Sin el permiso del Águila Imperial, no hay reelección presidencial

 Jaime FloresPor: Jaime Flores

Las ambiciones reeleccionistas de los presidentes han existido siempre. La mayoría han manifestado su deseo de perpetuarse en el poder, ya sea por mesianismo o para aumentar su fortuna personal a través del Estado. No obstante, sus aspiraciones se truncaron por decisión imperial, pero ahora en un contexto  diferente,  le dan vía libre a Juan  Hernández, sin importar que para ello tenga que recurrir al fraude electoral.

Con el inicio del remedo de democracia en el país y dejadas “atrás” las dictaduras militares, el folclórico y entreguista de Roberto Suazo Córdova quería emular a Tiburcio Carías. Tenía a un grupo de serviles para que le ensalzaran sus virtudes personales y logros de su administración a manera de justificación para continuar en el poder.

En el momento del brujo de La Paz, el contexto nacional e internacional no le era favorable, ya que el imperio quería enviar señales que la “democracia”, como sistema, funcionaba y que era una alternativa a los conflictos armados que desangraban a naciones vecinas y en donde una triunfante revolución se hizo con el poder.

El resto de presidentes democráticos, a excepción de uno o máximo dos, no han deseado, o por lo menos fueron cautelosos en manifestar sus ambiciones releccionistas; aunque uno de ellos sí fue respetuoso del Estado de Derecho; sabía que una reelección era similar a un golpe de Estado.

Ninguno de los presidentes se atrevió a presentar modificaciones a la Constitución de la República, a pesar de sus ambiciones reeleccionistas. El que tuvo la “osadía” de plantearlo fue, José Manuel Zelaya Rosales, presentando su iniciativa ciudadana denominada “la cuarta urna”, que no era más que una consulta al soberano, en busca de reformar de los artículos pétreos que impiden quedarse en la silla presidencial, aunque sólo fuera por cuatro años más.

El expresidente pagó caro por no dar marcha atrás a su propuesta; la oligarquía con su ejército mercenario, las fuerzas armadas, lo defenestraron por medio de un golpe militar, que arrasó con la institucionalidad que se venía consolidando desde los años 80. Las élites no se pusieron de acuerdo.

No hay ninguna duda que “la cuarta urna” hubiese contribuido a oxigenar el sistema democrático a nivel de la representación política, y hubiese sido una salida para el abordaje de un tema tan espinoso como es la relección presidencial, ya sea alterna o continua, que en otros países ha dado resultados positivos para la gestión gubernamental.

Hay que ser honestos, la oligarquía y sus perros de garra, el ejército, no derrocaron a Zelaya Rosales solo por la cuarta urna, ésta solo fue un pretexto. Estaba incómoda por las reformas que se pretendía hacer al sistema económico, que tal cual, sólo privilegia a los más ricos del país, en otras palabras, a una oligarquía de origen y sentimientos extranjeros.

Después del golpe de Estado y al carecerse de institucionalidad sólida y fuerte, fue muy fácil para Juan Hernández como diputado presidente del Congreso Nacional copar la mayoría de instituciones electorales y judiciales y de esa manera conseguir el “permiso” para su relección presidencial, no sin antes ser elegido fraudulentamente como presidente.

Pero no es que Hernández sea el gran estratega como lo quiere vender el Partido Nacional y que por mérito propio, hizo en corto tiempo lo que los demás no pudieron, es que hay un nuevo ingrediente que le facilita y es el contexto internacional favorable. No nos llamemos a engaños, el imperio necesita de presidentes débiles, corruptos y pusilánimes.

El imperio se ha empeñado en hacer guerras, ya sea por la vía diplomática o por la vía armada,  a aquellos países que enarbolan las banderas de la dignidad y la soberanía, en este caso Venezuela,  y que mejor que tener esbirros en foros como la Organización de Estados Americanos (OEA) en  donde quedó la flamante embajadora hondureña como cucaracha fumigada.

Otra de las razones fundamentales es que los grandes monopolios internacionales necesitan de los recursos naturales de estos países, principalmente la industria extractivista y que mejor que tener gobiernos apátridas, vendidos y entreguistas como el de Juan Hernández, que está vendiendo al país en pedazos y dentro de poco sus nacionales serán inquilinos.

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Si el imperio no quisiera, Hernández  no se estuviera religiendo, al contrario, estaría a la espera de su extradición como le sucede en estos momentos a Porfirio Lobo Sosa. Los norteamericanos son amigos de coyuntura y de circunstancias y cuando estas cambien, su celda en New York está reservada, Manuel Antonio Noriega y Rafael Leonardo Callejas son ejemplos.

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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7 comentarios

  1. Aguil Imperial; sinonimo de interes de una pequeña parte de la sociedad, una muy buena exposicion del contexto politico nacional, es triste que por la ambiencion de unos pocos el pueblo sufra; sera que los representantes del Aguila Omperial es imdolente ante el sufrimiento de un pueblo, y me pregunto yo descuando hemos defendido la democracia? Desde el 2009 y ahora en el 2016-2017 sera que todo esta lindo por eso la Democracia se ha dejado en manos de las opiniones de unos pocos; a pesar de que se este violentando la Constitucion con la ambicion reeleccionista del ser Juan Orlando Hernandez Alvarado.

  2. Estas son las notas interesantes para leer. Muy de acuerdo el aguila imperial necesita de estos gobiernos corruptos para lograr su finalidad.