El informe de UNICEF “Desarraigados en Centroamérica y México” muestra que los viajes desprotegidos y las expulsiones intensifican las causas profundas de la migración irregular y desplazamiento forzado.
Tegucigalpa.-Las violencias extremas, la pobreza y la falta de oportunidades no sólo son causas importantes de la migración irregular y el desplazamiento forzado de la niñez desde el norte de Centroamérica (El Salvador, Guatemala y Honduras) y México, sino que también son agravadas por las expulsiones desde México y los Estados Unidos, dijo hoy UNICEF en un nuevo informe.
La organización dedicada a la infancia instó también a los gobiernos a trabajar juntos en la ampliación de soluciones que ayuden a aliviar las causas fundamentales de la migración irregular y forzada, y a salvaguardar el bienestar y los derechos de los niños y niñas refugiados y migrantes a lo largo del viaje.
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Desarraigados en Centroamérica y México examina los distintos desafíos y peligros a los que se enfrentan los niños y niñas y las familias migrantes y refugiados a lo largo de su ruta.
“Como muestra este informe, millones de niños y niñas de la región son víctimas de la pobreza, la indiferencia, la violencia, la migración forzada y el temor a la deportación”, dijo María Cristina Perceval, Directora Regional de UNICEF para América Latina y el Caribe. “En muchos casos, los niños y niñas que son retornados a sus países de origen no tienen un hogar al que regresar, terminan endeudados o son víctimas de las maras. El hecho de que se les devuelva a situaciones imposibles hace más probable que vuelvan a emigrar”, añadió.
Algunas de las principales conclusiones del informe incluyen:
Pobreza
– El Salvador, Guatemala y Honduras se encuentran entre los países más pobres del hemisferio occidental, con un 44%, un 68% y un 74% de niños y niñas que viven en la pobreza en cada país, respectivamente. Las familias pobres solicitan a menudo préstamos para financiar su migración irregular a los Estados Unidos, dejándolas en una situación financiera aún más precaria cuando son detenidos y devueltos sin dinero y sin poder pagar sus préstamos. Esta presión económica puede dejar a los niños, a las niñas y a las familias sin hogar o sin los recursos para pagar sus necesidades más esenciales.
Violencia
– La violencia de las maras está omnipresente en muchas comunidades del norte de Centroamérica, donde los niños y niñas son víctimas de reclutamiento forzado, abuso e incluso asesinato. Entre 2008 y 2016, en Honduras, por ejemplo, aproximadamente un niño murió cada día por homicidio. Asimismo, en El Salvador, 365 niños fueron asesinados en 2017, mientras que en Guatemala se registraron 942 muertes violentas de niños y niñas el año pasado. Los niños, niñas y familias que emigran debido a la amenaza de la violencia pueden correr un riesgo aún mayor si son devueltos por la fuerza, sin ningún tipo de apoyo o protección, a las comunidades en las que ya antes corrían peligro. Muchos retornados terminan en una situación precaria de desplazamiento interno porque no es seguro regresar a sus hogares.
Estigmatización
– Los niños, las niñas y las familias que regresan tienen que hacer frente a la estigmatización dentro de la comunidad debido a sus intentos fallidos de llegar a México o a los Estados Unidos. Esto puede dificultar que los niños y niñas que regresan se reintegren a la escuela y que los adultos encuentren trabajo.
Separación y detención
– La detención y la separación de la familia por parte de las autoridades de inmigración son experiencias profundamente traumáticas que pueden afectar negativamente el desarrollo a largo plazo de un niño o niña. Mantener a las familias unidas y apoyar alternativas a la detención son medidas fundamentales para garantizar el interés superior de la niñez migrante y refugiada.
El informe también describe una serie de recomendaciones para proteger a los niños refugiados y migrantes y reducir los factores que empujan a las familias y a los niños a abandonar sus hogares en busca de seguridad o de un futuro más esperanzador a través de rutas migratorias irregulares y peligrosas.
“Es esencial abordar los riesgos a los que se enfrenta la niñez migrante y refugiada y las causas estructurales que contribuyen a los movimientos de población a gran escala”, dijo Perceval. “Los líderes gubernamentales tienen la responsabilidad de tomar las medidas necesarias. Esto significa aplicar mecanismos comprobados que puedan ayudar a aliviar las causas profundas de la migración; proteger a los niños y niñas durante el tránsito y en su destino; proporcionar a los niños y niñas acceso a los servicios esenciales durante todo el viaje; garantizar que el retorno se lleve a cabo sólo cuando redunde en el interés superior del niño; y proporcionarles la protección y el apoyo necesarios para que se reintegren con éxito”, remarcó.
Los programas apoyados por UNICEF en el norte de Centroamérica y México están beneficiando a niños y niñas migrantes, refugiados y retornados, sin embargo, estas iniciativas tendrían que ampliarse a gran escala para hacer frente a todos los desafíos que afrontan los niños de la región en situación de riesgo.
DATOS CLAVES
68.409 niños y niñas migrantes fueron detenidos en México entre 2016 y abril de 2018, el 91% de los cuales fueron deportados a Centroamérica.
Unos 96.216 migrantes del norte de Centroamérica, entre ellos 24.189 mujeres y niños, fueron retornados desde México y Estados Unidos entre enero y junio de este año. Más del 90% de los niños y niñas fueron retornados por México.
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