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El teatro y la peste

Por:  Tito Ochoa

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Tito Ochoa, director de teatro en Honduras.

Tegucigalpa. –Ni Edipo, ni Segismundo, ni Hamlet, tenían culpa de lo que estaba ocurriendo a causa de la peste en sus determinadas historias.

En los griegos y romanos la culpa es el destino, en los medievales la culpa es el pecado, y en los contemporáneos la culpa es del sistema.

Pero en realidad, ¿qué esconde el problema de la culpa en los personajes dramáticos? Si ninguno es culpable, dónde está el error de nuestros personajes. El error consiste en haber nacido.

Los griegos y romanos creían que nuestras vidas estaban escritas en un gran libro y que hiciéramos lo que hiciéramos irremediablemente esa historia escrita en el libro del destino iba a ser cumplida.

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Edipo se enfrenta a la peste de Tebas, si saber que el mismo es su perpetrador. El pueblo exige soluciones, Edipo busca su destino si saber que la verdad lo llevará a la tragedia. Él es el culpable de su destino, él ha traído la peste a la ciudad, él es un tirano rabioso que ha violado a la madre tierra y ha matado a la Pather Nostra.  Es decir, se ha casado con su madre y ha matado a su padre, símbolos de la tierra y la patria que se derrumba. Él es un gobernante corrupto que no pudo luchar contra los hilos invisibles de su existencia.  Él es dominado por misteriosas fuerzas, que están más allá de sus límites. ¿Es culpable?, el destino ya estaba escrito, Edipo piensa, porque he de pagar por un delito que me fue ya predestinado. No disculpen, me equivoqué, ya que Edipo no piensa así, así piensa Hamlet 2000 años después. Edipo acepta su destino y sin dudar y sin vacilar, se da cuenta que no le queda otra más que asumir su destino y en un acto de expiación de la culpa, de esa culpa que no sabe cuál es, decide sacarse los ojos. Este acto de expiación, Aristóteles lo denomina El Reconocimiento.  Milan Kundera emulando este hecho, en su libro La Broma, exigió a los dirigentes del partido comunista que se cortarán los brazos, y así expiar su culpa, eso le costó por supuesto la expulsión de todos sus cargos y el exilio. Imaginémonos lo que tendría que hacer nuestros gobernantes para expiar su culpa por el desastre que tenemos desde hace 200 años de Nostra Pather. Tendríamos un ejército de mancos, cojos y ciegos.

Pero aquí eso de reconocer los errores, sobre todo en nuestros gobernantes no es la tónica. Los griegos le dieron al teatro el sitio más alto que este haya podido tener en la historia de la humanidad. Las obras, los escenarios, la poética son representantes genuinos de la gran importancia que jugaba el teatro en esa sociedad.

Los temas son variados y retratan las múltiples causas y efectos de nuestro comportamiento social, político y cultural. Obras de culto donde intelectuales y científicos de todas las épocas y de todas las razas se abocan para entender el accionar humano en todas sus facetas, psicológicas, sociológicas, económicas e históricas.

La Orestíada trilogía de Esquilo, retrata el regreso de Agamenón de la guerra de Troya. Obra que servirá a Jean Paul Sartre para hacer su obra cumbre Las Moscas, que dramatiza precisamente el comportamiento de los hombres durante el desarrollo de una pandemia.

En la Orestiada, Orestes, hijo de Agamenón, tendrá que cumplir su destino y matar a la asesina de su padre, que no es otra más que su madre Clitemnestra.

También hay peste producto de este asesinato. La Tierra llora, la Patria está de luto, el pueblo exige sangre, su hermana exige venganza.

¿Quién trajo la peste? Su padre por haberse ido a la guerra y dejar abandonados al pueblo y a su familia. Su Madre, porque al estar sola, decide tener un amante y al regresar su marido lo asesina cobardemente en su bañera. El pueblo por soportar y aprobar pacientemente todas las decisiones de sus gobernantes. Volvemos a la culpa y volvemos al destino. ¿Quién es el culpable? ¿Puedo enfrentarme a las fuerzas del destino?  La peste está ahí, todo está paralizado, muere la gente, tenemos que hallar una solución. Orestes tendrá que matar a su madre y allanar el camino para el resarcimiento con las fuerzas misteriosas de la existencia humana, solo así se acabara la peste y volverá todo a la normalidad, eso ya se lo dijo el oráculo, como años antes se lo había dicho a Edipo. Las pestes se originan en todas las tragedias como castigo de los dioses a comportamientos humanos deleznables, guerras, asesinatos, parricidios, incestos, violaciones. ¿Qué tan cierto puede ser esto en nuestros días? De quien es la culpa de esta pandemia. Volvemos a pregunta original, ¿somos culpables?, si de haber nacido.

  • Emy Padilla
    Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo emypadilla@criterio.hn

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4 comentarios

  1. Excelente artículo, profunda exposición sobre los males humanos, las culpas, las pestes incontrolables, la humana la peor.
    Saludos y un abrazo.

  2. Wuauuu, excelente cátedra, gracias Tito, porque con este artículo, haces una exposición magistral, sobre la peste que son nuestros gobernantes y lo timoratos de la oposición y bueno, el pueblo que con su paciencia permite que se reproduzca la peste.

  3. Me encantaría ver una representación de Las Moscas, estoy seguro quedaria como un acto de la viva realidad. Espero esten maquinando que más crear, estamos necesitados de arte, espero que pronto mejore la situación en el país.