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La coyuntura hondureña en la era de Trump y La Alianza

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Por: Rodolfo Pastor Fasquelle

No sé si Trump se va a reelegir, allá es legal. Aquí solo es impopular, porque usaron la no reelección para golpear y hoy es secuela del golpe. Y aunque sus amigo el Gral. Kelly puede llegar a Canciller, la esperanza de JOH es mantener el control absoluto de su partido y dividida a la oposición. Y como esa es la contradicción principal… hace bien mi señor primo Mel Zelaya en concentrarse en ella. 

La Alianza es el camino y responsabilidad de todos los opositores (no de de Carlos Flores, que no es ni de Roberto Micheletti) forjar una alianza sin fisuras para derrocar a JOH. Hasta Micheletti podría arrepentirse, puesto que ya se arrepintió Romeo, su profeta, aunque sea tarde. Arrepentirse –digo- porque todo lo bueno, lo malo y lo feo que ha sucedido desde entonces en lo político hondureño –el colapso económico, la expulsión de Honduras de la comunidad de las naciones, la dictadura de JOH, la nueva conciencia cívica, la movilización de resistencia que marcará el resto del siglo XXI, la represión que se agota– se deriva del golpe y sus autores no deseaban ni previeron las buenas ni las malas consecuencias.

 Hay quien no va a entrar nunca en esa alianza. Manchas bravas y pancistas desorientados. Pero hay suficiente madurez. Y es muy tarde para JOH, para redimirse ante la historia, no digamos ante el Tribunal Celestial que le cobrará tantas almas e injusticias. La reelección fue su último y quizás definitivo error. La hybris. Y el rechazo de JOH será el motivo y el denominador opositor común. Pero la propuesta no puede ser primero ni primordialmente negativa. Porque el rechazo, la descalificación y el insulto nunca movilizan a la masa, siempre mas sabia y exigente. Para animar a la ciudadanía en general, la Alianza tiene que terminar de escoger inteligentemente a candidatos atractivos y tiene que plantear, mas allá de la no reelección, una visión positiva de gobierno conjunto, que responda a las necesidades urgentes de la población, a sus angustias diarias, una política de seguridad que funcione, una política de inversión publica y privada que genere oportunidades y empleo suficiente y una reposición de la fe publica, de la confianza en la capacidad de regeneración de  las instituciones.

 La Alianza debe ofrecer un sentido de futuro y de dignidad. Cada uno de los aliados pondrá para ese fin sobre la mesa su plataforma minima. LIBRE, mi partido, debe proponer el referéndum sobre la constitución. PAC puede, por su parte, exigir representación en los Tribunales y el reforzamiento de los mecanismos para combatir la corrupción. Los liberales disidentes querrán reclamar otras reformas electorales que les permitan rescatar a su partido secuestrado, de manos de tres bandidos, el PINU ¡que se yo!… La Alianza debe comprometerse a restaurar las garantías mínimas, los principios jurídicos abandonados y los derechos universales.

 Los aliados deben asimismo –a través de su candidata y un elenco de  Designados visibles– ofrecerle esperanza y cambio real a la gente común, a mucha de la cual todavía no le importa lo que cree que es mera politiquería. Cambio sistémico. Justicia y protección de la vida y los bienes de cada quien. Esperanza y fe. Respeto -mientras tanto- de la población pero también de la autoridad a la ley y al derecho ajeno. Limpieza por fin de la Casa de la Justicia y reivindicación de lo público, de recursos naturales nacionales y de la soberanía. Nadie debe de insistir en una agenda radical de cualquier ideología que derrote a su propio fin, en más dictadura. Nadie debe hacer caprichos personales ni demandar expulsiones que no estén justificadas en actos comprobables.

 La Alianza será el comienzo de la reconstrucción también del tejido social. Honduras es hoy casi un estado fallido. De todos contra todos, bajo la sonrisa complaciente del dictador feroz. Solo hay que mirar como dice Natalie los titulares de la prensa.  La razón principal por la que no ha colapsado del todo como estado NO es la dictadura, si no es que muchos seguimos insistiendo en trabajar y luchar por nuestras propias familias, por la gente próxima que nos rodea, por cubrirlos y ampararlos. Eso no basta para ser estado nación que satisfaga las necesidades de sus mayorías, que han comenzado a entender y a exigir ni menos un estado que se respete en la comunidad de las naciones. Solo La Alianza podrá construir una nación así en la Era de Trump.

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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