“No tengo formación en economía y la odio con toda mi alma“
Alfred Nobel (1833-1896)
Por: Pedro Morazán
Tomaso Portinari era en realidad un buen hombre de negocios, como todos los miembros de la legendaria familia Médici. Los Médici habían creado en Europa un enorme imperio bancario en el siglo XV. Establecidos en Florencia, no solo financiaron la revolución de las artes y la ciencia del renacimiento italiano, sino que crearon filiales bancarias en Londres, Lyon o Brujas, para solo mencionar unas cuantas ciudades claves de esa etapa de la historia económica.
Los Médici mantenían con vida el vibrante comercio europeo de la época, vinculando países y continentes a través de innovaciones financieras no vistas hasta entonces, producto de su ingenio. Portunari fue enviado por su poderoso tío Cósimo Médici, el patriarca del clan, a dirigir la filial de Brujas en 1465.
Lamentablemente, el ya no tan joven Tomaso Portinari empezó a violar todos los principios bancarios que habían hecho exitosos a los Médici, dando créditos a gobernantes y financiando negocios de alto riesgo. La filial de Brujas tuvo que cerrar en 1480, lo que desencadenó, poco después, el cierre de otras filiales culminando con la ruina total del imperio bancario de los Médici.
El ejemplo del auge y la caída del imperio bancario de los Médici, nos muestra que llevar a un banco al límite no es siempre difícil: basta con que todos los clientes al mismo tiempo exijan de vuelta su dinero . Esto se debe al principio de funcionamiento de los bancos que son los vehículos más eficaces para movilizar los recursos necesarios para la inversión. Estas “corridas bancarias” han provocado a menudo el colapso de las instituciones financieras en la historia de la economía. El ejemplo de los Medici no es el único y la crisis de Lehman Brothers en 2008 podría no ser la última de la historia.
Aludimos al tema, que no es nuevo, ya que el pasado 10 de octubre el Premio Nobel de Economía vuelve a ir a parar a Estados Unidos, ahora bajo el tema “corridas bancarias”. Los investigadores estadounidenses Ben S. Bernanke (nacido en 1953), Douglas D. Diamond (1953) y Philip H. Dybvig (1955) fueron galardonados este año con el Premio de Economía del Banco Nacional de Suecia. Los mencionados economistas sentaron las bases de la teoría bancaria moderna, hace ya unos 40 años, al analizar el papel del sector financiero.
En qué consiste la fórmula mágica?
Es innegable que los tres galardonados pertenecen a la élite internacional de la investigación económica. Gracias a las investigaciones de estos economistas, entendemos hoy, mejor que antes, el papel de los bancos en las crisis financieras. Los economistas que rodean a Ben Bernanke se ocuparon de los peligros y las consecuencias de las corridas bancarias. Este peligro debe tomarse muy en serio, ya que las tormentas bancarias pueden ser responsables de grandes depresiones e inestabilidad y pueden empeorar las recesiones generales.
Ben Bernanke es el más conocido de los tres. Fue presidente del Banco Central norteamericano que es conocido como la “Fed”, abreviación de “Federal Reserve”. De hecho lo más importante de la carrera de Bernanke no es la investigación científica, sino la práctica política ya que ha sido miembro del directorio de la Fed desde 2002. Es más, su análisis de la crisis bancaria de la Gran Depresión de los años 30, por muy brillante que sea, no podría ser motivo suficiente para recibir tan importante galardón.
Bernanke demostró en su obra que el asalto a los bancos por parte de los inversores que temían por su dinero, contribuyó significativamente al agravamiento y la prolongación de la crisis del 29, pero no fue su causa. Cuando los bancos se derrumbaron, se perdió información importante sobre los prestatarios y no se pudo reconstruir rápidamente. La capacidad de los bancos para canalizar el ahorro y el dinero de los ahorradores hacia inversiones productivas, lo que es esencial para la economía y la sociedad, se redujo así considerablemente.
El trabajo de Douglas Diamond y Philip Dybvig ofrece una descripción teóricamente sólida del papel económico de los bancos como intermediarios financieros, que transmiten los ahorros a las empresas que buscan crédito y hacen posible muchas inversiones en primer lugar mediante la transformación de los vencimientos. Para contrarrestar la inestabilidad inminente del sistema bancario a través de las corridas bancarias, Diamond y Dybvig recomiendan en su obra, el seguro de depósitos estatal. Si el Estado garantiza que los depósitos de los ahorradores no se pierdan en caso de crisis bancaria, pueden éstos dormir tranquilos. Esto evita las corridas bancarias. Por ello, muchos países han introducido sistemas de seguro de depósitos propuesto por ellos.
Una decisión poco afortunada
En mi opinión la decisión del Banco Nacional de Suecia resulta poco afortunada, por diversos motivos. Si bien es cierto que Ben Bernanke combinó la práctica y la ciencia y reconoció los riesgos que el sector financiero podía suponer para la economía real, sus decisiones son muy cuestionadas en no pocos círculos especializados. Es legendaria ya su declaración de mayo de 2007 en la antesala de la mayor crisis bancaria de la historia: “No esperamos que se produzcan efectos secundarios significativos en el mercado de las hipotecas de alto riesgo”. Uno podría disculparlo diciendo que así les toca hablar a los banqueros para “tranquilizar a los mercados”. Pero el problema es que su corresponsabilidad no terminó allí.
Es evidente que la corta fase de investigación científica no impidió que Bernanke cometiera una serie de errores de juicio fatales en su posterior función de presidente de la Reserva Federal de EE.UU. Cuando estalló la burbuja estimulada por él y Greenspan desde 2002, también estuvo involucrado en la fatal decisión de mediados de septiembre de 2008 de cerrar repentinamente Lehman Brothers en lugar de liquidar el banco de forma ordenada, como había ocurrido anteriormente con Bear Stearns. El subsiguiente colapso financiero fue entonces la principal razón por la que una recesión de ajuste estadounidense, por lo demás normal, se convirtió en otoño de 2008 en la mayor crisis financiera mundial desde 1929.
Cuando Bernanke tomó entonces fuertes contramedidas durante la crisis, incluyendo instrumentos de política monetaria no convencionales, ya era demasiado tarde. Esto mitigó el daño, pero ya no lo evitó. Bajo su mandato se responsabilizó por medidas que condujeron a un aumento de costes económicos y sociales. Por eso pienso que el premio parece desafortunado y araña la reputación del mismo, especialmente en comparación con otros galardonados anteriores de tanto renombre como Friedrich August von Hayek, Joseph Stiglitz o Amartya Sen.
El trabajo de los tres economistas ha sido decisivo para crear los modelos económicos modernos que se utilizan hoy en día en la banca. Tan efectivas son sus propuestas que incluso han llegado a establecerse como el marco regulador de muchos países. Para contener la crisis financiera de 2008 y 2009, muchos países se apoyaron en las conclusiones de estos economistas y decidieron rescatar a bastantes bancos para evitar una recesión prolongada como la Gran Depresión de los años 30. Ahora queda por ver si esto será suficiente para contrarrestar los retos económicos actuales, como el fuerte aumento de la inflación.
Por otro lado, esta visión ideal-típica de los préstamos bancarios parece ignorar la realidad del sistema vigente de dinero fiduciario con su cobertura parcial de reservas. De hecho, hoy en día los bancos conceden préstamos transfiriendo dinero a las cuentas de sus clientes con sólo pulsar un botón. Dado que el dinero del crédito no se cubre ex nihilo con el ahorro, puede estimular inversiones que, tarde o temprano, resultarán ser malas. El sistema de reserva fraccionaria es, por tanto, una fuente de ciclos recurrentes de auge y caída.
En resumen se trata de obras que han sentado las bases teóricas de la gigantesca arquitectura de rescates bancarios de los últimos años, el atiborramiento de banqueros con bonos y accionistas bancarios a costa de los contribuyentes, sin abordar el problema central del disfuncional sistema bancario y monetario. Las crisis financieras más recientes han demostrado que la garantía estatal de los depósitos tienta a los bancos a realizar operaciones especulativas arriesgadas que desestabilizan el sistema financiero en lugar de hacerlo más resistente. Hay que mencionar, además el fenómeno del riesgo moral, porque la red de seguridad también puede ser explotada por los actores. Además, está la cuestión de la definición de banco. La gran crisis financiera de 2008 no fue causada por los bancos comerciales clásicos, sino por los llamados “bancos sombra”.
¿Quiénes eran mis candidatos?
Si observamos la historia de los llamados “Premios Nobel” de economía, no podemos evitar reflexionar sobre su orientación central. Si bien es cierto que Alfred Nobel detestaba la economía, como ciencia, el Banco Sueco parece tener una tendencia estructural a considerar, sobre todo la investigación norteamericana y dentro de ella las contribuciones más ortodoxas de las escuelas liberales. Esto es lamentable, tanto más, cuanto el llamado Premio Nobel podría ser un estimulante para las nuevas ideas tan necesarias para la transformación ecológica y la superación de la crisis climática que vivimos y que tiene su origen en esa forma de hacer economía.
En esa línea serían deseable tener presente a Kate Reworth, quien en su obra “Economía rosquilla” cuestiona los fundamentos de la economía moderna y propone un cambio radical de mentalidad. Un laureado ideal hubiera sido, en mi opinión, Daron Acemoglu (Instituto Tecnológico de Massachusetts). Su trabajo sobre economía política, y en particular sobre la relación entre los marcos institucionales y el crecimiento, sienta importantes bases para pensar en los agudos desafíos de nuestro tiempo. Las conclusiones de su investigación permiten confiar en que las sociedades libres e inclusivas tienen una ventaja comparativa sobre las autocracias, y orientan sobre lo que se necesita para llevarla a cabo.
Otra buena opción hubiera sido Oded Galor (Universidad de Brown) por su trabajo sobre la teoría del crecimiento. Galor ha impulsado el programa de investigación de la “Teoría Unificada del Crecimiento”, iniciada por Robert Solow, y ha escrito las contribuciones autorizadas a la misma. También ha sido editor del Journal of Economic Growth durante años. El enfoque de Solow se aplica a los últimos 250 años; el período anterior ha permanecido hasta ahora teóricamente irreflexivo. Galor representa una exitosa integración de la investigación en historia económica, econometría y teoría económica, como era común en el pasado.
El premio en el campo de la economía, que se entrega por 54ª vez este año, no es en realidad un premio Nobel, sino que fue establecido en 1969 por el Riksbank sueco con motivo de su 300º aniversario. De nuevo el gremio dejó pasar una oportunidad para promover el tan ansiado cambio de paradigma en la economía, confirmando su tendencia apologética del paradigma ortodoxo vigente.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas