El Imperio ataca otra vez

El imperio ataca otra vez: haciendo sentirse en Bielorussia

 

Por: John Moran Robleda, MA

Bueno, ¿qué pasa con Bielorrusia?

El país tiene una posición geográfica interesante apretada entre los países alineados con la OTAN y Rusia. Acaba de tener elecciones y se enfrenta a una crisis compleja y peligrosa que bien podría desembocar en una gran crisis dentro de Bielorrusia e incluso en la pérdida de soberanía. Puedes llamarlo como la “Ucranización” de Bielorrusia, si saben que ocurrió en Ucrania hace años. Pero primero un breve «mini-manual» sobre Bielorrusia. Esto es lo que creo que todo el mundo debería saber sobre este país:

* Bielorrusia es una creación completamente artificial, incluso más artificial que Ucrania. Desde 1999 Rusia y Bielorrusia tienen un acuerdo para formar una Unión. El pacto otorga a los ciudadanos de Rusia y Bielorrusia el derecho a trabajar y establecerse permanentemente en cualquiera de los países sin procedimientos formales de inmigración obligatorios para los extranjeros. Conservan sus pasaportes nacionales y otros documentos de identificación.

* Como país, Bielorrusia es un estado policial casi perfecto, competente y temido. Hasta mantuvieron el nombre de KGB para imponer control psicológico sobre la población. Su presidente Alexander Lukashenko gobierna como un caudillo latinoamericano del siglo XX donde es el solo el que vale. Es un tipo de JOH.

* Rusia ha subvencionado el precio del gas natural y el petróleo crudo que entrega a Bielorrusia donde apenas se utiliza dentro del propio país. Bielorrusia lo refina y vende los productos resultantes en divisas fuertes en los mercados occidentales.

* A fines de 2019, Lukashenko y Putin se reunieron para una cumbre en Sochi. Putin presionó nuevamente para que se avanzara más hacia la formación de la Unión. Hecha realidad, Lukashenko ya no sería el máximo caudillo en Bielorrusia y ni tendría protagonismo. De regreso de Sochi Lukashenko cambió de rumbo. Cortejó abiertamente a los Estados Unidos y a otros países occidentales y de repente enfatizó la soberanía bielorrusa (o sea su posición de caudillo lleno de protagonismo y su statu quo intacto).

* Luego, Lukashenko prometió diversificar los proveedores de petróleo de Bielorrusia. Cumplió comprando envíos de Azerbaiyán, Noruega y Arabia Saudita en los últimos cinco meses, aprovechando un shock inducido por el coronavirus en los precios del petróleo. Mike Pompeo visitó Minsk a principios de febrero 2020, cuando se ofreció por primera vez a vender petróleo estadounidense «a un precio competitivo».

* Luego, en abril 2020, Bielorrusia y los EE. UU. restablecieron formalmente las relaciones diplomáticas cuando Julie Fisher, una de las principales funcionarias del Departamento de Estado para Europa, fue nombrada embajadora en Bielorrusia, puesto que había estado vacante durante más de una década.

* Pero acercarse al Occidente también tiene un precio. Un embajador norteamericano significa que los planes de golpe de estado (“regime change”) nunca están lejos. La repentina atención que Bielorrusia recibe ahora de las organizaciones alineadas con Estados Unidos es una señal segura de que un golpe está en marcha.

* El 9 de agosto, Bielorrusia celebró elecciones presidenciales donde Lukashenko hizo todo lo posible para volver a ganar.

Según Lukashenko, aliarse con los EE. UU. y su “Deep State” era la respuesta para su posición y vida política como mana más en Bielorusia. Se equivocó. Las “revoluciones de color” (color revolutions) suelen iniciarse con elecciones controvertidas – sea previo o después. Los resultados se ponen en duda públicamente incluso antes de que comiencen las elecciones. Cuando los resultados finalmente lleguen, los medios occidentales afirmarán que difieren de la expectativa que crearon y, por lo tanto, deben haber sido falsificados (Si es títere o sátrapa los medios Occidentales dicen que no hubo fraude y lavan los resultados fraudulentos como en Honduras). La gente será enganchada para ir a las calles a protestar. Para aumentar el caos, algunos tiradores agudos pueden trabajar para disparar contra la policía y otros a los manifestantes como se hizo en Ucrania. La revuelta termina cuando es azotada o cuando el candidato favorito de los Estados Unidos se coloca en su lugar.

Para sorpresa de Lukashenko los EE. UU. parecía tener varios candidatos en las elecciones. Viktor Babariko es el ex director de Belgazprombank, mientras que Valery Tsepkalo es un ex alto funcionario de la administración de Lukashenko que se desempeñó como embajador de Bielorrusia en los Estados Unidos antes de dirigir más recientemente el Belarus Hi-Tech Park, uno de los clústeres de TI más grandes de centro y este de Europa. Algunos manifestantes anti-Lukashenko han comenzado a blandir pantuflas en respuesta al popular Blogger de YouTube y aspirante a presidente Syarhey Tsikhanouski, llamado a aplastar al presidente de Bielorrusia «como una cucaracha». Esto ha llevado a conversaciones tentativas sobre una inminente «revolución de zapatillas» (¿la CIA ya no tiene más colores? Ambos tienen programas neoliberales bastante similares que abogan por la privatización y una economía más abierta al FMI.

Hay razones para los Belarusos a votarlo fuera de su cargo. Pero también hay razones para querer que se quede. Para un país estancado económicamente y con recursos muy limitados, el PIB por persona en Bielorrusia es de alrededor de $ 20.000. Eso es el doble del número de su vecina Ucrania quien se alió con los gánsteres como el FMI. La seguridad social y los servicios funcionan en un grado significativo. En ese sentido, no es sorprendente que Lukashenko salió como el ganador legítimo de las elecciones. Putin y Xi JinPing -entre otros- felicitaron a Lukashenko.

Para los EE. UU. ese resultado no era tolerable. Decidió entrometerse y fomentar una revolución de color (perdón, “”zapatillas”). Para Rusia, Bielorrusia es un aliado militar crucial, uno que juega un papel central en los planes de defensa rusos. Si los EE. UU. y la OTAN tienen éxito en tomar el control del país, esta será una gran amenaza estratégica para la seguridad rusa. Su futuro sería sombrío. Las relaciones económicas con Rusia sufrirían. Al final, Bielorrusia probablemente estaría peor que Ucrania.

Me imagino que han preguntado ¿es algo que el presidente Donald Trump está haciendo y porque si el lema de su campana de 2016 era poner fin a los golpes de estado en el extranjero, entrometiéndose militarmente, guerras militares fraudulentas, etc.? Resonó con el electorado norteamericano. La verdad es que no, y sus enemigos tratan de hacer lo suyo para no solo avanzar sus planes imperiales y geopolíticas contra rivales que oponen su hegemonía en decadencia, y un plan siniestro que incluye una confrontación nuclear o Guerra Mundial III.

Ahora parece que el “Gestapo” ucraniana SBU (que no hace nada sin la aprobación de sus amos en Washington quienes los pusieron en el poder) montó una compleja operación encubierta para intentar que Bielorrusia y Rusia se enfrentaran. Toda la operación, incluida la contratación, la compra de billetes de avión, etc., se llevó a cabo, de hecho, desde Ucrania. Los rusos tardaron menos de 24 horas en descubrir todo el plan y filtrarlo a los medios.

Si bien nadie duda del resultado de cualquier elección en Bielorrusia, el punto no es si Lukashenko ganaría, sino solo ¿cuánto ganaría? Esta vez, sin embargo, parece haber más protestas que en el pasado y, a diferencia de lo que sucedió en el pasado, las protestas no se limitan a Minsk y ahora se han extendido a otras ciudades. Entonces, aunque Lukashenko nunca corrió el riesgo de perder oficialmente las elecciones, una protesta al estilo “Maidan” en Ucrania sigue siendo una clara preocupación para él.

Pompeo y sus neocons aún no han tirado la toalla. Ahora ya no piensan enviar a la Sra. Fisher como nueva Embajadora si no un Charge d’Affairs para mantener su centro de espionaje (perdón “Embajada”) – así como han tenido a Honduras. Se llama Jeffrey Giauque, un funcionario de inteligencia del Departamento de Estado con una larga trayectoria de sucesivas misiones de desestabilización. Si Lukashenko es derrocado, ya sea por un complot de la “KGB” bielorruso o por una insurrección violenta al estilo de “Maidan”, es obvio de que quien llegue al poder será 1) ya examinado y aprobado por los que manejan esto en nombre de los Estados Unidos y 2) será rabiosamente anti-ruso.

El mensaje de los bielorrusos es claro: no a la privatización y conversión a otra Ucrania y mantener sus beneficios de seguridad social estatales y nivel PIB por persona; 2) Lukashenko ya paso su ciclo. Votaron para el para protegerse, pero ya ni en cara lo quieren ver.

Para estudiosos de este parte del mundo que no están en la bolsa del Imperio, la reincorporación total de Bielorrusia a Rusia no solo resolvería el “problema bielorruso”, sino que también resolvería el “problema de Lukashenko”. Rusia tiene influencia y recursos más que suficientes en Bielorrusia para forzar un cambio. Sería difícil y peligroso, pero no hacerlo podría resultar en un resultado mucho peor. Para estos mismos observadores, con la llegada de Giauque el Imperio anglo-sionista ya pueden hacer algo en lo que son muy buenos: provocar más y más violencia, obligando al estado a recurrir a la represión violenta y luego todo lo que se necesita es lo que han hecho con éxito Kiev, Aleppo y muchos otros lugares: enviar francotiradores profesionales para disparar a AMBOS lados, creando así una guerra civil.

Todo depende de que va a hacer Putin y Rusia. Al final, parece que Pompeo no es tan diferente que su antecesor demócrata John Kerry en su Rusofobia y actitud geopolítica contra Rusia.

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas

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