El reto de Bukele

La captura de JOH

Reflexiones sobre la pandemia (74)

Por: Rodil Rivera Rodil

Al día siguiente de que se conoció la solicitud de extradición del ex presidente Hernández, el jefe de la bancada del Partido Nacional en el Congreso Nacional brindó a la prensa unas declaraciones en las que, entre otras cosas, informó que se solidarizaban con el ex mandatario; advirtió a la ciudadanía que “no era bueno alegrarse por el mal ajeno” y, en tono desafiante, afirmó que su partido seguía siendo el más grande del país y que había perdido las pasadas elecciones por la alianza que se formó contra él.

Que el señor Zambrano haya sido electo jefe de la bancada nacionalista y que el partido no vaciló en hacer causa común con quien lo sumió en la peor de las vergüenzas, significa que, al menos por ahora, este continúa bajo el control de Juan Orlando y su camarilla, con lo que se ha vuelto aún más débil y vulnerable de lo que quedó después de la derrota. Lo que explicaría también su desesperado intento de arrebatarle a la alianza la dirección del congreso, o lo que es lo mismo, de conseguir poder, no con votos, sino con artimañas.

La experiencia demuestra, con raras excepciones, que el partido que no se reorganiza después de una debacle semejante, comenzando por deshacerse de los responsables, suele tardar mucho más tiempo del normal, digamos, en recuperarse y volver a generar una oportunidad de recobrar el poder. Con mucha mayor razón cuando, como en este caso, el mayor culpable del fracaso electoral ha sido acusado de narcotráfico y corrupción y pedido en extradición por los Estados Unidos. Ello, porque al contrario de lo que expresó el señor Zambrano, políticamente no hay manera de que el partido y los que lo acompañaron no compartan la deshonra de su jefe.

En cuanto a que no hay que alegrarse del “mal ajeno”, parece que el diputado Zambrano desconoce que esta expresión solo cabe cuando el mal proviene de un factor ajeno a la voluntad del que lo sufrió. Cuando, por ejemplo, al prójimo le ocurre una desgracia, como un accidente, una enfermedad incurable o ha sido despedido de su trabajo. Pero nunca cuando se trata de las consecuencias previsibles de sus propios actos, como lo es que por haber cometido un delito lo alcance la justicia. Y este es el caso, justamente, de Juan Orlando Hernández, de quien nadie duda que fue corrupto hasta la médula, y muy pocos, si los hay, que realmente crean que no tuvo nada que ver con el narcotráfico. Solo véase cómo, al estilo de los grandes capos de la droga, ya comienzan a aparecer “caletas” de dinero en sus propiedades.

Alegrarse porque a alguien se le aplique la justicia es, según los psicólogos y psiquiatras, un sentimiento normal porque en él va implícito el beneplácito por la reparación del mal causado. Y también lo es que la magnitud del regocijo sea proporcional a los delitos cometidos. Siendo así. ¿Cuánta alegría podría considerarse apropiada a la dimensión de la ignominia con que Juan Orlando Hernández ha manchado este capítulo de nuestra historia?

Y tampoco es cierto que el Partido Nacional sea el mayoritario. De hecho, no lo es desde el 2005, cuando perdió las elecciones con Mel Zelaya. En el 2009 pudo alzarse con el triunfo solamente por el cisma causado por el golpe de Estado en el Partido Liberal, que lo aventajaba en las encuestas por más de 15 puntos; en el 2013, JOH salió electo por fraude, tanto en las internas como en las generales, y en el 2017 se pudo reelegir únicamente porque el presidente Trump mandó que su encargada de negocios avalara la monumental manipulación a la que tuvo que recurrió para ganar por una insignificante diferencia. Y en los pasados comicios, la encuesta del COHEP efectuada antes de la alianza entre Libre y Nasralla, y a la que nadie podrá acusar de parcialidad a favor de esta, ya indicaba que Xiomara Castro sola superaba a Nasry Asfura por seis puntos, 30 a 24.

Hoy, increíblemente, se quiere victimizar a Juan Orlando por la forma en que se llevó a cabo su captura, especialmente por los dirigentes juanorlandistas del Partido Nacional, por los empresarios que saldrán afectados por la supresión de las exoneraciones fiscales, que buscan desacreditar a la alianza, y por algunos otros movidos por la lástima. Es claro que aquí hay de todo: mala fe, ingenuidad, hipocresía e ignorancia, según de quién se trate.

Hasta el presidente Manuel López Obrador, viejo luchador contra la corrupción, cayó en esta trampa y protestó porque no se le dio un trato preferencial al más corrupto gobernante que ha tenido Honduras, mucho más que cualquiera de los que tuvo México en toda su historia. O, tal vez, lo que quiere AMLO es que le pidamos a Estados Unidos que no lleve a juicio a Juan Orlando y que nos lo mande de regreso, tal como no hace mucho hizo él con el ex jefe del ejército mexicano, el general Salvador Cienfuegos, detenido por la DEA en Los Ángeles por narcotráfico, y a quien, tan pronto fue devuelto a su país, los tribunales de justicia absolvieron con la velocidad del rayo.

La humillación por la que pasó JOH fue, sin duda, lamentable. Pero se debió, exclusivamente, a su propia culpa. O, de repente, con la astucia que se le atribuye, a que así lo planificó para inspirar compasión. Esa misma que no tuvo por nadie, ni siquiera por una mujer, nada menos que la ex primera dama de Honduras, esposa de su correligionario, mentor y otrora su gran amigo, el ex presidente Porfirio Lobo Sosa, a la que, cuando fue arrestada -y no por tráfico de drogas- ordenó que la exhibieran esposada por toda Tegucigalpa y, por si fuera poco, que la condenaran a cincuenta y ocho años de cárcel. Y entonces, ninguno de los que ahora se rasgan las vestiduras con la captura de JOH dijo nada. ¿Acaso no se encierra en ese llanto lastimero una gran hipocresía?

La verdad es que JOH mintió al ofrecer en un mensaje de audio que se pondría a la orden de los tribunales. No solo no se presentó voluntariamente a la Corte Suprema de Justicia, con lo que hubiera evitado el espectáculo de su detención, sino que, ya fuera porque Nicaragua e Israel le negaron el asilo y el Parlacén la inmunidad; porque en su mesianismo se imaginó que Dios lo sacaría del problema; porque no le pasa que ya no es dictador, o aconsejado a saber por quién, se quedó esperando a que fuera designado el juez natural que conocería de su extradición, a sabiendas, como abogado que es, que entre las primeras diligencias que este debe llevar a cabo se halla la de librar la orden de aprehensión que lleva todo requerimiento de extradición. La que, inmediatamente, pone en marcha un ineludible y estricto protocolo -copiado, por cierto, casi al pie de la letra, del que se aplica en Norteamérica y en muchos otros países- que incluye esposar de pies y manos al acusado, no “encadenarlo”, como dice AMLO.

La escogencia por la corte de un magistrado nacionalista patrocinado por la Confraternidad Evangélica y sumiso a JOH para fungir como juez natural, no pudo ser más provocadora para el pueblo hondureño, y para los Estados Unidos en particular, que ya lo habían cuestionado por supuestos ilícitos. Y si bien no le permitieron decretar el arresto domiciliario, al señalar, sin justificación alguna, hasta para dentro de un mes la siguiente audiencia, sí consiguió prolongar la intranquilidad política y social que trajo consigo la solicitud de extradición. Al grado que la ciudadanía ya está pensando que ese plazo no es más que parte de una trama de los políticos y empresarios que temen ser delatados por JOH para impedirla o para facilitar su fuga. Aunque no hay que descartar que este tiempo lo quiera emplear para negociar su entrega a la fiscalía de Nueva York. Pero, me pregunto: ¿qué pretenden los magistrados de la suprema corte al seguir dando motivos para que aumente el gran malestar que ya existe contra ellos?

En fin, que tiene razón el ex agente de la DEA que manifestó que Juan Orlando Hernández era para los Estados Unidos más importante que el Chapo Guzmán. Y que el mismo Pablo Escobar, agregaría yo. Porque, independientemente de la cantidad de droga que cada uno movió o ayudó a mover, el poder que los dos últimos tuvieron jamás fue, ni de largo, comparable al que acumuló JOH en doce años. Con el respaldo, desde luego, del dinero del narcotráfico, del Partido Nacional y del ex presidente Donald Trump. Solo repárese en que Escobar apenas llegó a diputado suplente…

Si esto no les sirve de lección al Partido Nacional, a los políticos de todos los partidos, a las iglesias evangélicas, a las organizaciones de la sociedad civil y a los empresarios hondureños que se plegaron a JOH, ya nada lo hará.

Tegucigalpa, 21 de febrero de 2022.

  • Emy Padilla
    Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo emypadilla@criterio.hn

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4 comentarios

  1. La sociedad en cambios constantes, produce fallas en la eleccion de sus dirigentes con consecuencias directamente proporcionales a su ambición desmedida o a su honestidad y responsabilidad de sus cargos. El caso tendra solucion a futuro si fundamentamos valores morales y educacionales en las generaciones futuras. Aprendiendo a ganar el sustento con el sudor de la frente (honradamente), y no de la forma fácil como se hace en el Gobierno.

  2. Mis respetos para el Abogado Rodil Rivera, con esa magistral exposición relacionado con la captura de JOHA, como está indicado en la solicitud de extradicion.
    Si la esposa de joh dice que le violaron sus derechos, que hizo el con los nuestros al convertirnos en un narco estado, asesinando testigos claves en celdas de maxima seguridad que el mismo se ufanaba en estar construyendo, comprando hospitales móviles sin licitación ni ordenes de compra, dejando morir cualquier cantidad de compatriotas por falta de atención médica y vacunas.
    Mejor no sigo, porque me puedo morir de una cólera o me mandan a pelar los de la MS13, que jefeaba juan robando.

  3. Una excelente radiografia de lo acontecido pero, sutilmente se quiere ignorar la participación de la cabeza de la Iglesia católica q queriendo ignorar a propósito y otras participando activamente se prestó siempre a desanimar al pueblo en su lucha por quitarse el yugo q lo oprimia

    1. Gran parte de los pastores evangelicos estaban con joh,los hizo ricos .Por la iglesia catolica sacó sus garras el hipocrita de oscar andres