Coalición Anticorrupción

Aquí está, evolución crítica de la sociedad, camino y coyuntura

Alianza

Por: Rodolfo Pastor Fasquelle

Es lógico que al igual que ASJ, los partidos políticos estén más bien enfrascados, en la disputa sobre las reformas electorales útiles y sobre los placebos de la OEA, de todas formas, referidas a previsiones y plazos futuros que pasan por alto la inminencia de la crisis, su filo real. Aunque se quieran hacer muchos los pendejos, el problema es ahora, está aquí. La salida también.

 En países más avanzados, el debate público se dirime en los medios y se concreta dentro de los congresos. Aquí, donde el sistema no alcanza representatividad y los medios son cómplices, se abren necesariamente otros espacios. Así, la reunión esta semana -en la sede del Consejo Nacional Anticorrupción- de una treintena de organizaciones de sociedad civil fuertes, sindicatos y gremiales, patronales y sectoriales, que consensuaron una posición contra la puesta en vigencia del nuevo código penal promulgado a su conveniencia por el Congreso…es un hecho trascendente, un tope.

 Esta es Honduras que se manifiesta aquí, su sociedad civil de verdad. (No la de mentiritas, instrumentalizada desde afuera o adentro, la inventada, con o sin sede.) Que consigue una masa crítica de atención porque ya ha probado su independencia, (mientras que aquella es colaboracionista) y ha mostrado y está por evidenciar su real capacidad de movilización, irreprimible

 No sé qué estén pensando en Palacio, pero habrán tomado nota. Tampoco sé qué cosa se rumora en los corrillos de las embajadas. No faltará quien subestime la declaración conjunta. Los medios conculcados intentarán desestimarla. Los analistas menos avezados pasarán por alto ¿otra más? Sin entenderla del todo, ni entender lo que está pasando, algunos políticos se incomodarán.

 Pero el anuncio de la coincidencia contra el novel código debe visualizarse como un nuevo paso en un largo camino, o en la continuada reclamación de responsabilidad a la clase política por parte de la sociedad hondureña, y exigencia de participación, un camino que arranca del golpe de 2009. Primero con la formación de partidos políticos nuevos como la anti corrupción de Nasralla y por supuesto del Partido LIBRE, así como el anhelo de revitalización de partidos ya tradicionales como el PINU y últimamente el Partido Liberal bajo su ala reformista. La formación –luego- de amplias redes de sectores sociales como Convergencia Contra el Continuismo, en que participan sectores de la izquierda, las comunidades cristianas de base y asimismo los movimientos de reivindicación ambiental entre los indígenas como entre comunidades rurales amenazadas por la crisis del modelo y la depredación mercantil de sus recursos básicos. La canalización de nuevas organizaciones regionales, pero en todas partes, en el Sur igual que en la capital, Oriente y Occidente.

 De modo que mientras muchos políticos juegan ya, a candidatos y conspiran contra el país, la sociedad civil se atreve a señalar que el problema no se puede aplazar a 2020, no es principal ni solamente electoral, que está aquí ahora y es una crisis integral, Esta pavorosa crisis social de la que huyen cientos de miles de inocentes. ¡Colapso del sistema productivo, epizootia, epidemias, hambre! ¡Veinte y cinco mil niños migran al año! De la que no nos salvan los préstamos del FMI, que solo solventan la insolvencia oficial, despojándonos del patrimonio y esperanza.

 Se atreve a señalar esta novel sociedad civil que las trampas y los peligros para el país no los va a poder sortear el gobierno que salga de futuras elecciones, si no hacemos algo para evitar ya el blindaje de la corrupción y para activar a la producción, bajando las cargas y el costo de operar e invertir para retener la población.

 Todo un frente nacional emprende así una gran rebelión, cuyos resultados son aun incognoscibles cuando todavía faltan alineamientos y disciplinas. (Varios descollados liderazgos han rebasado a sus clientelas. ¿Qué estarán diciendo acerca de la alegre rebeldía de Barquero, las cabezas de grupos corporativos, acomodados en su conservadurismo a una relación simbiótica con el sistema político que ha sido su instrumento, alérgicos a cualquier riesgo y reforma sustancial, no digamos estructural? Sé que tiene mucho respaldo de su base, pero ¿hasta dónde está unido su gremio en torno a la aventurada determinación de Suyapa Figueroa y un haz de profesionales que la rodean? ¿Los colegios magisteriales cooptados no tienen aún capacidad para socavar la unidad del magisterio que ha sido pivotal y pilar de La Plataforma? ¿Cuál puente se va a tomar Barquero, con quienes? ¿Entiende cuál es la Ruta, Gabriela? ¿Y la MACCIH?

 No deja de ser paradójico que lo que cataliza la nueva formación es el caer en cuenta del problema de fondo, el que los enemigos del cambio siempre han querido ocultar, que la raíz del mal es el orden legal o el desorden y el privilegio institucionalizado como ley. Esa conciencia se ha izado como bandera transpartidaria, que trasciende de todos los sectores. Superan así los nuevos caminantes el miedo atávico al cambio legal integral, a la temida constituyente y vienen aquí a percatarse de que -en efecto- las cadenas del sistema y los resortes del poder corrupto de las argollas se forjan en leyes convenidas en las misas negras del capo legislador. El problema está en la ley, dundo. Tampoco es casualidad que el Presidente del Congreso (novel candidato presidencial) convoque a los opositores a los que ha estado atropellando desde siempre, de quienes, hace nada, se burlaba y a los gaseo con pimienta la semana pasada en el mismo recinto.

La clase política intuye que la protesta ya no es -como dice JOH burlándose- un desahogo de los viernes por las tardes.  El político tradicional escucha, dice el cliché, pasos de animal grande, una nación que despierta, que no se siente bien representada ni menos conducida. Y entiende, aunque a medias, la contradicción que se apodera de –lo que se ha llamado en otro siglo, pero aplica hoy– la imaginación popular sublevada.

Ahora, para que se logre su propósito hay que entender que todos los componentes de esa sublevación son imprescindibles.  Dentro de la vorágine del momento es fácil confundirse, tomar al interlocutor inmediato, a la más guapa o al más cercano como el necesario. Los movimientos sociales deben ser respetados con su autonomía y en su naturaleza y agregación propia. Ni subordinación ni fusión. Pero no hay sociedad política sin partidos, ni partidos democráticos capaces de gobernar una sociedad sin redes y organizaciones propias.  Estamos a punto, vengan todos, aquí está ya… el fin de la oscuridad, a la luz.

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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