Óscar Estrada

La triste y legendaria vida de Juan Ramón Molina como una novela

 Inicio esta serie de artículos literarios, apuntes de un lector que desea comentar los libros que va leyendo y estimular la discusión con otros amantes de las letras, comentando la magnífica obra narrativa de Óscar Estrada

Por Javier Suazo

 Ilustración de portada: Guillermo Burgos

“Una flor no puede dar sino su perfume. Yo, que tuve perfume, no tengo ahora más que el hediondo aroma de las alcantarillas”: El pescador de sirenas, la vida poética de Juan Ramón Molina

Les invito a iniciar un viaje por la literatura navegando por la obra del escritor hondureño Óscar Estrada, El pescador de sirenas, la vida poética de Juan Ramón Molina (Casasola Editores, 2019).

Tegucigalpa.-Óscar Estrada (Honduras, 1974), destacado novelista, editor literario, guionista, periodista y abogado, dirige la labor de Casasola Editores, empresa dedicada a impulsar a los autores centroamericanos e hispanos. Entre su obra literaria destacan Invisibles, una novela de migración y brujería (2012); Honduras, crónicas de un pueblo golpeado (2013); El Dios de Víctor y otras herejías, cuentos (2015); Tierra de narcos (2021) y Cuando el río suena (2022). Como editor, ha sido galardonado con los premios International Latino Book Awards (2013 y 2016).

El pescador de sirenas, la vida poética de Juan Ramón Molina trata sobre la investigación que, a través de entrevistas con testigos presenciales y la revisión de documentos epistolares, lleva a cabo un amigo anónimo del poeta hondureño Juan Ramón Molina (1875-1908) mientras realiza la labor de encontrar el cadáver del malogrado poeta en San Salvador y traerlo de regreso a Honduras. A través de dicha recopilación de testimonios escuchamos las voces de connotadas figuras históricas de Honduras que coincidieron en algún momento con el poeta Molina. Entre ellos están Fausto Dávila, Marco Carías, Froylán Turcios, Arturo Oquelí y Rafael Heliodoro Valle.

También lea: La Última Entrevista con Kalton Bruhl

EL TIEMPO DE LA NOVELA

Corren los primeros decenios del siglo XX cuando el anónimo investigador realiza sus entrevistas con estos personajes. Así va elaborando un mosaico que le permite vislumbrar un retrato de mayor magnitud acerca del inmortal Molina de Comayagüela. De esta manera llegamos a conocer y casi a comprender la breve e infausta vida del poeta, quien es reconocido como uno de los máximos representantes del modernismo en la poesía hispanoparlante.

A grandes rasgos, la tragedia que expone la novela es una realidad aún hoy en día, no solo en este país sino también en todas las naciones subdesarrolladas que se encuentran bajo el dominio de caudillos autócratas y sumidas en las más abyectas redes de corrupción. Es así como vemos a un poeta, de quien muchos opinan que se equiparó en calidad al magnífico Rubén Darío, pero cuya llama se extinguió en la mayor oscuridad e ignominia antes que su genio alcanzara su máximo desarrollo.

Sobre el encuentro de Molina con Darío, la novela narra con magistral calidad un episodio ocurrido en Brasil, en donde ambos poetas son atraídos por una noble dama, quien, al final, vive junto al lírico hondureño una experiencia de ensueño. Este es uno de los pasajes más hermosos de la obra, por cuanto contribuye a dibujar mejor la figura de Molina, los torbellinos de su alma, y prefigura su trágico final.

POETAS, INTELECTUALES Y DICTADORZUELOS

En cuanto al drama del poeta destinado a florecer en el barrizal de una nación pobre, no solo en lo económico sino también en lo espiritual e intelectual, la obra de Estrada describe uno de los pasajes más ominosos en la historia del país. Molina publicó en el Diario de Honduras, un periódico de circulación en aquella época, la traducción de un artículo de Benjamín Franklin titulado Un hacha para afilar. Aunque, según lo aseguró el mismo Molina, la pieza había sido publicada para conmemorar al prócer norteamericano, y ya había sido publicada en cinco veces anteriores, dicho pasaje fue mal tomado por el entonces presidente hondureño Terencio Sierra, quien lo creyó como un ataque en su contra, por lo que ordenó el inmediato arresto del poeta para luego enviarlo a picar piedra en la carretera que se construía al sur de la capital.

Lo anterior es una muestra de la precariedad del artista y el intelectual latinoamericano. ¿Cuántos Víctor Jara han muerto a manos de militares ciegos e iracundos? ¿Cuántas Pirí Lugones son secuestradas y torturadas por sus ideologías políticas? ¿Cuántos Reinaldo Arenas son exiliados por su identidad sexual? El número es astronómico. Pero, a la vez, lo es la cantidad de artistas que se convierten en marionetas de dictadorzuelos, quienes los doblegan para promover sus mentiras y amansar a los pueblos para alcanzar el objetivo cumbre de sus ambiciones: el poder.

Lea: Dennis Arita: “En la ficción, todos toman cosas de todos, no hay por qué avergonzarse de eso…”

EL REMOLINO DE LA AUTODESTRUCCIÓN

Mucho se habla desde los gobiernos sobre la cultura y el arte, pero poca importancia se le da a este tema en la práctica, ello se traduce en el subdesarrollo de este sector como economía e industria de progreso. Basta con hacer un comparativo entre los presupuestos para la selección nacional de fútbol de la mayoría de países latinoamericanos, en comparación con los presupuestos para la cultura, el arte y la ciencia, y nos damos clara cuenta de por qué estamos tan mal. Esa fue gran parte del drama de Molina hace un siglo y sigue siendo nuestro drama hoy en día.

Pero El pescador de sirenas, la vida poética de Juan Ramón Molina va mucho más allá de eso. No solo describe las duras condiciones del arte en un país agreste, sino también ahonda en los demonios que destrozan el interior del mismo poeta. Vemos a un Molina que se hunde en un remolino de autodestrucción, que tiene breves pausas de felicidad durante su matrimonio, su viaje por Sudamérica y Europa, pero que al fin sus espectros interiores terminan consumiéndolo.

La copa de mi vida, donde escanciaba mieles, llena está hasta los bordes, de ponzoñosas hieles… escribió el mismo Molina. Sin embargo, es inspirador que el espíritu de los creadores siga palpitando, que nuevas generaciones se levanten en rebeldía contra este orden ignominioso y que con su obra vayan golpeando el muro de la ignorancia y el autoritarismo.

El pescador de sirenas es una obra fundamental en la literatura hondureña, escrita con maestría y rigurosidad, y debería ser material de obligada lectura en los cursos de educación media y superior en el país. También es relevante en el ámbito global para el conocimiento de una de las figuras más sobresalientes y, a la vez, desconocidas del modernismo literario, Juan Ramón Molina. Estamos ante una obra que deja al lector con ganas de más, tanto en cada uno de sus episodios como en el contexto general.

  • Emy Padilla
    Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo emypadilla@criterio.hn

Compartir 👍

Podría interesarte