Autoritarismo: peligro para la democracia

Por: Arturo Rendón Pineda

Por los senderos de la historia han pasado líderes que han dejado una “huella autoritaria”. Cada uno impuso su propio estilo y fue responsable de abusos y en muchos casos, de atrocidades. “Se ven solos, aislados, sin contacto con el pueblo. Cometen errores  al verse cada vez más rodeados por soba levas e incondicionales, todos han manifestado condiciones similares. ¿La mente de un líder autoritario cuando llega a ser mandatario, funciona de manera diferente… “si este no está preparado psicológicamente, es cuestión de tiempo para que el cerebro se apodere de los resortes del mando” afirma Eskibel, resultado; la pérdida de contacto con la realidad.

El libro “El Espíritu de las Leyes de Montesquieu” comenta que antes de la revolución francesa se iniciaron los que podrían haber sido los cimientos de la democracia, y además  expresa que “algunos  seres humanos cuando logran tener poder, llega un momento donde quieren tener más poder, y ese deseo puede hacerles perder el equilibrio y entonces esas personas poseídas del poder, después se afanan en adquirir el poder de forma totalitaria”. 

 Jerrold Post, director del programa de Psicología Política de la Universidad George Washington sostiene que a menudo muchos sufren patologías borderline, es decir, que se encuentran en la frontera entre neurosis y psicosis, “Son individuos que pueden funcionar de manera perfectamente racional, pero que, en determinadas condiciones de estrés superan el límite. Sus percepciones se distorsionan y esto se refleja sobre sus acciones”.  “Suelen ser carismáticos, mentirosos, manipuladores, de excelente memoria, abusivos y hábiles simuladores”. En su opinión…“su mente tiene más inclinación a odiar que a matar. Fascinan, mienten y tratan de perpetuarse en el poder gracias a su carisma. Cuanto más suben en la escala social, más paranoicos se convierten”.

“Estudios recientes demuestran como la locura es un factor presente en encumbrados líderes—incluso los democráticos—que podría convertirse  en una condición necesaria para la dictadura”. El autor de esta tesis es Nassir Ghaemi, director del programa de desórdenes mentales en la Tufts University Medical Center y autor del libro “Una locura de primera clase”. Su argumento es que la depresión convierte a los líderes en personas más empáticas y que las manías les hacen más creativos. Se puede pensar que como mínimo, estos líderes destacarían por tener cualidades excepcionales. El grupo de  aduladores  confía en este individuo: lo venera, y le confiere poderes mágicos, envuelve a la persona del líder en un enfermo de poder. Para sus seguidores e imitadores es como la encarnación de sus propios ideales y deseos, la realización de su propio resentimiento y su propia grandeza.  Hay que identificar un rasgo en estas personas que podría ser la frialdad en el ejercicio despiadado del poder, pues al parecer, no padecen emociones.

Suelen convertirse en dictadores  que encarnan la negación de la democracia, la interdicción de los partidos políticos, la subordinación a la voluntad de las mayorías, la violación de los derechos humanos, la negación de la separación de poderes, el control de los medios de comunicación, la estructura militarista en el ejercicio del poder y culto a la personalidad. La ideología, cuando la hay, a menudo es instrumental, porque lo que más desea el dictador es perpetrarse en el poder. Su plan no es un ideal político, sino a menudo un proyecto militar.

De hecho, acaba imponiéndose como el gran comandante de sus asociados, con el único objetivo de mantenerse en la cúspide del Estado, sobresaliendo elementos que son comunes a todos los dictadores: odian la crítica, desprecian a la disidencia y adoran el poder absoluto.

Por el lado político, el dictador establece las leyes del país a su antojo, cambia las leyes existentes para ajustarse a sus ambiciones o las necesidades que él cree «correctas» para su país.  Elimina la división de poderes existentes en las democracias para que todas las decisiones recaigan en él. Decide lo que se permite y lo prohibido.. Un pueblo educado “es un peligro» para un dictador pues se apoya firmemente en el ejército que es controlado directamente por él para evitar un golpe de Estado”. Mantiene el poder a través del miedo y la represión e ignora las verdaderas necesidades de su pueblo.

 Por el lado psicológico: Cuando son gobernantes están muy obsesionados en no querer soltar el poder de un país, generalmente sufren de megalomanía (delirios de grandeza) o una sed insaciable de poder. “No entienden que la democracia en si, es un juego de roles”. Cuando las personas se percatan de que su libertad de expresión y su capacidad para disentir ha sido completamente restringida….¡ya es demasiado tarde!.

Santa Rosa, Copan,  diciembre 2016.

 

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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