¿Hay alguien que los entienda?

¿Hay alguien que los entienda?

Por: Ismael Moreno

Al menos yo no los entiendo, tampoco a sus políticas. Me declaro incapaz de entender. Y punto. Al no entender, sospecho de sus palabras, sus poses, sus visitas y sus invitaciones, porque no sé cómo entender lo que dicen y ofrecen. O qué están queriendo decir cuando se refieren a personas, sociedades, política, economía, guerras y paz. ¿Y qué es lo que buscan cuando uno asiste a sus invitaciones o eventos? ¿Quién realmente es uno para ellos? Me declaro confundido.

Siempre oí decir que los hondureños éramos cimarrones, que nunca se sabía si subíamos o bajábamos la cuesta o las escaleras, y cuando decíamos sí para decir no, y cuando decíamos no para decir sí. Así nos decían, que no éramos trasparentes. Y más todavía si éramos de los pueblos indígenas u originarios. Confusos en las relaciones, y más todavía cuando se trataba de pedir algo, nunca pedimos las cosas directamente, siempre fuimos retorcidos para que nos dieran algo, nos revolvíamos como culebras.

Pero ante ellos y sus políticas, los hondureños ganamos el concurso de transparentes y directos. Hacen una cosa por delante y la destruyen por atrás, o dicen una cosa por atrás y nos la dicen de otra manera por delante. Si hay alguien que los entienda que me lo diga, por favor, porque lo que dicen y hacen, sea por delante o por detrás, tiene que ver con nuestras vidas, con nuestro presente y nuestro futuro, con nuestras desgracias y con nuestra dignidad.

Una alta representante parecía amiga hasta en el alma de Juan Orlando Hernández, se le miraba con él en todo, con su sonrisa al viento en cuanto acto público estuviera el hombre vestido de presidente de la República. Paso que daba él, paso que daba ella, y lo defendía como se defiende a un hijo o a un perro fiel. El hombre se embarró de reelección, y ella decidió embarrarse hasta el tuétano. Y resulta que luego dicen que no, que no era su amiga ni su defensora, sino que lo investigaba paso a paso, y para sacar lo que quería lo pasó chineando como bebé a dar de besar. Y algunos siguen creyendo y diciendo que son directos en sus asuntos.

Que quien los entienda, me lo diga por favor. Muchos funcionarios de ellos pasaron por casa de gobierno para reconocer la labor del hombre en la lucha contra lo que sea que dijera el hombre que luchaba. Y le daban palmaditas y brindaba por él y con él. No pocos entre periodistas, presentadores de programas de opinión, miembros de la tan poco entendible también sociedad civil, se codearon con el hombre mientras brindaban con esos altos funcionarios que se presentaban como defensores de la democracia defendiendo al demócrata que decía el hombre que era.  

Tan bien lo hicieron los periodistas y representantes de sociedad civil que uno se acabó creyendo que de verdad y sin pestañear se creían lo que los altos funcionarios venían a decir sobre los compromisos para con Honduras en el presente y en el futuro. Tanto se creyeron que luego repetían como propias las calificaciones y conceptos que aquellos altos funcionarios venían a decir sobre el hombre y el país. Con la diferencia de que aquellos decían cosas y tomaban poses que nada tenía que ver con la realidad, mientras que los de aquí repetían esas mismas cosas, pero convencidos de que así eran las cosas. Aquellos nunca fueron amigos –y quizás ni enemigos, porque vaya uno a saber lo que han sido–, pero los de aquí, con sus trajes y poses de demócratas empedernidos, sí les creyeron y se convencieron que eran sus amigos.

Llegaron por múltiples ocasiones los funcionarios luchadores contra narcóticos, y celebraron el compromiso del hombre en su lucha contra las drogas; llegaron los del Comando Sur y hasta llenaron de galardones y medallas a los más cercanos oficiales de las Fuerzas Armadas del equipo del hombre, y hasta vinieron políticos y funcionarios que le dieron palmaditas al hombre cuando ya no quiso renovar el contrato con la MACCIH, porque así decían apoyan los planes del hombre en la lucha auténtica en contra de la corrupción y la impunidad.

Que alguien que los entienda, me lo diga por favor, porque por varios años, quizás desde aquellos tiempos aciagos del golpe de Estado, y cuidado que antes, habían dejado muy en firme su malestar y oposición a las políticas vinculadas con Don Manuel Zelaya Rosales. Y pasaron más de una década apapachando al hombre y sus políticas, cualesquiera que fueran, con tal de mantener alejado al gobierno y sus políticos de las malas influencias del socialista democrático. Y según dicen las malas lenguas –de las que dicen que yo soy parte–, pasaron años enteros apoyando políticamente a quien fuera con tal de mantener alejado de Casa Presidencial y del Congreso Nacional a quienes enarbolaran la bandera de Libre y sus ansias por acercar Honduras a Venezuela y Cuba. Y cuanto más coqueteaban con el gobierno de la isla, más se empecinaban en presionar porque la isla se quedara lejos de nosotros.

Y ocurre que al pasar de los años –y no muchos años—un avión aterrizó en la capital del cual se bajó la más alta funcionaria jamás registrada en nuestra historia para asistir a la toma de posesión de la presidenta de la República. Y de nuevo salen las malas lenguas a decir que entre el montón de vehículos blindados que acompañaban a aquella altísima funcionaria, venía al menos uno para que los agentes antinarcóticos participaran en la captura del hombre, ya sin el cargo protector de presidente de la República. Y siguen diciendo los agoreros de la pluma y de la lengua ponzoñosa, que esa misma tarde, en la corta reunión con la presidenta Iris Xiomara Castro, al altísima funcionaria, habría entregado la orden de extradición del hombre. «Cosas veredes», como diría el flacucho de la mancha.

Y ocurre que de la sospecha que mantuvieron por años ante todo lo que oliera a comunismo, luego pasaron a dejar en claro y en público de la profunda amistad que ellos tienen y juran mantendrán para el futuro con el gobierno del socialismo democrático. ¿Qué es lo auténtico? ¿Lo que vivimos y oímos a lo largo de los años anteriores, o lo que hoy vemos y oímos? O ni aquello ni esto es auténtico, porque quién de nosotros tendría la capacidad para saber lo que de verdad piensan y hacen, ¿o dicen decir y parecen hacer?

¿Alguien que tenga la respuesta podría decirme a fin de cuentas qué es lo que de verdad piensan, dicen y creen, los funcionarios del gobierno de los Estados Unidos y sus políticas? Porqué eso sí, uno puede estar en contra o a favor de lo que ellos dicen, piensen o hacen, pero de lo que no cabe duda es que esa manera de proceder a ellos les ha funcionado de maravilla, porque podrán tener amigos o aparentes amigos, enemigos o aparentes enemigos, pero quién duda de que así como han sido y son a lo largo de la historia, se han convertido en los principales definidores del rumbo del planeta. Para bien, y la mayor parte de las veces, para mal nuestro. Es la eximia política de la ambivalencia, del doble rasero, de la hipocresía, de esa misma práctica política en donde esos asuntos de la moral no solo no cuentan, sino que siempre será algo de poca monta, tratada tanto cuanto conduzca a los objetivos políticos de quienes tienen la amplia mirada de sus intereses geopolíticos. Pero siempre será vista la moral de soslayo y con desprecio.

Me declaro incompetente para entenderlos, porque sus respuestas serán imprevistas e inesperadas. Solo ellos se entienden, por eso quizás han dominado el mundo, y han hecho y deshecho de las realidades humanas y las sagradas, conforme a sus gustos y antojos.

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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