Tegucigalpa. – En Honduras, las denominadas Fuerzas de Seguridad del Estado, como ser la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, han sufrido una fuerte degradación, más marcada en los últimos años, son mencionados por colusión o por perpetuar todo tipo de crímenes y violaciones a los derechos humanos, extorsión, femicidios, homicidios y hasta han sido mencionados en los juicios de narcotraficantes en la Corte de New York.
El encubrimiento de los agentes de estas entidades cuando son involucrados en casos de alto impacto se ha hecho evidente y son actos destacados por diversos organismos de derechos humanos nacionales e internacionales, además, se ha reprochado que nunca la institución policial no fue realmente depurada, al menos no para beneficio de la ciudadanía. No obstante, analistas de estos temas, exponen que la reconstrucción de instituciones como la Policías y las Fuerzas Armadas va más allá de la depuración.
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El doctor en derechos humanos, Joaquín Mejía, señaló a Criterio.hn, al conversar sobre la Policía Nacional hay que destacar tres asuntos, primero que todo el proceso de construcción de una Policía Nacional civil comenzó de manera equivocada, porque cuando se aprobó la Ley Orgánica de la Policía Nacional de 1998, solo se procedió a sacar a la Policía de las estructuras de las Fuerzas Armadas (FFAA), cambiándolos de uniforme.
Sin embargo, no hubo un cambio en la cultura policial que todavía sigue siendo primero que todo, militarizada. En segundo lugar, ha habido cambios positivos como una nueva curricula policial, en el sentido de subir los requisitos para que aquellas personas que quieran ingresar a esa institución de cambiar la curricula a través del instituto técnico policial, el cual tiene un enfoque de policía comunitaria y respetuosa de los derechos humanos.
Pero el problema es que esa es solo la curricula pública, pero evidentemente hay una curricula escondida, secreta, oculta, lo pudimos ver con la muerte de estos aspirantes a policías cuando fueron sometidos a tratos crueles, inhumanos y degradantes, prácticas que no están en ninguna curricula para la capacitación a policías, siendo parte de las imposiciones ocultas, en la cual se les enseña a ser prácticamente soldados en guerra y que se mantenga la cultura de la militarización.
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CAMBIOS INTEGRALES EN LA POLICÍA DEBEN VINCULARSE A ENFOQUE DE SEGURIDAD NACIONAL
En conjunto con la perspectiva antes detallada, hay que tomar en cuenta que de nada sirve cambiar la educación policial, cuando esos policías formados de cierta manera, se enfrentan a una institucionalidad jerarquizada, militarizada, corrupta, inculta, vinculada al crimen organizado.
Los policías que llegan con una nueva cultura, no les queda otra cosa que hacerse los desentendidos y quedarse callados ante las irregularidades que ven e irse de la institución y, en otros casos, elegirán sumirse en la corrupción.
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Lo anterior, está vinculado con el fracaso de la depuración policial durante el régimen del expresidente y ahora privado de libertad en una cárcel de Estados Unidos, Juan Orlando Hernández Alvarado (2014-2021).
“Esto debería hacer conciencia en el gobierno para que inicie un verdadero proceso de depuración, no solamente de la Policía, también de los militares que, como decía Victor Meza, se han convertido: ‘Se han convertido en la peor pesadilla para la democracia en Honduras’.
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Los cambios en la Policía Nacional, tienen que ver con un cambio en el enfoque de la seguridad ciudadana, porque ha sido reducido y vinculado en la participación de las Fuerzas Armadas, Policía y del Poder Judicial, con una visión represiva, necesitando realmente un enfoque amplio de seguridad ciudadana con la participación de diversas instituciones del Estado para que puedan remover las estructuras políticas, sociales, ambientales, culturales, siendo territorio fértil para la violencia, pero tiene que ver con cambio de políticas publicas a partir de la voluntad política del gobierno.
Javier San Vicente Maeztu, investigador sobre temas relacionados con crimen organizado, apuntó a Criterio.hn que, la degradación de las fuerzas de seguridad: policías y militares, es un problema en la región, sobre todo en las zonas donde hay movimiento de tráfico de drogas, pues también ha habido un proceso de cooptación enorme.
Eso se puede ver desde los años ochenta con mucha fuerza, por ejemplo, en México, en Colombia los altos cargos de la policía y las Fuerzas Armadas salen implicados en crímenes de alto impacto, por ejemplo del cartel de Medellín de Pablo Escobar, además en México en los años ochenta hubo movimientos de los servicios secretos implicados con el Cartel de Guadalajara y crímenes políticos de alto impacto, como el asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta, un político y economista mexicano, miembro del Partido Revolucionario Institucional.
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“En Honduras pasa lo mismo que en estos países pero más grave, hay un Estado mucho más débil que el colombiano y el mexicano, si le echamos un ojo a los que han sido jefes de la Policía, desde que los nacionalistas llegaron al poder (en 2010) gran cantidad de ellos se han visto involucrados con el narcotráfico: Ricardo Ramírez del Cid, Juan Carlos “El Tigre” Bonilla, entre otros, lo mismo a nivel de Fuerzas Armadas, involucrados con el crimen organizado, como Romeo Vázquez Velásquez”, comentó el analista español, Javier San Vicente Maeztu.
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Soñadora incorregible, en todo lo que hago soy diferente y auténtica, quiero dejar legado en esta carrera que ha sido descuidada y utilizada, defiendo a los seres vulnerados y detesto la injusticia. Las artes, el estilo y la naturaleza son parte del libro de mi vida. Escribiendo encontré el sosiego para sobrevivir. Creo reportajes y escribo sobre derechos humanos, migración, LGBTIQ+, mujeres, niñez, corrupción, arquitectura, análisis y comportamiento social, a veces una pizca de política. Creadora de Las 5 de Criterio. Ver todas las entradas