La batalla por la justicia

Honduras, el oráculo de Viera y el problema de ser o no ser frente a EUA  (II de III)

Por: Rodolfo Pastor Fasquelle

Desarrollar una relación digna con EU, no es  imposible; afianzar una interlocución de respeto mutuo, es un verdadero reto. Tuve la oportunidad de conocer a tres embajadores con quienes se podía dialogar perfectamente y que, además, disfrutaban respetarnos. Y confiaban que podíamos cooperar.

Un prominente embajador nos ha hecho ver, en un intercambio con amigos hace unos días, que el problema de Estados Unidos es que no parece haber cambiado de estrategia en materia de política exterior en treinta y tres años, pese a que sus repetidos fracasos alrededor del mundo demuestran que urge adaptarse a un globo cambiante. Posiblemente haya en esto una explicación, que no tengo los conocimientos para desarrollar bien. Por ahora vemos que se generan conflictos con los árabes, con Irán, se avecina una salida de Siria y enfrentamientos con China y Corea del Norte, aunque sean opuestos entre ellos, sin mencionar  el permanente conflicto con Rusia, además del peligro de una descomposición en el Sur Global.

Apuros que Nikky asegura que resolvería con fuego y furia y Trump promete resolver en un día, (¡léanles los labios!). Porque, además, antes iban al rescate de sus amigos acosados, y ahora, más bien acosan a sus amigos para que los acompañen a aventuras que  nadie quiere, asegurándoles que es por su bien, y para que estén seguros en un mundo que, de esa manera, mantienen incierto, en perpetua turbulencia y sin rumbo. No importa quién sea el timonel, si la hélice no tiene aspas, se acabó el combustible y el motor se ahoga. 

Desde aquí parecería que los estadounidenses, todos, profesan y rezan, como su moneda de 5 centavos, que confían en Dios. Pero después de esa comonalidad se polarizan no solo en dos partidos, con distintas geografías y cada uno de ellos en dos alas que, en vez de batir juntas, se debaten entre dos mitos. Ambos lastimosamente milenarios, apocalípticos.

Porque una mitad cree que con ayuda de Colon, ese Dios a quien invocan (blasfema quién clama su furia) les dio la Tierra Prometida (que compraron o arrebataron a sus titulares por derecho natural, o internacional) para que se refugiaran y pudieran vivir aislados y sin contaminarse con el mundo impío. Y los otros, creen que se las dio, para que salvaran al mundo, por lo cual (y no solo para conseguir recursos estratégicos) están llamados a ir a las esquinas más remotas del globo (llámese Venezuela, con mercenarios y fantoches, Iraq o Afganistán) a poner el orden la democracia electoral. Y se desencantan cuando resulta que sus partidarios locales son los más  corruptos, prevaleciendo, al final, quienes los adversan. ¡Pero no me atrevo a caracterizar su política global tan compleja !

Profundizó solo en su política aquí. No es un problema personal. Obama no resolvió nada. No se trata de Sleepy Joe, o Nikky, la valquiria versus Donald Mac Trump versus JOH o Mel. Cada uno de los cuales representa estructuras, redes, configuraciones de intereses contradictorios, visiones contrastantes, percepciones irreconciliables que se abisman. Los nombres personales salen a relucir -allá y aquí- porque justamente, en ese contexto, los EUA no tienen una verdadera política frente a Honduras, ni ante Centroamérica; últimamente recurren al arbitrio de dividirla en dos conos [el Triángulo Norte y el Sur], para ignorarla mejor. Aunque instintivamente conciben que es una área geoestratégica. Solamente tienen una mala costumbre que se refrenda con intermitentes actos de prepotencia. ¿Por qué habrían de tener algo tan importante como una política ante insignificancias? No entienden a Centroamérica, no digamos las idiosincrasias de cada país. ¿Qué será el Honduras Desk? Y su política exterior global tampoco contempla una tangente latinoamericana. Más allá de Florida, todos somos secundarios, prescindibles. 

Pero observo inevitablemente de cerca lo que hacen aquí, en los años más recientes, en las Guaymuras, a plena luz del día, donde tienen, los estadounidenses, una política que -sintetizada- resulta insólita, aunque no sorprende a nadie, porque nos han acostumbrado a todos, largamente. 

Presionan a Honduras a votar en los organismos internacionales como ellos votan, y a llevar sus embajadas donde ellos ponen las suyas, o incluso a donde no (Taiwán), pero les conviene. Anulan el sistema de asilo para los migrantes que aquí padecen las consecuencias del modelo económico impuesto por Washington, y en los organismos internacionales el desamparo legal. Insisten que a ellos no hay que cobrarles impuestos, porque nadie más se los cobra, en otro lado, y que no debe haber industrias estratégicas ni derechos laborales más en los organismos internacionales de los suyos, que todos los negocios son suyos y nos pueden exportar toda clase de basura impunemente, queso sintético, cárnicos y granos  subsidiados, lo que no consideran dumping, porque los indigna que nadie más –los chinos- les hagan otro tanto.

Que ellos se pueden llevar a cualquiera, incluso a los presidentes (good riddance y gracias a dios porque aquí gracias a su apoyo, son intocables) y mal paga el diablo a quien bien le sirve, pero no están obligados ellos a deportar a los asesinos de unas pobres damas dundas, porque el delito de homicidio no está contemplado en el Acuerdo para la extradición. Que es traición transar con otras víctimas de sus sanciones y que las zedes[2] con su propia jurisdicción soberana y ley a la medida están aquí hoy y van a seguir estando en el futuro, porque JOH se las dio, nos guste o no nos guste, aunque el voto en contra en El Congreso fuera unánime, y antes la gente votó en contra, pese a una campaña masiva de desorientación. Y que ellos ¡pueden sancionar a nuestros legisladores por hacer cosas que a ellos les disgustan, aunque sean rigurosamente legales y necesarias! 

¿Tiene sentido? ¿Está mal decirlo? ¿Miento? ¿En dónde me equivoco? ¿En qué estoy mal? ¿Qué dejo por fuera, o qué sesgo? ¿Cómo malinterpreto a quién?

Y lo que es más impresionante, esta mala costumbre sí que es particular y casi única, y podría interpretarse como ¿la política de EUA con nuestro país? Porque nosotros hemos expresado nuestra amistad y disposición para trabajar con Estados Unidos; y Washington no hace esta clase de cosa con sus amigos, ¿o sí?  Es decir, EUA no les dice a sus países amigos, ni en América Latina qué leyes promulgar, ni amenaza con listas infamantes y desvisados a sus legisladores honorables, si no atienden sus dictados. Creo que tampoco en otro país, llaman a los legisladores a sus teléfonos personales, para hacer lobby desde sus oficinas. No se atreve EUA a decirle a  Brasil con quién puede tener o cortar relaciones diplomáticas… ni cómo manejar su política fiscal, o menos que debe estorbar las inversiones de un tercer país.  

No le ordena tampoco a México cómo debe elegir a sus fiscales, a quiénes, y en qué momento, ni qué clase de régimen laboral debe normar. (Otrora fue capaz de conducir la conspiración para golpes de Estado. Y colaboró con los crímenes de las dictaduras con que se sustituyó a los gobiernos legítimos derrocados, por mano militar). Pero no le dicta ya a Chile o Colombia la orientación de su economía, ni se escandaliza de que sus gobiernos se llames socialistas. Es decir, ¿nos aplica una política para países que considera no amistosos? Para Foggy Bottom,[3] Honduras ¿es un cuarto país hostil en la región?

Por otro lado, nadie más hace esas cosas aquí, o pretende. Ni los gobiernos latinoamericanos, ni, aunque los europeos o un par de los Asia del Este, a veces les hacen eco a los oráculos de Viera a través del G 16, no nos imponen sus criterios de  legitimidad. Los demás no pretenden que sus leyes tengan aquí una validez extraterritorial, y que no tengan aquí vigencia las leyes internacionales, que hemos suscrito como los tratados que reconocen la jurisdicción de la Corte Penal Internacional en materia de crímenes de guerra. ¿Sólo habrá que aplicarlas a déspotas y terroristas del África recóndita o del Asia enigmática?

Tampoco nadie más pretende que sus opiniones deban prevalecer sobre nuestra ley. Pero es que al final no nos queda más opción que protestar. Nos ponen contra la pared. Es, ser o no ser. Tenemos o no tenemos un país. ¡Y urge claridad! Porque ellos tampoco aceptan responsabilidad por los resultados, ni reconocen obligaciones tutoriales; solo se quejan de las consecuencias, aliándose con los peores, y de la ingratitud. ¿Acaso no son nuestros benefactores y nos protegen sus bases militares? ¿Contra quién?

Agradecido por el juicio contra JOH, el más protegido criminal de nuestra  historia, deseo lo mejor a quienes tienen la responsabilidad de resolver. 

Seúl, 27 de enero de 2024


[1] Viera es como se llama el complejo amurallado de la Residencia -que mira sobre Tegucigalpa- de la Embajada de EUA, una de las más grandes en la región. 

[2] zede, Zonas de desarrollo concebidas como ciudades modelo cedidas y expansivas. 

[3] Es el nombre, en Washington, del sitio en que se construyó el edificio del Departamento de Estado, al otro lado de la Casa Blanca, en la Avenida Pennsylvania.

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