La antropología negativa del misógino y el misántropo

Por: Irma Becerra Monterroso Rummel

La misoginia es “el odio y la desconfianza hacia las mujeres y las niñas”. Lamentablemente, ha sido promulgado por algunos de los más conocidos filósofos varones como Friedrich Nietzsche y Arthur Schopenhauer, producto de la agresividad y la frustración que reinaba en sus propias familias disfuncionales y que ellos mismos no supieron ni han sabido superar y reflejaron en su teoría dichas emociones negativas y destructoras para desahogarse, sin pensar en las consecuencias de su lenguaje misántropo o “de odio a todos los seres humanos”. De hecho, Nietzsche era tiranizado por su abuela, por su madre y por su hermana y no supo o no pudo romper con la cadena de la violencia que provocan la envidia hacia una persona brillante intelectualmente, sobre todo la envidia que surge cuando no somos capaces de cultivarnos y estudiar seriamente por nosotros mismos y achacamos la culpa a los demás de nuestra falta de carácter y nuestra cobardía, así como nuestro desconocimiento dialéctico de la revolución y la historia.

El odio hacia las mujeres y, en general, la misantropía u odio a todos los seres humanos, proviene de la incomprensión mutua y de la violencia que hayamos sufrido en nuestra niñez y juventud, especialmente la violencia infligida gratuitamente o sin que la hayamos provocado porque las personas felices causan la envidia de las que no logran encontrar la felicidad y la paz interior.

Muchos políticos y profesionales son misóginos y misántropos y afirman que no creen en la persona humana porque supuestamente en la sociedad y en el mundo solo hay gente venenosa que únicamente escupe odio, ira, rencor y resentimiento, emociones éstas de aquellos que han olvidado y olvidan trabajar en sí mismos para reconciliarse con el tiempo y la historia. Son personas que no aprendieron a decir no en la historia, es decir, a negarse con justicia a doblegarse ante las situaciones adversas porque no han comprendido que la vida es una búsqueda incesante como lucha por encontrar la sabiduría, en la medida en que aprendemos de lo que nos sucede en nuestra biografía y eso implica crecimiento interior como esfuerzo diario de contención y de extensión personal: saberse hacer grande y saberse hacer pequeño simultáneamente, esto es, saber tener orgullo y autoestima igualmente que saber tener humildad y prudencia.

Esa antropología negativa viene del hecho concreto de no dejar a los demás participar pedagógicamente en nuestras vidas, o en otras palabras, el hecho de negarnos neciamente a aprender de los demás porque creemos que lo sabemos todo o que podemos desarrollarnos solos sin un trabajo en equipo; ó que podemos dirigir solos a un pueblo sin aprender de éste último y sin recibir alegre y abiertamente sus consejos.

Cuando nos cerramos de mente y corazón a los demás, surge el odio misógino y misántropo, porque se apaga la luz y la calidez del corazón y de la fuerza interior de la sinceridad e inteligencia emocional. Entonces, cuando eso ocurre solo hay lugar para la oscuridad, el frío y la frialdad y la violencia. Porque aprender y querer aprender de los demás no es fácil ya que implica una disposición de inclinar la cabeza y de sumisión momentánea del propio ego para la cual muchos no están dispuestos, ya que se trata de la disposición no de oír simplemente sino de escuchar. Implica, si se quiere en sentido negativo robarle un poco de tiempo a la existencia original lo que puede llegar a exasperar a algunos y a hacerlos perder la paciencia, y no todos estamos dispuestos a aprender las lecciones de la vida. Por eso la crueldad y la violencia como formas en las que reacciona la propia frustración, son cadenas que nos atan y debemos romper para alcanzar la libertad.

No es cierto que la Ética se ha divorciado irreconciliablemente de la Política y que en el mundo solo reinará desde ahora el vicio, la corrupción y la impunidad. De hecho, en la actualidad ocurre todo lo contrario, la Ética va tomando cada vez más fuerza como un veloz tifón o un huracán que va limpiando la casa Tierra por siempre, para siempre y hacia siempre. El ser humano y sobre todo las mujeres no son entes superficiales ni vulgares por excelencia a los que les gusta revolcarse en la inmundicia. Simplemente no han tenido oportunidad de educación y formación filosófica ya que la Filosofía ha sido un mundo privado de los hombres puesto que recién en los años cincuenta del siglo XX las mujeres tuvieron acceso a las Universidades. En este sentido, los tipos irreflexivos que se disparan a sí mismos fácil y rotundamente, han entregado esta ciencia o bien al servicio de la Religión o a la Matemática y la Física, olvidando que la Filosofía es la ciencia del amor a la sabiduría en general, que está presente en todos los ámbitos de la vida y que, por eso, no la podemos ni ignorar ni olvidar.

Esa situación absolutista de aquellos tipos y filósofos cobardes y poco autoconscientes de su misión pedagógica universal en la historia, va a cambiar muy pronto, porque haremos a la velocidad del tifón y el huracán, que la Filosofía Ciudadana Incluyente se derrame como cascada en todos los rincones del mundo generando autoconfianza en todas las personas por igual para pensar, escribir y actuar reflexivamente de una vez por todas y siempre pensando en el bienestar de toda la Humanidad ya que no nos “pela un eje” la injusticia incomprensiva y radical.

  • Emy Padilla
    Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo emypadilla@criterio.hn

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