- Los hombres han convertido los espacios públicos en su campo de batalla para someter cobardemente a las mujeres.
- Este artículo de la periodista Viena Hernández narra e ilustra cómo los hombres ejercen control sobre las mujeres porque se sienten impunes ante un código penal garantista ante estas prácticas misóginas.
Tegucigalpa. – El acoso se ha normalizado como parte de una de las estrategias del sistema patriarcal y machista, demostrando su reforzamiento en el dominio sobre el cuerpo de las mujeres, tanto así que, de acuerdo con un experimento de Criterio.hn, se observó la conducta, en este caso de los acosadores callejeros cuando su objetivo es cuestionado.
Desde esos hallazgos que han resultado de una realidad que vivo yo y muchas mujeres en Honduras, decidí tomar otra postura frente a los acosadores callejeros, es decir, enfrentarlos, y aunque sabía que era peligroso, pues nunca se sabe a quién encontramos en el camino y mucho menos qué reacción tendrían cuando me defendiera, las respuestas fueron varias, pero parecidas.
Ante mi pregunta de ¿por qué me acosás?, luego de escuchar “piropos” ofensivos, miradas lascivas con besos al aire, frases humillantes desde diferentes hombres de distintas edades, las reacciones al ser expuestos ante mi cuestionamiento fueron de vergüenza, enojo, huir, callar, sorprenderse y otros decidieron repreguntar: ¿Por qué te enojás?
En efecto, pude evaluar que, en su mayoría, los acosadores están acostumbrados a la sumisión de la mujer, joven o niña acosada, que ella sea la única que sepa lo que está sucediendo, es decir, saben y se sienten seguros de que nadie, ninguna se defenderá ni dirá nada.
Por esa razón, cuando su acoso quedó al descubierto actuaron de distintas formas, pero en todas demostraron que no esperaban ser enfrentados. Además, el pensamiento en general fue, incluso uno de ellos con molestia lo dijo: “cómo puede molestarse si la enamoran, más bien debería sentirse halagada”.
Al compartir esa experiencia y los resultados de ese experimento que hice en octubre pasado, por voluntad propia, por curiosidad y al estar cansada de guardar silencio, pedí la opinión sobre la conducta de los acosadores a feministas y defensoras de los derechos de la mujer.
En esa conversación, Adelay Carias, expresó a Criterio.hn que, el patriarcado, que etimológicamente significa “gobierno de los padres”, es un sistema que ordena a las sociedades de forma jerárquica en función del sexo, de modo que las mujeres siempre van a estar subordinadas a sus hombres y empleadas por ellos para su disfrute o a su servicio.
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FORMA DE ABUSO Y VIOLENCIA INYECTADO EN LA SOCIEDAD
Entre tanto, la trabajadora social e integrante de Visitación Padilla, Cristina Alvarado comentó en entrevista con Criterio.hn que la normalización del uso y abuso del cuerpo de las mujeres está inyectada en toda la sociedad y lo más burdo es el acoso callejero.
Ese ejercicio de poder sobre el control del cuerpo femenino es todo un entrenamiento desde la infancia para que llegue a ser asumido como normal. Hay quienes creen que por tener “un cuerpo”, “unos ojos” o “un rostro” bonito es normal recibir “piropos”.
“Es una falta de respeto. Entendamos que es un medio que utiliza el patriarcado y el machismo para hacer creer a los hombres que ellos están en la potestad de hacer y deshacer con el cuerpo de las mujeres, sean conocidas o desconocidas. No es que están enfermos, es un ejercicio de poder”, señaló Alvarado.
Con base a ideas, prácticas culturales, leyes, instituciones, etcétera, las mujeres son vistas como seres inferiores, que deben obediencia y sumisión a los hombres. El patriarcado hace que los hombres odien a las mujeres (misoginia), que las desprecien e inferioricen.
Como resultado de todo esto, las mujeres son vistas como meros objetos sexuales, disponibles y accesibles a los hombres cuando ellos lo deseen. De esta forma las calles, los parques, el transporte público, los mercados, los espacios deportivos, etc., se vuelen espacios inseguros y violentos para las mujeres.
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“Por eso es que los hombres se sienten con el permiso de atacar a las mujeres en los espacios públicos, de ofender con palabras soeces, de invadir nuestro espacio personal y de agredirnos con tocamientos e, incluso, con agresiones sexuales más graves”, dijo la feminista Adelay Carias.
Lo que sucede con esas prácticas correspondientes al acoso sexual callejero es que se pretende controlar a las mujeres fuera del espacio privado, se niega su derecho a la movilidad y a ser parte de la colectividad, se limitan sus posibilidades de construirse como ciudadanas que puedan crecer y desarrollarse en espacios seguros.
El acoso sexual callejero es una estrategia eficaz que tiene el patriarcado para mostrar cual es el lugar de las mujeres, para mantenernos recluidas y alejadas de los espacios públicos y del poder.
A pesar de su gravedad, el acoso sexual callejero es considerado como una expresión “folclórica” de nuestra idiosincrasia y cultura, como algo jocoso, poco grave y sin importancia, expresó Carias.
Por esta razón, como delito desaparece en el Código Penal recientemente aprobado, situación que deja en indefensión a las mujeres y en la absoluta impunidad a ese ejército de hombres que no dudan en hacer del espacio público un infierno y un campo de batalla para las mujeres.
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Soñadora incorregible, en todo lo que hago soy diferente y auténtica, quiero dejar legado en esta carrera que ha sido descuidada y utilizada, defiendo a los seres vulnerados y detesto la injusticia. Las artes, el estilo y la naturaleza son parte del libro de mi vida. Escribiendo encontré el sosiego para sobrevivir. Creo reportajes y escribo sobre derechos humanos, migración, LGBTIQ+, mujeres, niñez, corrupción, arquitectura, análisis y comportamiento social, a veces una pizca de política. Creadora de Las 5 de Criterio. Ver todas las entradas