plan maestro

Venezuela encrucijada, la revolución interrumpida, Latinoamérica secuestrada

Por: Rodolfo Pastor Campos

¿Qué diría el Comandante Chávez del proyecto revolucionario que comenzó liderando hace ya dos décadas con su genial talento y magnífica energía? Cuando Venezuela se encuentra hoy inmersa en una crisis profunda, puesta en jaque la revolución. Asediada por el Imperio rapaz que codicia la riqueza de sus recursos, imponiendo sanciones para socavar los cimientos y amenazando invadir, con particular candor. Atribulada a lo interno entre sus ciudadanos confrontados, polarizados los poderes entre bandos opuestos. Millones sometidos a los violentos vaivenes del enfrentamiento tercerizado entre potencias, vicios añejos y el fanatismo de élites enquistadas. 

Porque véase desde donde se vea, la de Venezuela hoy es una situación crítica y trágica, peligrosa e insostenible. El sufrimiento prolongado y agravado de su población, a manos de propios y ajenos, toma dimensiones dramáticas. Amenaza el conflicto el bienestar no solo de un pueblo y de una nación, si no de toda una región afligida, dividida y en el peor de los casos, de un conflicto  en el nuevo orden mundial. No seamos ingenuos, esto no se trata solo de Maduro o de Guaidó, no termina con la locura virulenta de Marco Rubio, ni con la perversa perseverancia del consejero John Bolton, el infame Elliot Abrams o el pérfido Vicepresidente Pence. Aquí, cerquita de casa, se juega a la guerra entre actores globales que buscan reafirmar su poderío y definir su zona de influencia. Entre rufianes se pelean por el control de recursos geostratégicos y dominios en medio de fluctuaciones imperiales, equilibrios entre moribundos y emergentes.  

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No ayuda un escenario en que estos poderes están en manos de personajes particularmente volátiles y despiadados, la lista es larga. El turbulento Trump se enfrenta a un panorama doméstico complejo, con una oposición cada vez mas próxima a enjuiciarlo y una reelección casi perdida ya. El sagaz Putin pierde popularidad en su Rusia restaurada y juega al héroe en el tablero del Consejo de Seguridad. Incluso el enigmático y poderosísimo Xi Jinping se encuentra atribulado por una desaceleración de la enorme economía China, en reto frontal contra las tarifas de Trump, el descontento popular y el cuestionamiento consecuente al interior del politburo. Por si eso no fuera suficiente, India y Paquistán escalan sorpresivamente el tono de su añejo pleito, Erdogan aprieta su control en Turquía e Irán batalla con el colapso del tratado que levantaba las sanciones. Europa ensimismada o alineada, enfrentando crisis existenciales que amenazan la unión y demasiado dispuesta a secundar los designios de Washington. 

 

Pero regresando a la región que nos ocupa y preocupa, esa América Latina que hace apenas unos años celebraba su renacimiento hoy se revuelca a la deriva. Lejos quedaron la bonanza económica y el despertar democrático, cuando los pueblos salían orgullosos de la pobreza de siglos y se cerraban las brechas de la profunda desigualdad. Porque por uno u otro motivo, esa misma región se encuentra hoy estancada o deslizándose hacia una época oscura, de regresión autoritaria y deterioro democrático. Y pareciera que los logros históricos y la alegría del pasado reciente se diluyen ante el franco descalabro institucional. La integración largamente anhelada, que por un instante parecía asegurada, hoy da paso a divisiones mezquinas, enfrentamientos ideológicos y caprichos imperiales. La autonomía conquistada mediante largas luchas parece evaporarse ante la injerencia y la inminente invasión.

No es coincidencia, no puede serlo, que hoy veamos a Centroamérica sumergida de nuevo en el conflicto crónico, carcomida por la corrupción y exhibida nuevamente por el éxodo de sus gentes, huyendo por miles de la violencia desatada y la pobreza profundizada. Tampoco es cuestión de mera suerte que Argentina esté de nuevo al borde del colapso, pidiendo desesperada otro rescate multimillonario al Fondo Monetario. O que en Brasil resoplen los vientos bárbaros de la dictadura con la llegada de Bolsonaro. Que en Ecuador este sentado en el poder un traidor a los suyos o que en Colombia retorne al poder, despreciando la paz preciosa, el Uribismo con su Duque. O que el Chapo sea condenado a cadena perpetua en NY, mientras la droga fluye con normalidad, de acuerdo a la demanda,  y de la mano de los “socios en acción”. 

No compas, esto es el resultado del fracaso nuestro ante el sabotaje de ellos, de una estrategia bien diseñada y ensayada. No olvidemos el golpe de 2009 en las Honduras, hoy en las garras de JOH. Por ahí despuntaba esta embestida, perfeccionada con el tiempo, con la judicialización de la política y la persecución, la represión. No es coincidencia que enfrentado con el escándalo de su corrupción y su desgobierno, JOH prometa mas armas, mas militares, mas violencia. Porque enterrada la utopía, relegado el ideal, hemos terminado al margen de la historia. Quienes algún día se atrevieron a luchar por la justicia y la unidad, cayeron en la trampa, cometiendo el pecado original. Y hoy nos encontramos exiliados del paraíso, que ha sido tomado por los demonios y convertido en infiernillo. 

Pero incluso en las épocas más oscuras brillan aún algunas luces. En medio de la fiebre, con dignidad y sensatez ejemplar ha actuado el México de la Cuarta Transformación, en apego a los principios de su doctrina histórica. Y queda por ahí algún atisbo de cordura en Uruguay y en el Caribe. Un Evo firme. Una Cuba sólida. La crisis de hoy llama a la región a la solidaridad y a la defensa de los derechos, las libertades y la democracia. Se requiere de la acción colectiva que busque una solución pacífica y soberana, a través del diálogo y la diplomacia. Está de por medio la prosperidad y la independencia de nuestras naciones. Debemos detener la violencia y la invasión avara, evitar la guerra y procurar la paz.

Porque por aquí pasó Chávez, y nos recordó a Bolivar, a Morazán a Martí y a Sandino, a quienes como la resistencia, los llevamos en la historia y en las venas. Patria grande, justicia y libertad. 

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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