Trans 450, un monumento a la corrupción que se ha convertido en el refugio de los migrantes venezolanos

Los venezolanos le llaman “los campamentos de la hermandad” a la morada en la que se han instalado en el Trans 450, a la altura del concurrido bulevar Centroamérica en Tegucigalpa.

Tegucigalpa, Honduras. – Tiendas de campaña, niños y niñas jugando, corriendo de un lado a otro. La escena perfecta para un campamento de exploradores, de esos que salen un fin de semana al campo para respirar aire puro y alejarse del bullicio de la ciudad, pero no, son las tiendas de campaña de las personas migrantes que en su tránsito pasan por Honduras en su intento por llegar a los Estados Unidos y otros a Canadá.

En el grupo de migrantes hay muchos niños y niñas que viajan junto a sus padres. (Foto: Horacio Lorca-Criterio.hn).

El improvisado campamento donde pernoctan forma parte de las huellas de la corrupción heredada por el fallido proyecto de transporte urbano, más conocido como Trans 450, sobre el bulevar Centroamérica, una transitada vía de Tegucigalpa, capital de Honduras.

Sobre este proyecto vial, que representó la pérdida de más de 58 millones de dólares, hay dos cabinas abarrotadas por venezolanos, entre mujeres, hombres y niños.

Deiker Farias, un hombre venezolano, de tez trigueña, y grandes ojos cafés, fue el primero en recibir al equipo de Criterio.hn; antes de cruzar el transcurrido bulevar Centroamérica, ya nos había saludado con una sonrisa que dejaba mostrar su dentadura.

El hombre de 38 años, es el encargado de organizar los equipos de limpieza y tiene una detallada lista –memorizada— de las familias que, por unos días, estarán pasando las frías noches en el Trans 450, durante la presente temporada lluviosa que está conllevando al descenso de las temperaturas en una calida ciudad.

En el detallado reporte que nos brindó Deiker, en la estación del Trans 450 de la colonia Miraflores hay 30 niños y niñas y 55 adultos.

Deiker relatóque cuando él iba pasando el día que llegó a Tegucigalpa, unos compatriotas que ya estaban instalados en el campamento le ofrecieron comida, desde la fecha –ya hace más de dos semanas— permanece “tratando de poner el orden para que todos estemos tranquilos, mientras conseguimos plata para seguir hasta Guatemala”.

La morada de los migrantes ha sido bautizada por Deiker como “campamentos de la hermandad”.

El venezolano Deiker Farias ha bautizada la morada de los migrantes como “campamentos de la hermandad”. (Foto: Horacio Lorca-Criterio.hn)

En 2012, el Trans450 fue anunciado por el entonces alcalde capitalino, Ricardo Álvarez, como “una solución de transporte moderna, segura y económica”, pero la obra nunca llegó a materializarse. En ese momento el alcalde nacionalista buscó tres fuentes de financiamiento: 30 millones de dólares del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), 10 millones de dólares del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y 18 millones de dólares de la Tesorería General de la Alcaldía.

Después de tres administraciones municipales, la alcaldía liderada por Jorge Aldana, canceló la millonaria obra de la corrupción y anunció, en septiembre de 2022, que el centro de operaciones del Trans 450 se convertiría en el centro de monitoreo de tráfico u movilidad de la capital, pero, a más de un año esta promesa tampoco se ha concretado.

Además, el edil capitalino, señaló que las diferentes estaciones tendrían algún tipo de utilidad, para el caso, la que está frente al Hospital Escuela serviría como una sala de espera extendida para los familiares de los pacientes que asisten a este centro sanitario. La de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), una terminal de autobuses y el resto de estaciones funcionarían como estaciones de apoyo para dispositivos policiales y apoyo a la movilidad urbana.

A más de un año del anuncio del alcalde Aldana, las estaciones continúan sin ninguna utilidad, hasta ahora, que las personas migrantes vieron la oportunidad para protegerse del sol y las lluvias y, obviamente descansar luego de la larga y peligrosa travesía por el temible Tapón del Darién.

Pese a ser de otra nacionalidad, Deiker no desconoce que el Trans 450 es un monumento a la corrupción que ahora, dice, “gracias a Dios es nuestro techo”.

Mientras Deiker y decenas de venezolanos usan las obras inconclusas del Trans 450, los responsables de uno de los más emblemáticos actos de corrupción se mantienen en la impunidad y la ciudadanía a la espera de que el Ministerio Público le dé seguimiento a este caso que, se supone, comenzó a ser investigado a finales de 2016.

El fallido proyecto Trans 450, que representa una pérdida de al menos 58 millones de lempiras, es el refugio de los migrantes venezolanos que buscan llegar a los Estados Unidos. (Foto: Horacio Lorca-Criterio.hn).

NOCHES FRÍAS Y LLUVIOSAS

Recientemente por Honduras pasó el huracán Pilar que se formó en el noreste del Océano Pacífico con una velocidad inicial del viento de 28 km/h. A este fenómeno se han ido sumando frentes fríos que han dejado tormentas, lo que ha obligado a las instituciones de contingencias a emitir de manera constantes diversos tipos de alertas, especialmente en la zona norte donde se han reportado inundaciones.

Este temporal lluvioso obligó a migrantes –la mayoría venezolanos— a buscar refugio en la capital hondureña.

A diario por Honduras ingresan, entre 3,000 a 4,000 migrantes venezolanos. La mayoría lo hace por las fronteras de Las Manos, en el municipio de El Paraíso, zona oriental y por Guasaule, San Marcos de Colón, Choluteca, en la zona sur.

Al ingresar por las fronteras, a los migrantes se les extiende un permiso de cinco días para permanecer en el país. Muchos avanzan en su ruta antes del tiempo establecido, pero otros se quedan más de los cinco días e incluso hasta por más de un mes.

Quienes se quedan más tiempo lo hacen ante la necesidad de ajustar el dinero para pagar el transporte que los lleve a la frontera con Guatemala. Mientras tanto, se dedican a la venta de dulces y otras cosas en las calles de la capital hondureña.

Franyeli García, contó a Criterio.hn que las noches en el trans 450 son frías, debido a la infraestructura de la estación, que consta de barrotes horizontales. Para palear el viento frio, han colgado plásticos, sabanas y algunos cartones. En el día, los barrotes funcionan de tendederos de ropa.

Los barrotes del Trans 450 son utilizados por los migrantes para tender ropa. (Foto: Horacio Lorca-Criterio.hn).

“Pasamos las lluvias, no nos mojamos, pero si hacia bastante frio”, relató, Franyeli quien además comentó que, en algunas ocasiones, las llantas de los automóviles que pasan a alta velocidad levantan el agua haciendo que ingrese a la infraestructura pese a estar a un metro sobre el pavimento. Al percatarse que el agua se introducía, realizaron una pequeña línea con ropa para evitar la filtración de la lluvia.

“Lo único que hicimos fue abrazar a nuestros niños, para que no sintieran más frio”, comentó la mujeroriginaria del estado de Miranda, ubicado al centro-norte de Venezuela. Ella viaja junto a su grupo familiar compuesto por nueve personas, entre ellas su esposo y sus tres hijos.

Mientras su esposo, sus primos y padrastro apelan a la bondad de los y las hondureñas que transitan en el concurrido bulevar, ella sentada en el suelo, le enseña a su pequeña hija de cinco años las vocales, los números, y con su mano guía a la pequeña niña de cabello rizado en la escritura de las letras.

Franyeli García invierte parte de su tiempo, mientras permanece en el Trans 450, en enseñar a leer y escribir a su pequeña hija. (Foto: Horacio Lorca-Criterio.hn)

LA FAMILIA DE LA LIMPIEZA

En el recorrido por la pequeña estación del Trans 450, conocimos la dinámica para mantener el orden y en especial la limpieza. En las ventanillas que servirían para dispensar los pases de abordar al Trans 450 –en un espacio de un metro de ancho por uno de alto —, improvisaron un baño, colgando sabanas, para hacer de pared y puerta y cubrirse mientras se bañan.

Pero, ¿de dónde sacan el agua y dónde hacen sus necesidades fisiológicas? Pues bien, justo en frente del campamento, a un costado, una empresa de venta de automotores les facilita agua.

–Tenemos que levantarnos temprano, cada quien busca un balde o algún recipiente para traer agua y bañarnos, después de cierta hora, ya no podemos tener agua— explica Deiker.

En el otro costado, está un centro comercial que les ha facilitado el uso de baños sanitarios sin ningún costo, donde, además, acuden a comprar alimentos, artículos para la limpieza, y algún medicamento.

“Gracias a ellos que nos han permitido tener agua, nos podemos bañar y hacer nuestras necesidades y usar baños”, comenta Karla Martínez, quien agrega:definitivamente Honduras es el mejor país donde las personas nos han apoyado”.

Mayerlin Soto explica su experiencia en el improvisado albergue montado en el Trans 450. (Foto: Horacio Lorca-Criterio.hn).

En el recorrido, Deiker nos presentó a la familia conformada por Mayerlin Soto y Carlos Saballos, ellos tienen un pequeño hijo de ocho años, quien ya a tempranas horas armaba un pequeño rompecabezas junto con otros niños más pequeño que él.

A esta familia, a la que se ha unido Karla y Jesús Delgado, se les conoce como la “familia limpieza”. Deiker expone que ese nombre surge porque son los que están atentos a la limpieza de las cabinas –improvisadas como baños—, están atentos a que nadie orine o defeque en el lugar, que no tiren basura en las instalaciones o a la calle porque “no queremos dar una mala impresión, de por sí ya nos tienen como delincuentes, no queremos que digan que somos cerdos”, expresó a Criterio.hn, Carlos Saballos, quien alertó que el mal manejo de los desechos podría generar múltiples enfermedades como el cólera.

A diferencia de la estación que está a unos 500 metros arriba, sobre la colonia Kennedy, basta con acercarse un poco para percibir los olores a orina, en esta estación no tienen la facilidad para usar un baño sanitario. Frente este otro campamento hay una venta de comidas rápidas y quienes urgen de un baño sanitario deben comprar un helado –lo más barato—para tener acceso, explicó Karolina García.

La mujer venezolana de 37 años, sentada en una vieja silla de madera –que sólo es el armazón— justo en una de las entradas del Trans 450, está con la mirada puesta en el horizonte, vigilante de la llegada de sus hijos, quienes han salido a vender dulces.

Los migrantes venezolanos venden dulces para reunir el dinero que les permita salir del país rumbo a los Estados Unidos. (Foto: Horacio Lorca-Criterio.hn)

Karolina explica que quienes no tienen para comprar un helado, buscan botellas y bolsas para hacer sus necesidades fisiológicas que luego depositan en un basurero que está al frente de la estación.

VIAJE: SÓLO ES UN JUEGO

En el tránsito migratorio no se puede desconocer que viajan familias completas, mujeres embarazadas y otras con bebés en los brazos, y otro porcentaje de niños y niñas que, pese a su edad, se han embarcado en lo que sus padres llaman: “una aventura”.

“Ellos se ponen a llorar, preguntan que para qué nos vinimos, otras veces lo toman como un juego”, expresa Franyeli, quien confiesa que su niña de 10 años ya no toma el viaje como un juego como sus dos hermanitos de seis y cinco años.

Franyeli, casi al punto de las lágrimas, comentó que la travesía es difícil, más cuando van con niños, “me he tenido que aguantar las ganas de llorar, pero por dentro estoy gritando de impotencia, pero no hay otra solución, teníamos que salir de nuestro país”.

Por Honduras, de acuerdo con el Instituto Nacional de Migración (ONM), habían transitado 19,155 niñas y 24,110 niños de origen venezolano del 1 de enero hasta el 12 de noviembre de 2023.

En la estación del Trans 450 a la altura de la colonia Kennedy, estaba Ninoska Rivas, mujer venezolana de 38 años, que viaja con su grupo familiar compuesto por nueve personas, entre ellas, su esposo y sus siete hijos, seis niñas y un niño, la mayor de 16 años, la segunda de 14 y la menor de tres años, quien con su hermanita de cinco años juegan a las muñecas, desconociendo las verdaderas razones de haber salido de su casa.

Ninoska Rivas, busca llegar a los Estados Unidos junto a ocho miembros de su familia. (Foto: Horacio Lorca-Criterio.hn).

Mientras Ninoska prepara las maletas, en las que guarda tres mudas de ropa de cada uno de los miembros de su familia –pues está a la espera que las autoridades de migración envíen unidades de transporte para llevarlos hasta Guatemala— comenta a Criterio.hn que desde hace dos meses salieron de su natal Maracaibo debido a la situación financiera que azota a la mayoría de venezolanos.

Al igual que Franyeli, Ninoska les ha dicho a sus hijas más pequeñas que el viaje es una nueva aventura, que están jugando al viaje familiar y que deben superar obstáculos, como lluvia, largas caminatas, cruzar ríos, subir y bajar de automóviles, y así un sinnúmero de retos que ella –señala— “me invento para que mis hijas no se desesperen”.

Por su parte, Karolina García viaja sólo con sus dos hijos adolescentes de 13 y 16 años, explica que desde hace tres meses que salió de su país ha hablado con ellos sobre las verdaderas razones de buscar mejores oportunidades en otra nación.

Mientras los venezolanos se resguardan del sol y de las lluvias en el Trans 450 platican sobre sus planes a futuro en la ruta migratoria. (Foto: Horacio Lorca-Criterio.hn).

ABUSOS COMETIDOS A LAS PERSONAS EN MOVILIDAD

Al conversar con la “Familia de la limpieza”, denunciaron que son víctimas de múltiples abusos, entre ellos los cobros elevados del transporte. Jesús Delgado, señaló que dichos cobros son realizados por agentes policiales, una situación que no sólo es exclusiva de Honduras, el joven de 26 años, expresa que, en Panamá, aparte de ser tratados como “delincuentes”, en los diferentes retenes había policías que realizaban los cobros ilegales.

Su paso por Costa Rica y Nicaragua no cambió mucho, en estos dos países la norma en cada retén policial eran cobros de entre 10 a 50 dólares.

Otra de las problemáticas a las que se enfrentan son los cobros excesivos de pasaje. Criterio.hn visitó recientemente la frontera Las Manos, entre Honduras y Nicaragua, al oriente del país, donde constató los elevados precios. Para el caso, por un tramo de 20 a 25 minutos, desde la frontera hasta el punto de migración en Danlí, los transportistas realizan un cobro de cinco dólares por persona que equivalen a 124 lempiras, dejando jugosas ganancias a los dueños de las unidades.

Por su parte, Karla Martínez, denunció que los transportistas hondureños los bajaron de las unidades, kilómetros antes de llegar al destino, pese a haber realizado el pago por anticipado. Contó que pese a haber denunciado a la policía, los agentes no hicieron nada por ayudarlos, una situación que los obligó a caminar más de cuatro horas hasta llegar a Tegucigalpa.

En la ruta migratoria se han enfrentado a un sinnúmero de situaciones, desde accidentes, violaciones sexuales, estafas, cobros exagerados y discriminación. Ante esta situación, las personas en movilidad únicamente solicitan el apoyo y la solidaridad de toda la ciudadanía en especial de autoridades gubernamentales.

LAS CIFRAS

En el último año, el flujo migratorio se ha incrementado, desde el 01 de enero hasta el 12 de noviembre de 2023, el INM de Honduras reportaba el tránsito de 492,405 personas migrantes y refugiadas, procedentes de 114 nacionalidades. De los cuales, 42, 298 eran niñas, 53, 337 niños, 122,034 mujeres y 251,736 hombres.

Del total de personas en movilidad, 201,076 proceden de Venezuela, 75,803 de Haití, 71,210 de Cuba, 40,659 de Ecuador, y 10,551 de Colombia.

  • Amante de la lectura y la naturaleza, una mujer con la convicción firme que todos podemos hacer cambios significativos en la sociedad, por eso mi objetivo es exponer las injusticias que adolece la ciudadanía. Busco incidir, a través del periodismo, en la defensa y promoción de los derechos humanos, evitando caer en la complicidad de callar ante las injusticias y la corrupción. Ver todas las entradas
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