La batalla por la justicia

La relación con China, en perspectiva real

Por: Rodolfo Pastor Fasquelle

    a Salvador y Adolfo, a Rafael y Morazán

Muchos empresarios, desde siempre, se oponían a relacionarnos con China; lo mismo que dizque analistas, diplomáticos, altos funcionarios, militares de graduación y los ventrílocuos de Viera. Invocaban -insólito- la defensa de los mismos derechos que ellos aún violan aquí, y que violaban sistémicamente los taiwaneses allá, antes del milenio. Los chinos, en China, repetían todos: No respetan los derechos laborales, cívicos y políticos. No tienen democracia: partidos, libre opinión en medios, ¿cómo nosotros? sino un solo partido, en que está prohibido el disenso

Cuando, de todas formas, al iniciarse este gobierno hace año y medio, se discutió este compromiso de abrirnos al mundo y establecer la relación con la República Popular China (RPC), la primera reacción fue la negación. No puede ser, y no va a suceder, agoraron. Kamala ya puso a Xiomara en su lugar; es palabrería y retórica inútil. Los chinos, después de todo, se sabe, fabrican la chatarra del globo, son mentirosos consuetudinarios, por raza. Insidiosos, ¿a diferencia de los confiables y honorables socios cubanos en Miami?

Entonces hace dos meses aún, Y Rosenthal sentenció que no es oportuno iniciar relaciones con China; y hace un mes, el Partido Nacional declaró que Libre está vendiendo la soberanía al mejor postor y que al retornar al poder, volveremos a relacionarnos con Taiwán. (¿Será que todavía existirán esas entidades, en futuro tan incierto?) y Salvador Nasrala defendió la histórica relación con Taiwán

Luego, cuando sucedió, por fin, y viajó la primera misión, hace tres semanas, la nueva reacción fue la burla y nostalgia instantánea por los generosos amigos taiwaneses, que un día regresarán, pero que se fueron llorando, despechados, pobres, sin consuelo. Desconcierto y añoranza frente al cambio resistido al romperse el eslabón…

¿Nostalgia también del amo gringo? Qué, por cuentas, ¿se va a ir, también? (Hay que perdonar a Zemurray; trajo la flota blanca, puso hospitales y escuelas y ¡detuvo a los soviéticos! Olvidar los agravios de los marines y de la CIA. Perdonar a L Johnson su traición, las burlas de Nixon, que apoyó a los dictadores, y mandó entrenar a los paramilitares; olvidar la guerra proxy de Reagan, con la contra, los ríos militarizados y los campos de Olancho minados.  Y al carnicero de Irak, G Bush que nos inundó con seguridad y entrenamiento en el momento justo en que despegó la Ruta de la Coca. Eso ¡es pasado inútil!) Y es rencoroso, recordar la colaboración de EUA con el golpe reciente, con los fraudes confesos, imposiciones y represiones. No cuentan ya, ahora que somos amigos, y su hijo-de-puta y mejor-amigo de Donald está en la mazmorra de Nueva York. 

Ingratos. ¡Después que han hecho tanto por nosotros! Nos dieron el libre comercio: podemos mandar allá todas las camisetas del mundo, los guineos y las piñas, todo el bosque natural que queramos y una cuota de azúcar, toda la carne de res, menos la de los Matta, los Valles, los Cachiros y Los olanchanos; y podemos importar subsidiadas todos los cortes que queramos, leche y lácteos, todos los granos con los que no pueden competir los nuestros. ¡Las uvas y manzanas de Navidad sin impuesto! Y todo eso ¿podríamos perder? Ahora cuando Xiomara viaja y anuncia un embajador, la reacción es ¡alarma! ¡Estos comunistas de LIBRE no se miden; no saben lo que hacen! Ahí vienen los chinos, comunistas, devoradores de mascotas y murciélagos, aplastadores de estudiantes, inventores de epidemias. 

Un post de Facebook asegura que buscan una base para submarinos nucleares en Amapala. ¡Quieren destruir a Estados Unidos! ¿Acaso no lo ha dicho J. Biden?¡Cuál dios atávico, EUA nos castigará, por rebeldes, dejará de comprarnos frutas y productos de maquila, y mandará de regreso a todos los migrantes! (Y hoy ¡se renueva el TPS!).  Cerrará los bancos a la remesa congelada, y atrancará el consulado, para no dar más visas. Y para colmo, ¡Mel se va a escapar a Pekín! Justo cuando ya lo atrapaban.

Hoy, la reacción frente a la fanfarria oficial y la revista de tropas en Pekín, ¡es la negación otra vez! No ha pasado. Es oratoria y protocolo, teatro diplomático. Tranquilos, no va a pasar nada tampoco, nada sustancial. Solo pareció.  Xiomara fue a pasear. Mañana será igual.  Ni Mel; no volverá nadie a China, ni nunca vendrá Xi. 

En un tono más flemático, pero con el mismo signo adverso, ayer dice el amigo Rafael Delgado, hay que tener perspectiva. Las oportunidades comerciales son ficticias; las inversiones imaginarias. Relaciones ¿para qué? dice; si las importaciones chinas ya superaban el año pasado el 13% y las exportaciones no suben. (El déficit sólo podrá agravarse y gravitar contra nuestro desarrollo). Si nos exportan todo lo que quieren ya y para los chinos el comercio está al servicio de su agenda geopolítica contra los países industrializados. ¡Hay más riesgo que beneficio a la vista!

Y aun, si aumentaran ¿no hay que medir el impacto negativo sobre los sectores nacionales que perderán con el ascenso de las importaciones chinas? ¿Podrían también desindustrializarnos a nosotros, como han hecho con gringos y europeos? Se vaciarían nuestras ciudades industriales; se corroerían nuestras poderosas maquinarias; ¿dejarían de salir los carros y los tractores de nuestras líneas de producción? No podríamos producir más computadoras, teléfonos móviles, paneles. ¿Nuestra agricultura dejaría de producir frijol rojo y maíz blanco, que los chinos producen con ventaja? ¿Frutas tropicales? ¿Los cultivadores de rambután de la Costa Norte quebrarían? ¡Ay, Rafael ¡perspectiva histórica, y visión! ¡Nos pone en desventaja importar instrumentos de producción?

Pero fuera del absurdo, eso, justamente es un análisis económico arcaico, sin tiempo, perspectiva ni visión, reflejo de un modelo decimonónico, estático, de suma cero y alguien pierde, según el cual es fatal tener déficit. Como si no lo tuviéramos con el resto del mundo y la importación nueva sea solo para el consumo; no pueda servir para potenciarnos más, aumentar nuestra productividad, y entonces, como en la antigüedad ¿ahora China se convertirá en tumba del oro hondureño? Absurdo encore.

China se sabe, es perversa. Viene solo a prestarnos, para quedarse con la hipoteca del país. Lo que quieren es el oro del Patuca y el rodio de Copán ¡Destruir a EUA? Aunque sea su mayor mercado externo, aunque China posea un tercio de la deuda externa gringa y sería el más grande perdedor de un colapso. Los chinos, ellos mismos ¿van a venir a clavar los rieles de la ruta interoceánica, sin dar oportunidad a los nuestros, vendrán a cavar y construir las represas para llevarse todo, de regreso? 

Porque el punto siempre fue la necesidad de inversión. Y podría ser, que no suceda nada. Nada está ya, hasta que estuvo. Todo tiene bemoles, incógnitas, signos alternos; el cambio representa siempre un reto. Pero y si, ¿sí? ¿qué dirán mañana? ¿Perspectiva? Visión.

A los chinos no les interesa destruir EUA, sino llegar ahí, seguros, y con agilidad. Qué dirán ¡si llegamos a tener los puertos modernizados, y parques industriales de capital combinado, tecnológicos, plantas para ensamblajes de vehículos eléctricos y electrónicos de nueva generación para subir al tren, con microchips hechos en Honduras, con costos de transporte bajos, también para la demanda mundial de nuestra propia fruta y maderas preciosas? Una renta nacional multiplicada. ¡Miles de becas para hijos de campesinos y obreros! Un socio lejano que no está interesado en micro administrar el fisco aquí, que no pretende que su ley valga en cualquier territorio, cuando quiera, y que en el suyo no valga la ley internacional. Otro gigante, pero sin manía de manipular; que advierta que lo chico además puede ser bello, y útil lo corto del estrecho y no nos desprecie. ¿Qué dirán entonces, al reparar que vamos a un nuevo comienzo?

17 de junio de 2023

El Carmen San Pedro Sula

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