Alejando Mayorkas y las formas en que pudiera ayudarnos

Diálogos que se rompen y violencia que se degrada

Por: Rodolfo Pastor Fasquelle

Desde que circa 415 Eurípides escenificó Las Troyanas, luego de que Atenas agrediera gratuitamente a Melos, los hombres superiores no abdican de sus identidades ni dejan de tomar partido por una causa justa, para condenar los desastres que se hacen invocándolas. Advierten y denuncian el terror sin vacilaciones. Circa en 1815, F. Goya -acusado de republicano y de afrancesamiento por fanáticos- dibujaba los desastres de la guerra por la invasión francesa de España, mostrándola en todo su horror, sin justificar a nadie. Un siglo después, a fines de 1918 cuando humeaban aún los escombros de la Primera Guerra Mundial, que más civiles había matado hasta entonces, y en vísperas de la Revolución Irlandesa con la que él se identificaba plenamente, W.B. Yeats escribió:

Girando en su espiral cada vez más dilatada

el halcón deja ya de escuchar al halconero,

las cosas se desbaratan, el centro pierde el control

y se libera la anarquía pura sobre el mundo.

Alineada, la marea sangrienta se suelta y doquier

Ahoga a la ceremonia de la inocencia

Los mejores carecen ya de convicción firme

y los peores se emborrachan de intensidad apasionada

Se acerca seguramente una Revelación… 

Y me atormenta una visión de un Espíritu del Mundo:

En una duna de arena remota,

Una figura con cuerpo de león y cabeza de hombre

Con mirada vacía e inclemente como la del sol

Mueve lentamente sus muslos, mientras revolotean a su alrededor 

Las sombras de las aves indignadas del desierto. 

Cae de nuevo la oscuridad, pero ahora ya sé: 

Que veinte siglos de sueño pétreo han servido para enfadar 

y enrollar su pesadilla en la cuna mecedora

Hasta que finalmente, llegada su hora, esta bestia rugiente 

Avanza encorvada, para nacer en Belén.[1]

Otro siglo más tarde ¿ya no podamos escucharnos del todo, aunque hablemos la misma o lenguas emparentadas?  Resurge el fratricidio original entre eslavos ucranios y rusos, que quieren ser mejores, tener más derecho, estar más seguros, entre semitas como son los israelíes y los palestinos. En las familias, en todo el globo. Odio contra odio.  Cuando… dejamos de reconocernos, de entendernos y entender el mundo ya, que nadie escucha y se llena el globo de un ensordecedor diálogo de sordos, de intransigencias excluyentes, de teorías que justifican el mutuo exterminio, de otro holocausto. Otro fin del mundo. ¿Acaso no cada muerte es el fin de un mundo? You are a jew, me mira y me dice un inmigrante árabe en una calle en Marsella… no digas nada.

A quienes hemos vivido después de mediado el s. XX, y peleamos contra guerras inútiles alrededor del globo, nos parece cada vez más difícil -casi imposible- cumplir un siglo sin una nueva conflagración global. Rodeados de una violencia que parece inédita, psicopática se propaga como pólvora. Desata y alcanza a los mejores de nosotros y a los más cercanos. La muerte a mansalva en todos los rumbos. Los suicidios en los países más seguros del mundo. Las matanzas en las escuelas, los templos y calles en EUA, donde ha desaparecido la oposición leal.  Amigos que sufren golpizas, sin causa ni justificación, sin qué ni para que, en distintas latitudes, en Miami, México, en Honduras, el parricidio que casi se mete en tu casa. Que deriva en violencia contra migrantes en camino al Río Grande. Y en el Mediterráneo. El femicidio en toda nuestra América, en Asia y África, y la violencia contra los niños. ¡Cientos de niños en Gaza y en el kibbutz, adolescentes en un festival musical, enjaulados en la frontera! El denominador común entre países es la violencia ciega contra inocentes. Cómo no vamos a condenar las atrocidades de Hamas, claro que sí, pero a la par de condenar las salvajadas de la política israelí contra los palestinos. Son idénticas, porque en un estado permanente de guerra histórica, distinguir agresor de agredido es un ardid del momento.

Qué está pasando en el mundo que como que dejamos de entender. Cuando deberíamos encaminarnos a la integración, a la resolución de las contradicciones, a la diplomacia negociadora, más bien revientan conflictos, casi inventados, sin fundamento o basados en mitos. En Honduras la polarización alcanza un extremo cuando la oposición quiere pedir un golpe de estado, alegando que el país está colapsado, que no hay empleo ni inversión, y monta una propaganda de guerra psicológica, con miles de bots y fakes y mensajes de odio para demostrarlo, a la vez que acusa al gobierno de proyectar una dictadura inverosímil. Cuando se rompe también el diálogo en Nicaragua sobre la dinámica política, con el exilio y despojo de ciudadanía a los opositores y la confiscación atávica de sus bienes, anacrónica. En Guatemala se conspira desde el poder contra la democracia que dicen que defienden pero que eligió a un presidente realmente democrático, porque no está dispuesta a dejar pasar el comunismo, esa derecha sin calificativo, ambages, ni vergüenza.

Cuando se agrava y se convierte en guerra de atrición el conflicto entre la OTAN y Rusia en Ucrania, que ha terminado de catalizar en diamante un nacionalismo extremo en ambos lados, decididos al mutuo exterminio. Al mismo tiempo que se agudizan las tensiones en el Mar del Sur de China, aun bajo protesta de buscar la paz de la República Democrática, que no ha podido resolver pacíficamente las resistencias de los tibetanos y de los ugres, ni la demanda política de Hong Kong.

A la vez que vemos un motín en el Kremlin y otro sin precedentes en Washington, donde en el capitolio amenaza a los legisladores, un movimiento armado apoyado y abanderado por un presidente que no quiere reconocer una derrota electoral en la nueva república bananera. Y a propósito de diálogos que se rompen, de pronto se quedan sin palabras, los gerontócratas del tradicionalismo que se enfrentan abiertamente incluso dentro de los partidos.  Dispuestos a dejar que se pare todo, para que no siga creciendo la deuda, cuya insostenibilidad es el eructo de una indigestión letal de un gigante incontinente. Mientras los nacionalistas extremistas, antiinmigrantes, anti negro y latino, anti-integración, anti-derechos de las mujeres y de las minorías sexuales, anti científico, y por otro lado, unos demócratas cuyo líder es el vacilante Biden que ha decidido seguir construyendo el muro y seguir encarcelando a los niños latinos, mientras libera los fondos de Irán. En Italia, la xenofobia conduce a planteamientos extremistas desde el poder público. Y ahora en esa tierra desacrada del todo, hedionda a sangre inútil, abandonada de dios y del diablo, ya es imposible recordar si fue primero el huevo o la gallina, el sionismo o el antisemitismo, ambos misnomers ¿Cómo condenar más fuertemente o condonar más el etnocidio de Hamas, que asesina a mansalva a civiles en una aldea, secuestra mujeres y niños,  o la bomba israelita inteligente que cae en una escuela en Gaza, porque son perfectamente idénticas esas idioteces, y perfectamente idiotas quienes quieren que escojamos entre ellas. ¿Qué va a nacer quien William en Belén? ¿Iluminada por el fuego aterrador del cohete enemigo? 

Seúl. Octubre de 2023.


[1] Es mi traducción del poema de Yeats llamado en inglés The Second Coming. Se burla un amigo en un título del absurdo de escribir Poesía en un país de idiotas…  pero yo solo la traduzco como mejor puedo para mis íntimos. Eurípides perdió el premio compitiendo contra una obra desconocida, Goya nunca recuperó el favor oficial.

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