El Banco Central y la política monetaria

El Banco Central y la política monetaria

«¡Oro!, ¡oro maravilloso, brillante, precioso!

 Un poco de él puede volver lo blanco, negro; lo feo, hermoso; lo falso, verdadero; lo bajo; noble; lo viejo, joven; lo cobarde, valiente

Timón de Atenas, Shakespeare

Por: Pedro Morazán

 

El dinero y nosotros

Vamos a hablar hoy del dinero. Y lo haremos tomando en cuenta el hecho de que juega un papel esencial en la vida humana, desde tiempos inmemoriales. Tan inmemoriales que su surgimiento se puede suponer, pero no se puede determinar con precisión. Lo que sí se sabe es que etimológicamente dinero viene de la palabra “Denario”, moneda del imperio romano que equivalía al Dragme de los griegos. Sin embargo, como muchas cosas, el dinero como medio de pago y circulación había sido “descubierto” muchos años antes en el Oriente Medio e incluso en China 100 años antes de Cristo. De todas formas, mientras los mayas no se complicaban la vida y utilizaban el cacao como moneda, los romanos acuñaban su medios de pago en el templo de la diosa “Moneta”. De una forma u otra, no importa la región, antes de usar el dinero, sea como medio de pago o de atesoramiento, había que producirlo.

Esta situación pasa desapercibida para muchos de nosotros. Nos encontramos con el dinero en todas partes en nuestra vida cotidiana. Cuando oímos la palabra «plata» o “pisto”, la mayoría de nosotros pensamos primero en monedas y billetes. Hablamos de «ganar dinero» cuando se trata de nuestros ingresos. Hablamos de «gastar dinero» cuando vamos de compras. Cuando realizamos compras de mayor envergadura, ocurre que tenemos que «pedir dinero prestado», es decir, pedir un préstamo, ya sea a conocidos o a un banco. A pesar de que con el tiempo el dinero ha sufrido y seguirá sufriendo metamorfosis inimaginables (Bitcoins), su importancia para las familias, las empresas y las economías está fuera de toda duda.

En su Papa Goriot Honoré de Balzac, quien de hecho, tuvo un pésimo manejo de las finanzas en su vida, pone de hecho el dinero en el centro de una de las obras pilares de su “Comedia humana”. Y no solo Shakespeare miraba en el dinero un poder alienante sino que el mismo Goethe y tantos otros, reconocían los poderes diabólicos que su posesión podían desarrollar: “Le veau d’Or est venqueur de Dieux...” diría el católico Charles Gounod en boca de Fausto, parafraseando a Goethe en una de las más hermosas arias de la historia de la ópera. Sin embargo, como con el resto de las mercancías, mientras más escaso, mayor es el valor del dinero. Por eso es de vital importancia el buen manejo de la masa monetaria ya que para nadie es bueno que el dinero pierda su valor y tienda a desaparecer al no ser reconocido como medio de pago, como ocurrió en Alemania en 1921, en Argentina en 2000 o en Venezuela actualmente, para mencionar solo algunos casos.

Este uso tan diferente del término «dinero» no es casualidad: es una expresión de las múltiples funciones que el dinero tiene en la vida económica. Y de hecho fue una de las inspiraciones del joven Marx en sus manuscritos económico-filosóficos de 1844, cuando en su coqueteo con Hegel, hablaba del papel enajenante que juega el dinero en la vida de las personas. En fin, nos llevaría páginas enteras, ocuparnos del dinero como tema de la literatura, de la filosofía y del arte en general. Sin embargo no es esa la intensión del presente ensayo. Aludo, eso sí al dinero, porque lo que pretendo es evocar en algunas líneas, la importancia del Banco Central y el espacio fiscal para una economía como la hondureña.

El dinero y la economía

La obra seminal de John Maynard Keynes lleva el nombre “Teoría general del empleo, el interés y el dinero”, donde logra de manera más prosaica y menos poética, establecer los nexos entre la política monetaria y el nivel de empleo en una economía. Keynes demostró, entre otras cosas, que la oferta y la demanda en los mercados no conducen automáticamente a un equilibrio macroeconómico con pleno empleo. Según esta teoría, el desempleo también es más frecuente en las economías de mercado, sin que las fuerzas del mercado puedan provocar por sí solas un repunte y, por ejemplo, mediante recortes salariales, se acabe con el desempleo y se alcance el pleno empleo. Según Keynes, la razón de las depresiones económicas acompañadas de desempleo es la insuficiente demanda de bienes, especialmente de bienes de capital. La demanda de bienes de capital, a su vez, depende de las expectativas de beneficios futuros de las empresas. Las empresas sólo emplearán a tantos trabajadores como necesiten para producir sus cantidades de bienes. Si la demanda económica global de bienes cae, se produce menos y las empresas despiden a algunos de sus trabajadores. El desempleo, a su vez, conduce a la reducción de los ingresos, lo que hace que la demanda agregada de bienes de consumo caiga aún más, lo que provoca un desempleo aún mayor.

Solamente con un aumento de la demanda económica global de bienes de inversión (capital) se puede lograr el pleno empleo. El consenso entre los economistas es innegable, el aumento de la inversión crea puestos de trabajo y, por tanto, ingresos, lo que a su vez impulsa la demanda de bienes de consumo y da lugar a más inversiones. Sin embargo, la propensión de las empresas a invertir depende del nivel de los tipos de interés. Como bien se sabe, la tasa de interés es en cierta forma “el precio del dinero”. Si la tasa de interés es alta, la propensión de las empresas a invertir será baja, lo que no tendrá un impacto positivo en la situación económica. Si, por el contrario, el tipo de interés de los préstamos es bajo, las empresas tienen una mayor expectativa de beneficios y, por tanto, un mayor incentivo para invertir. Pero incluso si las tasas de interés bajan, la propensión de las empresas a invertir puede ser baja porque esperan, por ejemplo, que los tipos de interés bajen aún más.

En esta situación, según Keynes, el Estado está llamado a garantizar que la falta de demanda privada sea sustituida por la demanda estatal y así sacar a la economía de la crisis y el desempleo. Esto se realiza cuando el Estado invierte en la construcción de carreteras, ferrocarriles o incluso puertos. Así aparece lo que hoy se conoce como el “multiplicador keynesiano.

Hasta aquí, todo bien. Sin embargo, para todos los modelos económicos es válida la frase de Goethe (de nuevo en “Fausto”): “Gris querido amigo es toda teoría; verde, es el árbol dorado de la vida”. Dicha política económica no es muy exitosa en situaciones en las que el Estado tiene un nivel de endeudamiento insostenible. Precisamente porque el Estado tiene que endeudarse para poder financiar las inversiones de capital que no puede movilizar el sector privado de la economía.

¿Porqué es importante el Banco Central?

Técnicamente hablando, el Banco Central es la institución encargada de la producción y la distribución del dinero. Más precisamente, es la entidad que tiene ese monopolio. Ninguna otra instancia de las economías modernas puede asumir ese rol. Vinculada a la producción del dinero está la llamada “política monetaria”, definida de manera compacta, como el uso de instrumentos para garantizar la estabilidad de precios y la estabilidad económica.

Evidentemente que hablar de la Junta Directiva del Banco Central no resulta tan interesante como como hablar de la Junta Directiva del Congreso Nacional. Tanto los temas como los actores resultan muy monótonos y en ellos no se involucran ni comentaristas deportivos ni astros meteóricos de la política vernácula. Por lo menos no directamente. Sin embargo la dirección del Banco Central es de enorme relevancia para la vida de millones de personas. ¿Porqué?

En primer lugar porque el Banco Central tiene la atribución de emitir moneda, es decir tanto billetes y monedas, como bonos y otras formas de dinero. Usando el aburrido lenguaje económico, esto quiere decir que el Banco Central determina la oferta monetaria de la economía y las familias, las empresas y el Estado representan la demanda monetaria. Al igual que en la economía real, si la oferta se mantiene constante o se reduce y la demanda aumenta, entonces el precio del dinero (circulante) sube. Por lo general esto se manifiesta en un aumento de la tasa de interés. El Banco Central decide cual es el nivel de la tasa de interés más adecuado para que los agentes económicos, es decir las empresas, las familias y el Estado puedan desarrollar sus actividades. Por eso es importante que el Banco Central actúe como institución relativamente independiente de la política, para evitar conflictos de intereses.

En segundo lugar, y esto suena contradictorio, el Banco Central es el banquero del gobierno. De hecho, el gobierno es su único cliente con una cuenta directa. Al mismo tiempo el Banco Central es agente financiero del gobierno en el sentido de que le puede conferir créditos. La deuda interna pública de Honduras es, de hecho deuda con el Banco Central. Mientras mayor sean los créditos que le ofrezca el Banco Central al gobierno, mayor será la expansión monetaria y, por tanto, mayor será la inflación. La inflación definida como un aumento generalizado de los precios, afecta especialmente a las personas de menores ingresos. Como todo mundo bien lo sabe mientras más altos los precios menos vale el dinero. Esto es una perogrullada.

Para dar un ejemplo. Un partido político hizo la promesa en campaña, de construir 2000 hospitales en el primer año de gobierno. En un país como Honduras una promesa loable y necesaria. Lamentablemente el Estado no cuenta con los recursos financieros necesarios para hacer tal inversión en infraestructura social. Para satisfacer los intereses el Directorio del Banco Central moviliza, supongamos 25 mil millones de Lempiras para financiar dicho proyecto por medio de un crédito al Estado. Dicha medida tendrá consecuencias serias en toda la dinámica económica, por ejemplo estimulando la inflación, en caso de que dicha inversión no tenga el impacto necesario en el impulso el aumento de la actividad económica, por ejemplo de la industria del cemento. La inflación, por su lado afectará el poder de compra de las familias de menores ingresos a las que se pretendía ayudar con la construcción de las escuelas.

En tercer lugar, el Banco Central es también prestamista de última instancia de los bancos comerciales. Está situación se da, cuando los bancos comerciales tienen problemas de liquidez. Aquí también es importante la independencia del Banco Central de los intereses particulares de grupos oligárquicos vinculados al poder financiero. En el pasado reciente grupos bancarios se vieron vinculados al lavado de dinero proveniente del narcotráfico y, en no pocos casos los problemas de liquidez del sistema financiero están vinculados a la fuga de capitales. Por eso es importante que sea el gobierno entrante y no el gobierno saliente, quien decida sobre la constitución del Directorio del Banco Central.

El Directorio del Banco Central de Honduras lo integran cinco (5) directores nombrados por el o la Presidente de la República a través de la Secretaría de Estado en el Despacho de Finanzas. De esto cinco, uno funge como Presidente de la Institución y otro como Vicepresidente. En las economías desarrolladas modernas, se nombra como Presidente de la Junta Directiva del Banco Central a una persona de reconocidas credenciales y que goza del reconocimiento de todos los actores económicos. No es muy recomendable, la experiencia lo confirma, nombrar a un activista político aunque si es compatible e incluso deseable que dicha persona sea militante o simpatizante del partido de gobierno. Desde ese punto de vista, la decisión del gobierno saliente de imponer una nueva Presidente del Banco Central a inicios del presente año, deberá ser interpretada como muy contraproducente, para decirlo en lenguaje diplomático.

Hay espacio fiscal para el desarrollo sostenible?

No vamos a entrar en cifras, aunque sería recomendable para fundamentar la argumentación aquí expuesta. En resumen se puede decir que, debido a la Pandemia y a las dos tormentas tropicales Eta y Iota, el gobierno anterior se vio obligado a aplicar una política expansiva (de común acuerdo con el Fondo Monetario Internacional), reduciendo la tasa de interés y aumentando el endeudamiento público para poder afrontar las consecuencias económicas del encierro. Esto era necesario (de hecho en todo el mundo), también para ayudar a las familias más pobres afectadas por el Covid, por medio de transferencias directas y para rehabilitar la infraestructura del sistema de salud y la infraestructura vial, destruida por los eventos naturales mencionados. Algo muy importante, especialmente si tomamos en cuenta que la economía se contrajo hasta en un 9% en 2020.

En su discurso de investidura la nueva Presidente de Honduras manifestó la decisión de su gobierno de apostarle a una política monetaria más expansiva por medio de una reducción de la tasa de interés, que como bien sabemos había sido ya reducida por el gobierno anterior hasta en 250 puntos. Es evidente que el País necesita un fuerte impulso, en el sentido keynesiano, para que crezca la inversión en infraestructura renovable y con ella aumente el empleo y se reduzca la pobreza. Desde esa perspectiva es comprensible y necesario el anuncio de la presidente Xiomara Castro. Sin embargo no hay que olvidar que el nuevo gobierno asume una economía exhausta y altamente endeudada producto de por lo menos 12 años de corrupción y clientelismo político. Con una oligarquía económica mal acostumbrada a financiar sus negocios con la ayuda del Estado. Como consecuencia de ello los recurso públicos son muy escasos y el déficit fiscal es ya muy elevado. Por ello es importante recurrir a la cooperación internacional haciendo hincapié en que el cumplimiento de las promesas es en beneficio mutuo.

Cuando hablo de la cooperación internacional, me refiero tanto a los socios bilaterales como la Unión Europea, Estados Unidos o el mismo México en la región, como a los socios multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, etc. Hay que resaltar aquí la cooperación del Sistema de las Naciones Unidas, como es el caso del PNUD. Todas estas instituciones deben asumir su cuota de responsabilidad con un proyecto que impulse el combate a la pobreza y la desigualdad en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Deben estar consciente que este gobierno cuenta con el respaldo popular de más del 60% de la población y que, sobre todo, el país está saliendo de su época más oscura de corrupción, emigración y narcotráfico.

Hay al menos cuatro formas clave de aumentar el espacio fiscal de los países en desarrollo como Honduras. La primera es la mejora de la gestión monetaria global, es decir la política monetaria del Banco Central, en particular la mejora de la liquidez. La segunda es la mejora de la recaudación de impuestos con el apoyo de varias reformas fiscales globales. La tercera es una mayor intermediación financiera por parte de los bancos multilaterales de desarrollo (BMD) para apoyar la financiación del desarrollo a largo plazo. La cuarta es el alivio de la deuda externa, con la asistencia de los acreedores multilaterales. Un examen de esas cuatro políticas conduciría a un mayor espacio fiscal. Sin embargo se puede sacar la conclusión de que, una política más expansiva que cree un mayor espacio fiscal para financiar el alcance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible no se puede lograr sin la asistencia de la cooperación internacional y, en el caso de Honduras, de la cooperación norteamericana, interesada en reducir la migración.

La Administración norteamericana de John Biden ya aprobó la asistencia necesaria para impulsar las economías del triangulo norte por medios de programas de inversión que impulsen nuevas fuentes de trabajo. Debido a la desconfianza en el gobierno de Juan Orlando Hernández, se intentaba canalizar dicha inversión por medio de instituciones no estatales. Esa era hace unos meses una buena idea. La situación ha cambiado y la capacidad de absorción de las ONG en Honduras es muy limitada. Por ello sería un gran paso combinar la estrategia de la cooperación norteamericana con los planes del nuevo gobierno de Xiomara Castro. A nadie le conviene que el sueño de los hondureños y hondureñas por salir de la pobreza sea traicionado por una cooperación internacional paralizada por la desconfianza.

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

Compartir 👍

Podría interesarte