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Si no es putx, no disfruta 

La promiscuidad, el poliamor y otras subculturas

Por: Owen Josué González Zelaya

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Owen Josué González Zelaya (Estudiante y dirigente de la UNAH, agente de cambio de la FES)

Tegucigalpa.-En una ocasión, mientras escuchaba la historia de desamor de la actual ex pareja de mi mejor amigo, él mencionó en su relato una frase que quedaría grabada en lo más profundo de mis pensamientos. Tenía potencial, y a su vez, reflejaba en forma pragmática una realidad oculta y subversiva a los valores tradicionales. Por su contenido negativo, por su carácter de “conducta antisocial». “Brindemos por esa putería que nunca se te va a acabar». Fueran las palabras que, según mi amigo, dijo ella al despedirse para siempre.

De aquel relato nacieron las elucubraciones que hoy expongo. Y es que, ella expresó en esa frase una realidad de la subcultura catalogada como: putería o promiscuidad; ¡bueno!, el calificativo coloquial podría ser: zorro o zorra.

Sobre este tema, que hoy impera en nuestra realidad hondureña (al menos de forma práctica y no analítica), que tiene las opiniones más contrastadas de las que se pueden inferir distintas concepciones y valoraciones. Y que, por el carácter subjetivo de los valores, también he de decir que ninguna partirá de la objetividad, sino que de construcciones individuales. 

Advierto mi afán de criticar una conducta social que, a la luz de nuestras costumbres, creencias, valores e ideologías, es negativa y repudiable. Y a su vez, considero la necesidad de desconstruirlas sin prejuicios ni sesgos, con ética y responsabilidad para poder desarrollarnos como sociedad bajo la línea del concepto más apegado a la libertad individual de cada individuo y a la diversidad ideológica y sexual.

Un puto o puta, una zorra o zorro, un promiscuo o promiscua; estos sujetos que comparten prácticas o relaciones sociales “distintas” a las normales, son aquellas personas que escogieron tomar un camino distinto, contrastado a la heteronormatividad (régimen que impone las relaciones heterosexuales) de la monogamia.

No me refiero a cuestiones de género, me refiero a relaciones sociales. Ver como repudiable una relación estable de tres personas para algunos puede parecer una abominación, y a su vez, es la opinión general.

Esta concepción bien socializada en nuestra sociedad, basada en valores cristianos que se vienen construyendo desde la colonización y que fueron impuestos inclusive como norma constitucional en la imposición del catolicismo[1], han formado nuestra cultura hondureña bajo la idea de que: “El noviazgo o el matrimonio, solo el hombre y la mujer lo pueden construir”.

Esta idea se reproduce en las iglesias, en nuestros hogares, en los medios de comunicación, en la escuela, y en todos los mecanismos de construcción social. Pese a esa idea que la única forma de relación social amorosa es la monógama, en Honduras 35,781 resoluciones de divorcio se han dado en los últimos siete años (2011-2017)[2].

No es el fin entender las relaciones monógamas como abominables, sería motivo de caer en los mismos prejuicios, pero sí el de visualizar que es una constante en nuestra sociedad, y que existen otras formas de relacionarse amorosamente.

Reconocemos que escuchar que la monogamia es normal y natural, e incluso, la única manera correcta de amar[3], es cotidiano: y, también entendemos que cuando nuestros deseos o anhelos no se complacen con estas concepciones, somos desviados sociales o debemos moldearnos.

El poliamor, las relaciones abiertas, o cualquier otro tipo de relación social amorosa, siempre que se practique con responsabilidad y con ética, no debe ser vista como abominable, al contrario, no debería haber impedimento en que aquellos que llenen sus deseos y amen de forma distinta, lo hagan con libertad y sin prejuicio social.

La realidad es otra, el ordenamiento jurídico es restrictivo, y un impedimento para el normal desarrollo de la libertad sexual. El Estado se ha encargado en enfatizar y legislar de forma que nos acomodemos al matrimonio de pareja hombre y mujer[4]. Incluso, puede ser penado, y estas conductas se vuelven trasgresoras de la ley[5].

Veámoslo así, hay relaciones matrimoniales monógamas en las que el amor y la reciprocidad de este es constante y permanente, SE DISFRUTA permanecer con su pareja, sin más inconveniente. Pero, hay quienes tienen un anhelo distinto, y DISFRUTAN de la compañía social y sexual de varias personas, ya sea como un grupo cerrado de varios individuos o con una diversidad de parejas aisladas, puede que efímeras, puede que permanentes. Esa libertad de poder disfrutar el amor de otra forma es castigada social y jurídicamente. La pregunta es ¿Por qué debe ser así?, no hay necesidad de privar a esos individuos de disfrutar su sexualidad sólo porque los demás piensen que es abominable o indebido.

Podría ser reprochable, bajo esta lógica, la conducta de libertad sexual que se practique como mentira o engaño, sin ética y aprovechándose del engaño para poder satisfacer nuestros deseos amorosos. Pero, cuando se practica con consentimiento de las partes, con compromiso, y bajo la investidura de la verdad y la transparencia, todo se torna en un ambiente de consenso de individuos que decidieron amar de forma diferente, porque les satisface y les llena.

“Brindemos por esa putería que no se te va a acabar”. Creo que yo hubiera brindado, pero no sin antes agregar: “esa putería responsable, consensuada y sin mentiras, por esa putería que se brinde con regocijo”, porque a fin de cuentas: si no es putx no disfruta.

[1] CONSTITUCIÓN DEL ESTADO DE HONDURAS DE 1825, articulo 5.

[2]Diario el tiempo digital, 5 de Junio del 2017, disponible en:  https://tiempo.hn/divorcios-en-honduras/

[3] Ética Promiscua, Dossie Easton y Janet W. Hardy.

[4] CÓDIGO DE FAMILIA, DECRETO No. 76-84 Publicado en el Diario Oficial La Gaceta No.24, 394 de fecha 16 de agosto de 1984, articulo 11.

[5] Codigo Penal, Decreto No. 144-83 del 23 de agosto de 1983, Articulo 171

  • Emy Padilla
    Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo emypadilla@criterio.hn

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3 comentarios

  1. Excelente artículo, sintetizada la libertad invididual y por ende de las formas de relaciónes afectivas y sexuales que cada uno escoja. Éstas mismas en la vida pueden ser irregulares, lo importante es sentirse bien en la que se esté y que sea por decisión propia.
    En Honduras la expresión de las alternativas amenaza su existencia, se relega al ámbito privado para que se pueda desarrollar; aunque también no deba validarse por su exteriorisazión, más bien más por que no fuera condenable.
    Me intriga lo legal ¿Qué es lo penado que indica en la referencia #5?
    Saludos.

  2. Saludos, entorno a sus conclusiónes: 1. «La putería no puede ser responsable» «la putería genera pobreza y enfermedad». Puesto que ya intenté desarrollar mis argumentos anteriormente. Me gustaría por el contrario que usted desarrolara esas conclusiones; para encontrar el fondo que lleva a conclusiones distintas entre ambos.

    Saludos

  3. Creo que ha visto demasiado a los artistas de hollywood y poco a otras realidades. La puteria nunca puede ser responsable…. le agradeceria que piense un poco y desarrolle ese tema … La puteria genera pobreza…. piense y desarrollelo. La puteria impide el desarrollo personal…. piense y desarrollelo.
    la puteria genera enfermedad…piense y desarrrollelo.
    Estaria feliz de leer sus pensamientos….