizar sus «acciones de ayuda», el presidente Juan Hernández y la Comisión Permanente de Contingencias (COPECO) han venido trabajando en propagandas que no tienen resultados evidentes. Inclusive, llegaron al punto de negar la ayuda de los mismos hondureños que accionaron antes que ellos y trataron oficializar como propia cada ayuda que llega de organizaciones o gobiernos internacionales.
En consecuencia, las promesas diarias de alimentar los cientos de albergues para los miles de personas afectadas y darles un techo a estas familias resulta ser cada vez más utópico puesto que sigue siendo evidente la precariedad en la que se encuentran los compatriotas. Aun así, estas situaciones lamentables son de total aprovechamiento ya que «sirven» de impulso para que a través de los poderes Ejecutivo y Legislativo se soliciten más préstamos millonarios a organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Esta problemática vuelve a poner a prueba que los fondos del país destinados para atender estas emergencias resultan no ser bien administrados y las donaciones parecen no ser bien distribuidas. Al menos así se mostró cuando a las pocas semanas de los golpes de estos dos fenómenos naturales el presidente Hernández, tras recibir donaciones materiales y monetarias de gobiernos y organismos internacionales y haber solicitado préstamos millonarios ante el BID, decidió solicitar más préstamos a este banco y hacer nuevas maniobras para endeudar más al país.
La solicitud de este dinero queda más en duda cuando todavía no se muestran datos específicos y oficiales de la situación del país tras las crisis sanitarias y humanitarias. Aunque no hay duda de que la pobreza ha aumentado en un 70 % y la reconstrucción del país tomará más tiempo que cuando el Mitch. Cada vez se pone más en cuestión al gobierno de Hernández y como prueba de ello es que ahora Honduras se ha posicionado como el primer país de América y el segundo del mundo en tener el índice más alto de impunidad. Otro punto en desventaja de este país centroamericano son los altos niveles de corrupción, la violencia y la desigualdad.
Por otro lado, el país continúa con la crisis que ha causado la Covid-19, que sigue su camino cobrando más vidas y desestabilizando el endeble sistema sanitario. Tras el paso de los huracanes Iota y Eta el coronavirus ha alcanzado a la fecha más de 116 mil contagios. También se espera un subregistro de casos debido a que en los albergues y zonas donde se han instalado los damnificados tienen nulas medidas de bioseguridad. Así también, ha aumentado el número de muertes superando los 3 mil fallecidos.
Aunque en muchos países europeos han regresado al confinamiento y han puesto fuertes medidas a sus ciudadanos para las fiestas de fin de año, el Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (Sinager), que después del paso de los huracanes decidió suspender las restricciones a la ciudadanía hondureña, ha sido de las principales instituciones en bajar la guardia con las medidas de bioseguridad.
Con esto, los especialistas indican que Honduras no ha pasado de la primera ola de casos y por ello se teme que para el 2021 se inicie con un repunte de casos positivos y haya una saturación en las unidades de cuidados intensivos en los pocos hospitales funcionales.
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Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo Ver todas las entradas