Contrario a lo que la oposición quiere hacer pensar a la ciudadanía hondureña, el posicionamiento de Xiomara Castro va más allá de tintes ideológicos, y se asemeja al régimen de “derecha” de Juan Orlando Hernández cuyo gobierno también respaldó a los Ortega-Murillo
Tegucigalpa. – Mientras el resto de los gobiernos de corte progresista en Latinoamérica dan la espalda al dictador de Nicaragua, la presidenta hondureña Xiomara Castro volvió a pedir clemencia por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo en la 78 Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York.
“Se debe eliminar las medidas y sanciones injustas contra Nicaragua, porque son barreras que nos impiden normalizar nuestras relaciones con el país hermano”, afirmó Castro durante su intervención.
Es importante aclarar que Nicaragua no sufre sanciones como país y las existentes son contra individuos vinculados a violaciones a derechos humanos y corrupción perpetrados en nombre de los Ortega-Murillo. ¿Cómo estas sanciones en contra de particulares afectan las relaciones entre ambos países? No fue abordado por la mandataria, a quienes muchos califican de liderar un gobierno de izquierda.
Tampoco se tomó en cuenta que Nicaragua, al igual que Honduras, forma parte del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre República Dominicana, Centroamérica y Estados Unidos.
Esta es la segunda ocasión –en menos de cinco días– que la presidenta Castro interviene en favor de los Ortega-Murillo. Previamente, durante su alocución en la Cumbre G77 + China celebrada en Cuba, Castro se refirió al injusto bloqueo contra Venezuela y Nicaragua.
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Su discurso en La Habana, Cuba, levantó fuerte críticas, incluso entre los mismos exmilitantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), hoy exiliados por los Ortega Murillo, quienes han enfrentado criminalización y expropiaciones por mostrar su inconformidad al régimen.
En su discurso en la Asamblea General de la ONU, la presidenta además de abogar por la dictadura de Daniel Ortega pidió la liberación de Julian Assange, convenientemente obviando que desde el estallido social de 2018 se encarceló en Nicaragua a por lo menos quince periodistas, dos de los cuales continúan privados de libertad.
Assange, quien fue el fundador, editor y programador de WikiLeaks, se encuentra en prisión preventiva en una cárcel de máxima seguridad en Reino Unido y es solicitado en extradición por Estados Unidos por divulgar documentos secretos que informaron, entre otras cosas, sobre posibles crímenes de guerra cometidos por el ejército de dicho país, según Amnistía Internacional.
Las contradicciones entre el discurso de la presidenta hondureña y la realidad económica son mucho más amplias. De hecho, más del 50% de las exportaciones de Nicaragua al extranjero tienen como principal destino los Estados Unidos, según datos del Banco Central de Nicaragua (BCN) reportados por el medio nicaragüense Coyuntura.co.
LA TIBIEZA DE HONDURAS FRENTE A LAS VIOLACIONES DE DD HH EN NICARAGUA
En Consejo de Derechos Humanos de la ONU celebrado en 2022, Honduras votó en contra de la aprobación de un mecanismo para investigar violaciones a los derechos humanos por parte del Estado de Nicaragua, dirigido por Ortega.
El hecho levantó fuertes críticas, incluso entre allegados al Partido Libertad y Refundación (Libre) –al que pertenece Castro– y defensores de derechos humanos en Honduras, por lo que posteriormente el titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional, Enrique Reina, informó que Honduras realmente se había abstenido en la votación.
Ese mismo año en agosto, pero esta vez ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Honduras nuevamente mantuvo una postura neutral al abstenerse en la votación sobre la resolución a favor de condenar los abusos y persecuciones del régimen Ortega-Murillo contra organizaciones religiosas, el cierre forzado de Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y la exigencia de liberar a los presos políticos.
Este año a inicios de abril, el gobierno de Castro nuevamente mostró “tibieza” frente a las acciones del régimen dictatorial de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo en Nicaragua, cuando nuevamente se abstuvo de votar en la resolución del Consejo de Derechos Humanos de la ONU para prorrogar 2 años más el trabajo del grupo de expertos encargados de investigar violaciones de libertades fundamentales en el país centroamericano.
El cuestionamiento de “tibieza” realizado por el investigador y doctor en Derechos Humanos, Joaquín Mejía, fue respondido por el gobierno de Castro con el retiro de su candidatura a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para el periodo 2024-2027, poniendo en riesgo a la comisión frente a candidatos con posiciones regresivas en temas de derechos humanos.
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Contrario a lo que muchos de la oposición quieren hacer pensar a la ciudadanía hondureña, este posicionamiento de Castro va más allá de tintes ideológicos. Esto debido a que se asemeja al régimen de Juan Orlando Hernández cuyo gobierno también respaldó a Ortega y muchos de sus exfuncionarios, como Ebal Díaz y Ricardo Cardona, huyeron evadiendo la justicia.
A estos dos cuestionados personajes –quienes buscaron su nacionalización nicaragüense desde antes de que finalizara el ilegal segundo mandato del gobierno de “derecha” de Hernández–, se sumó en septiembre de este año el exfiscal general de la República, Óscar Fernando Chinchilla, quien escudó su ingreso a la vecina nación a su nuevo cargo de juez de la Corte Centroamericana de Justicia con sede en Managua.
Para el investigador y doctor en derechos humanos, Joaquín Mejía, Nicaragua no toma en cuenta ideologías políticas al momento de refugiar a políticos corruptos e incluso abordó en una entrevista publicada por Criterio.hn el 11 de septiembre, que el principal aliado de Daniel Ortega fue Juan Orlando Hernández.
Mejía remarcó que Honduras siempre fue un aliado de Nicaragua, pese a que el gobierno de Hernández se catalogaba de derecha, mientras la dictadura de Ortega-Murillo se denominan de izquierda, lo que a su juicio es falso.
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Amante de la historia y la lectura, en permanente búsqueda del ritmo en las narrativas. Soy una periodista incisiva, las contradicciones son una invitación a investigar y la normalidad está sobrevalorada. Me rehúso a sobrevivir dentro de los pensamientos erróneos de una sociedad asfixiante. Investigo y construyo reportajes sobre el modelo extractivista y su impacto en los derechos humanos de los pueblos ancestrales, grupos vulnerabilizados y sociedad en general. Ver todas las entradas