Reajuste al salario mínimo provoca más miedo que esperanza

Los trabajadores temen una escalada de incrementos en la canasta y servicios básicos

Katerin Galo

Tegucigalpa. – Una acalora mañana de febrero, bajo un sol abrasador, que anuncia la llegada del verano, se escuchan los agitados pasos de los capitalinos que se dirigen hacia sus lugares de trabajo en un ajetreado jueves, unos con esperanzas y otros con recelos por los efectos que podría generar a su economía el recién aprobado reajuste al salario mínimo de 9.8%.

Muy temprano nos trasladamos a las calles para conocer el sentir y pensar de la clase obrera luego de la decisión de la comisión tripartita —integrada por el gobierno, el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep) y las centrales obreras —, que se basó en el índice de inflación de 2022 para tomar la decisión, que ha dejado atrás el reajuste que se había acordado en abril de 2022.

En nuestro andar nos encontramos con algunas frases esperanzadoras de trabajadores, quienes comentaban que el reajuste salariar es una medida alentadora para las asfixiantes finanzas de sus hogares, en cambio otros más escépticos, [la mayoría] que piensan que viene una vorágine de aumentos a la canasta familiar porque los empresarios siempre trasladan los costos a los consumidores.

Por las principales vías del bulevar Morazán se escuchan los cláxones de los automóviles que, en un desesperado grito, piden a los transeúntes acelerar sus pasos. En uno de los centros comerciales, a la orilla de la concurrida avenida, labora Lesly Romero, una mujer con un semblante amable y sonrisa contagiosa, que se dedica a la preparación de comida y se encarga de otras tareas en un negocio de venta de alimentos.

Lesly Romero, dice que además de los incrementos en los productos de la canasta básica, le preocupa que el reajuste salarial también traiga consigo aumentos en las tarifas de los servicios como el agua potable y la energía eléctrica. (Foto: Horacio Lorca-Criterio.hn).

La Comisión Tripartita -conformada por el Gobierno de Honduras, el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep) y las centrales obreras- llegaron a un acuerdo para aprobar un reajuste de 9.8%, pero desde la óptica de la clase trabajadora ese reajuste al salario mínimo tiene dos aristas, unos lo ven como algo esperanzador y otros manifiestan temor.

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Con una cálida sonrisa, Lesly dijo sentir una leve emoción por la noticia que el gobierno, la empresa privada y las centrales obreras habían logrado con la firma del acuerdo que contempla el reajuste al salario mínimo. Con este ajuste, el salario mínimo promedio en Honduras ha quedado en unos 12,000 lempiras, el equivalente a unos USD 490.

Mientras limpiaba la ventana de la tiende, donde labora, Lesly habló con Criterio.hn sobre la necesidad que impera en el país en virtud de los altos costos de la canasta básica que agobian a la mayoría de los hondureños que día a día luchan por sobrevivir en un país donde más del 70% de su población vive en condiciones de pobreza.

A Lesly, el salario mínimo le deberá ajustar para adquirir la canasta básica familiar, cuyo costo mensual se estima en 12,300 lempiras, según estimaciones de la Asociación para la Defensa de la Canasta Básica de Honduras (Adecabah)

“Los aumentos son buenos, pero afectan a varias personas por los despidos. Pero me parece super bien que hayan aprobado el aumento, pero, aunque incrementen uno siempre pasa ajustado”, dijo mientras continuaba su labor y saludaba a un cliente.

Lesly, una mujer de 41 años, vive con sus dos hijos, quienes asisten a una escuela pública de una colonia capitalina —no quiso dar más detalles de su vida —dice que siempre que hay aumentos al salario mínimo se registran incrementos en los servicios básicos, es decir, en el agua y energía eléctrica.

“Siempre pasa eso, que cuando le suben al salario, a muchas personas las despiden porque los patrones no pueden pagar y más sin tienen varios empleados”, señaló.

A Ana Flores, una empleada de una repostería, le preocupa que el reajuste salarial afecte a los empleados de las MiPyME con despidos.

Detrás del mostrador de una repostería, estaba Ana Flores, quien atendía a las personas que llegaban a preguntar por los diferentes postres que allí se venden.

Flores, madre de un joven de 17 años que está a poco de culminar sus estudios de educación media, manifestó que la noticia del reajuste salarial no le causaba alegría, porque esta medida en otras ocasiones ha afectado a los microempresarios.

“Para nosotros los empleados es una buena medida, pero a quienes afecta es a la pequeña y mediana empresa (MiPyME), por el alto costo de la vida y de la canasta básica, o sea uno queda en las mismas porque le aumentan al salario, pero le aumentan a todo”, aseveró.

Mientras, revisaba los postres en la vitrina preguntaba ¿de qué sirve que a uno le aumenten el salario?” si lo más probable que le aumenten a la energía y a la gasolina.

A pocos metros de la repostería estaba Eduin Sánchez, un joven de 20 años, de contextura fuerte. Él se dedica a resguardar la seguridad del centro comercial y comentó a Criterio.hn que el reajuste al salario mínimo es una medida muy esperada por la clase trabajadora.

“Ese aumento es algo necesario, porque la canasta básica ha subido y a veces se hace difícil llevar el sustento a la casa y cuando no ajusta el sueldo uno debe buscar por otro lado”, expresó.

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NO ES UNA BUENA MEDIDA

El economista del Foro Social de la Deuda Externa y Desarrollo de Honduras (Fosdeh), Ismael Zepeda, expuso que el reajuste a los salarios de los trabajadores es algo positivo, pues se trata de recuperar el poder compra.

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Sin embargo, Zepeda estimó en una entrevista con Criterio.hn que el costo real de la canasta básica anda en 20,000 lempiras. El economista explicó que el costo real implica la inclusión de los gastos de transporte, salud, educación y otras necesidades básicas que asumen los hondureños ante la falta de protección estatal.

En la actualidad los valores de la canasta básica se estiman bajo otros parámetros que no incluyen lo expuesto anteriormente.

Isamel Zepeda, economista del Fosdeh.

 Al respecto el economista Claudio Salgado comentó a este medio digital que los justes al salario mínimo no se cumplen en su totalidad y solo benefician a un 20% de la población.

“El salario real de Honduras, en promedio, anda en seis mil 500 lempiras entonces le pueden aumentar lo que quieran, pero, si uno se va al área rural o a los mercados, la gente no ve reflejado ese incremento”, puntualizó.

Precisó los incrementos al salario mínimo solo sirven para decir que Honduras es un país competitivo porque tiene el salario mínimo más alto de Centroamérica; al tiempo sugirió que se deben buscar otras soluciones o establecer una cifra oficial.

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