Aplauso de despedida para un Fidel Castro de carne y hueso

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Por: Rodolfo Pastor Fasquelle

Del Antiguo Egipto proviene la idea después judeocristiana de un juicio del alma del difunto. Después de escuchar las declaratorias, Osiris pesaba el corazón contra la Pluma de la Verdad, y si era más ligero, le franqueaba la entrada a un paraíso parecido al terrenal del Edén, en donde podía descansar como ave en la rama del árbol que hubiera sembrado, a la orilla del una agua cristalina.

Habrá miles de notas de todo tipo sobre la muerte de Fidel, la mayoría encomiástica o condenatoria, tan polarizadas como  las reacciones opuestas de celebración, de miles de cubanos que no lo conocieron en Miami y otra de luto de millones de cubanos en la Isla y de simpatizantes latinoamericanos, que si lo vieron en Chile y en Venezuela, en Nicaragua. La declaratoria de Obama que disgustó a M. Rubio por neutra me pareció más bien astuta. Cientos de líderes mundiales y jefes de estado  han expresado su condolencia a los cubanos. No me incumbe una reacción oficial. Tampoco una personal, como consignaran tantos amigos. Todos los presidentes hondureños (salvo  Maduro) quisieron amistarlo y yo fui allá, el primero de los ministros, pero no fui su amigo. Ni su incondicional. Me interesa hacer un balance racional y comprender mejor las reacciones de quienes no hacen eso ni caso.

El balance es sencillo. Como todo gobernante, Fidel cometió errores algunos serios, un par de ellos letales y tuvo aciertos, sin duda trascendentes. Fue un criollo bueno dice Camila. Otros pueden ser buenos. Héroe solo es el que arriesga fama y seguridad para hacer el bien. Tuvo fracasos y alcanzó logros como pocos otros, en más de medio siglo de gobierno. Podemos enumerarlos, evitando los que aun han de pasar otro tamiz de juicio frío y racional, como el histórico. Para un veredicto critico consolidado.

Fue un tropiezo, quizá inevitable confrontar a la Iglesia Católica, única relevante en su tiempo, y tratar de imponer una ideología, con desprecio de manifestaciones culturales populares. Aunque en su momento fuera lo esperado, fue un exceso estatizarlo todo y pretender centralizar toda la economía en un Bureau. Error craso despojar de su capital y oficio a muchos pequeños y medianos propietarios, comerciantes del menudeo, así como de sus derechos económicos a técnicos y profesionales, que fueron amigos de la Revolución antes de sufrir su imposición. (Hoy, las nuevas revoluciones, a las que Fidel aconsejó, conviven con ellos y con la mediana y alguna empresa corporativa grande, dispuesta a someterse a las reglas básicas del socialismo como política de estado). Fue un error imponer un partido único  y crear un estado policíaco, eliminando la libertad de expresión (aunque dejarla implicaba un grave riesgo) y atropellando a la disidencia.  Porque cuando eso sucede, atrás de cada genuino revolucionario, se alinean cien resentidos. Pero Fidel no desplazó a una democracia burguesa, derrocó al régimen oprobioso y sanguinario de Batista que era símbolo de la perversidad del capitalismo dependiente. Una social democracia necesitaba otras condiciones y base social.

Fue un triunfo resistir a la invasión de Bahía de Cochinos y a la subversión mediática de las cien estratagemas de la CIA. Y un logro mayúsculo de Fidel, si bien con su costo concomitante, enfrentarse exitosamente al coloso del Norte, para seguir una política y un modelo distinto, exigir respeto a su soberanía y dignidad nacional. Nadie mas lo había conseguido, salvo quizás el México del Cardenismo y breves regimenes revolucionarios luego derrotados. Y sin entrar en guarismos y detalles, fueron logros mayúsculos eliminar las relaciones de trabajo pervertidas por la esclavitud de la necesidad. Con todos sus errores y a pesar del embargo arbitrario, la Revolución repartió lo necesario y rindió mayúsculos beneficios con la eliminación de la desnutrición y de la mortalidad infantil, que siguen siendo monstruosas en casi todos nuestros países, garantizó la salud publica de calidad y aumento la esperanza de vida, aseguró a todos el techo y los servicios básicos, de que están privados grandes contingentes en la vecindad. Educó a la casi universalidad de los cubanos para ser productivos en todos los oficios, además de inculcarles los valores de la solidaridad y el respeto contra el consumismo despreciable y asegurarles derechos culturales. No por nada Cuba sufre de menos violencia, menos prostitucion, ninguna drogadicción y casi cero criminalidad en la región del mundo mas afectada por esas lacras.  Lo de menos fue proteger las vidas de sus líderes, y la de Fidel tantas veces amenazada. Fidel, Fidel ¿Que tiene Fidel… cantaba el pueblo… que los Americanos no pueden con el?

¿El amor del pueblo al que amó? Los cubanos que salieron de la isla tenían derecho. Nunca debió sufrir persecución Lezama Lima ni salir Chucho Valdez. Pero embargar y excluir a Cuba de la OEA en aras de defender los derechos a la diversidad democrática fue una contradicción en términos, antes incluso de que alternaran –alegremente- en ese organismo las dictaduras militares de los sesentas y setentas, y los regimenes genocidas de los ochentas. Se puede disputar sobre la colaboración con Angola y  Etiopia. Nadie puede discutir el inmenso servicio que ha dado Cuba a los países pobres sin exigir  pruebas a sus gobiernos, compensación de un costo real ni beneficios, si no solo  las condiciones mínimas para la cooperación eficaz.

Las misiones medicas, las misiones alfabetizadoras y las misiones culturales son expresiones de la solidaridad de la Revolución Cubana con los pueblos de America Latina y de mas allá, cuyos gobiernos le dieron la espalda a Cuba para complacer al yanqui y a sus propios sectores reaccionarios. En la prueba final, el balance es positivo. Sus acusadores de Fidel no entienden cuanto pesa la lagrima de un niño hambriento, el desamparo del enfermo, la soledad del anciano olvidado, la desesperación de la madre soltera, ni parecieran entender el costo de vivir en un mundo de violencia consuetudinaria. El haber remediado tanto sufrimiento aligera por completo una pifia económica, la prisión injusta de una docena de vehementes y media docena de ejecuciones intempestivas, irascibles. Penosas.

Más allá del balance hay que entender que la figura que condensa y convoca también sufre manipulaciones, genera imágenes ilusas y cae en estereotipos. Fue Nixon quien primero propuso destruir a  Fidel y a la Revolución Cubana.  Ninguno de sus sucesores corrigió ni logró ese desatino. La CIA quiso muchas veces matarlo pero diosito, como me dijo un cafetalero en la carretera hace poco,  decidió dejarnos aquí un rato mas.  Yo tampoco le temo a la pluma de la verdad de Osiris. Fidel se sonreiría. ¡Huff!

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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