Chile: El velo de la ignorancia

Cuba: ¿Se apagó la luz?

“Se acabó la diversión, llegó el comandante y mandó a parar”

Carlos Puebla

Por: Pedro Morazán

Recuerdo que cuando cayó el muro de Berlín en 1989, decidí movilizarme desde la ciudad de Hamburgo, para presenciar directamente tal acontecimiento histórico. El viaje en coche duró apenas unas tres horas. En medio de la algarabía de los allí reunidos, escuche decir a más de alguno, en tono jocoso: “El último que salga, que apague la luz”. Viví y estudié cinco años en Rumanía y no pude evitar pensar en dicha frase, al recibir las noticias de los “apagones” que azotan a los cubanos en los últimos días. Al parecer, la situación en Cuba es tan extrema, que la luz ya se apagó sin que «el último» estoico apretara ningún interruptor, pues no no le dio tiempo de salir. El 18 de octubre de 2024 se produjo la desconexión total del Sistema Electro-Energético Nacional (SEN). Hubo que esperar varios días para que el sistema pudiera recuperarse, de hecho solo de manera parcial.

Según los expertos nacionales e internacionales, la infraestructura de la red eléctrica de Cuba se está desmoronando cada vez más rápido. Ya desde hace algunos años se venía alertando sobre el hecho de que la mayor parte de sus equipos han superado hace décadas su vida útil normal. El mantenimiento aplazado, sumado a los efectos corrosivos del petróleo sulfuroso de Venezuela y Cuba, la han dejado propensa a averías crónicas. Al igual que los automóviles de los años 50 que todavía circulan por las carreteras cubanas, la red se mantiene en funcionamiento gracias al puro ingenio de los cubanos de a pié y a los alambres de embalar.

Más de un millón de cubanos han abandonado la isla caribeña desde 2020, un éxodo récord que ha contribuido a una crisis en la frontera con Estados Unidos. Esto podría ser motivo para reflexionar sobre la dramática situación en la que se encuentra la población después de más de 60 años de socialismo real. Uno podría empezar, no sin razón, culpando a los Estados Unidos y el embargo económico, por la situación calamitosa que se está viviendo actualmente en la isla. Y no se puede negar que el embargo ha afectado muy seriamente no solo a la economía cubana, sino también a los mismos Estados Unidos. Sin embargo, a pesar de ser parte de la verdad, esa no es, ni siquiera, la causa más importante de la crisis estructural que agobia a los cubanos desde que cayó el famoso muro de Berlín y llevando consigo la ayuda con la que mantenía la Unión Soviética a una economía que vivía del subsidio. No sin razón, algunos expertos norteamericanos reclaman que hay que ayudar a Cuba en esta nueva crisis humanitaria, para ayudarse a si mismos evitando el exceso de migración.

Para hacer un balance de más de 60 años de una revolución que significó la esperanza y alternativa para un sinnúmero de generaciones del continente que buscaban liberarse de la política injerencista del coloso del norte, existen evidentemente aspectos históricos a ser tomados en cuenta. La revolución cubana de 1959 tuvo lugar en una época crucial para una “América Latina del horror, de la barbarie y la violencia…”, para decirlo en palabras del escritor peruano Mario Vargas Llosa.

En Latinoamérica predominaban por entonces, estructuras oligárquicas de poder, heredadas de la época colonial. Las víctimas más sobresalientes de dichas estructuras eran las poblaciones indígenas y los campesinos sin tierra, condenados a vivir en la pobreza extrema. Eran los tiempos en los que, el General Jacobo Arbenz, buscaba devolverle a las poblaciones indígenas de Guatemala, parte de la tierra que les había sido expropiada a sangre y fuego por los colonizadores españoles. Similares procesos fueron frustrados en otras latitudes del continente, desde México hasta la tierra del fuego.

De tal manera que cuando los guerrilleros al mando de Fidel Castro tomaron el poder en Cuba e implementaron la reforma agraria más radical del continente, los ojos de millones de campesinos pobres de aquella “América de color”, como la llamaba la Segunda Declaración de La Habana, estaban puestos en el proceso revolucionario cubano. Todo esto tuvo lugar en el marco de la Guerra Fría, y Cuba se convirtió más temprano que tarde en un plataforma de proyección en la que, los jóvenes revolucionarios asumieron el modelo soviético de planificación económica, como alternativa única contra la «explotación capitalista». La economía de la isla paso de un régimen dictatorial de derecha bajo Batista, a un modelo de economía de planificación central bajo la dirección de un partido único con la caña de azúcar producto clave. El éxito económico se medía con la zafra de azúcar.

De la esperanza a la desilusión

Si bien es cierto que con la revolución se mejoró la situación de los cubanos, creando un sistema de salud único en el continente; después de dos décadas, le economía cubana empezó a mostrar los síntomas de crisis estructural. Cuba es actualmente, junto con Corea del Norte, el único país del mundo que se ha resistido introducir las reformas necesarias a su sistema económico.

Ni siquiera la Federación Rusa decidió conservar los vestigios del sistema de planificación socialista. Michael Gorbachov el artífice de las reformas, fue derrocado ya en agosto de 1991, después de renunciar a su cargo como Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética, exigiendo al mismo tiempo la disolución del Partido. Su sucesor, Boris Yeltsin le imprimió a la reforma el carácter de una revolución, disolviendo a la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas de un solo plumazo. La vía rusa de privatización llevó a concentrar gran parte del patrimonio nacional en un puñado de oligarcas, muchos de los cuales habían sido funcionarios del Partido Comunista.

Al igual que la mayoría de países de la órbita soviética, Cuba tuvo la oportunidad de convertir la crisis estructural surgida a partir de 1989, en una oportunidad de realizar cambios necesarios al interior de la economía, sin renunciar a su independencia y soberanía. Para ello había contado siempre con el apoyo y la solidaridad de otros países, siendo México, Venezuela y China los más importantes. No lo hizo. Y no lo hizo porque junto al dogmatismo de la línea dura, existe una burocracia partidista que busca defender a toda costa los privilegios con que cuenta. Las fotos en blanco y negro de el joven Fidel ya quedaron muy atrás y con ellas palideció el entusiasmo de los primeros años.

¿Existen alternativas reales para Cuba más allá de lo que muchos llaman la sumisión ante “el imperio”? Todos los indicadores mencionados más arriba parecen apuntar de que sí, que existen una serie de opciones que producirían resultados mejores que el actual modelo, sin restablecer, como en Rusia, estructuras oligárquicas. Sin embargo, al parecer, la actual dirigencia ortodoxa ha perdido el rumbo e intenta aliviar con parches, las innumerables distorsiones económicas. «El plan del Gobierno para corregir distorsiones y reactivar la economía es un proceso que avanza, pero no al ritmo que deseamos», decía el ministro de Economía de Cuba, Joaquín Alonso, a finales de septiembre de 2024. Los atribulados miembros del Consejo de Ministros escuchaban, erguidos disciplinadamente, al flamante Ministro, incapaces de hacer nada, precisamente porque sin electricidad no se puede hacer otra cosa más encender una vela y esperar que tenga razón.

A primera vista los llamados planes del Ministro y su jefe Diaz Canel parecen ser más de lo mismo: limitar los precios de los bienes populares, recortar los presupuestos para controlar un déficit fiscal descontrolado y reformar las reglas sobre las empresas privadas para aumentar la recaudación de impuestos, entre otras. Si bien es cierto que esto puede palear el sufrimiento de algunos, cualquier economista de mediano entendimiento se dará cuenta de que estas medidas no sirven para salir del callejón sin salida de la planificación centralizada de la economía. Por eso el caldo mencionado es combinado con una cruenta represión contra los llamados “saboteadores  y traidores a la patria”.  

Desde hace ya algunos años un conocedor de las avatares y dilemas de la economía cubana, Carmelo Mesa-Lago, catedrático emérito de Economía en la Universidad de Pittsburgh, se planteaba la pregunta, de hecho muy justificada, de si el gobernante Partido Comunista Cubano, hubiese podido tomar la ruta exitosa de China o Vietnam después del fracaso del “socialismo real”. Digo que es justificada la pregunta, si tomamos en cuenta que, tanto Vietnam como China, se encuentran dirigidos por rígidos sistemas de partido único, como el cubano. Ya en el título de su libro se puede ver que el dilema del partido gobernante de Cuba ha consistido, hasta ahora, en mantener la fracasada economía basada en un plan central y grandes empresas estatales o asumir el exitoso modelo chino-vietnamita consistente en una economía socialista de mercado.

En un análisis exhaustivo de los principales indicadores económicos Mesa-Lago logra demostrar que el “socialismo de mercado”, implementado en China y Vietnam ofrece una mejor calidad de vida. Como bien se sabe, tanto China como Vietnam cuentan con algunas de las tasas de crecimiento económico más altas del mundo. Tanto en China como en Vietnam ha mejorado significativamente la seguridad social de sus ciudadanos, que tienen mucho mayor bienestar económico que los atormentados ciudadanos de Cuba. La participación del sector estatal en el producto interno bruto ha disminuido sustancialmente en las dos economías asiáticas: en 2019, las proporciones eran del 27% en Vietnam y del 31% en China, en comparación con el 91% en Cuba (Mesa-Lago 2024).

Uno de los indicadores más aceptados mundialmente para medir el nivel de vida de la gente, es el Producto Interno per Cápita. Una comparación entre los tres países nos da una idea del fracaso del modelo cubano en este aspecto: Con $10,140 Dólares China se colocó primera; seguida de Vietnam con $2,741 mientras que Cuba lograba apenas $384. Esto significa que el PIB per cápita chino fue veintiséis veces mayor que el cubano, mientras que el vietnamita fue siete mayor. La tasa de crecimiento promedio anual del PIB en el período 2009-2020 fue de 7.5% en China, 5.0% en Vietnam y 0.96% en Cuba, así que China creció casi ocho y Vietnam cinco veces el promedio de Cuba.

El capitalismo chino

¿Son comparables los tres modelos? Evidentemente que existen diferencias de diverso tipo entre los tres países. Sin embargo, allí donde Cuba se diferencia de China, por ejemplo, en extensión territorial, se parece a Vietnam y viceversa. Ronald Coase, premio Nobel de economía, escribió junto a Ning Wang en 2012, uno de los más profundos análisis del éxito de lo que ellos llaman el “capitalismo de China”. Coase ya se había vuelto famoso por su trabajo en las áreas de costos de transacción y teorías del agente principal, pilares fundamentales para las ciencias sociales modernas (Teorema de Coase). En esta obra, sin embargo, nos muestra la genialidad de pluma al aplicar sus herramientas de análisis a los procesos históricos.

Como bien se sabe, al igual que Cuba y muchas otras dictaduras socialistas, se desarrolló lo que se conoce como un “culto a la personalidad”. Dicho fenómeno va vinculado, por lo general, con la formulación de “falacias narrativas” que hacen aparecer al líder supremo como una persona infalible en todos los campos del quehacer humano. En el caso de China se ha exagerado en el relato socialista, el “éxito” de la reforma agraria impulsada por Mao Zedong. La verdad es que la colectivización de dicha reforma agraria llevó a una hambruna enorme y a la muerte de millones de campesinos. Una mirada sobria de la historia nos permite constatar que las fuerzas económicas que realmente estaban transformando la economía china durante la primera década de reforma post Mao, fueron la agricultura privada, las empresas municipales y de las aldeas, los negocios privados en las ciudades, y las Zonas Económicas Especiales.

Ninguna de las reformas que estimularon la iniciativa privada en China fue iniciada por el Partido Comunista en Pekín. Esta es una diferencia a ser tomada en cuenta si se analiza el fracaso del proceso de reformas impulsado por el PCC desde La Habana a partir de los años 90. Fueron más bien agentes marginales en las regiones y distritos, los que impulsaron una dinámica descentralizada que no fue reprimida por el gobierno central. Estos agentes regionales operaban fuera de los límites impuestos por el socialismo planificado, que existía también en China. Como bien lo analiza Coase, el gobierno chino se hizo de la vista gorda ante tales dinámicas regionales, siempre y cuando no amenazaran al sector estatal o al poder político del Partido. Esto creó espacio para lo que los autores llaman “revoluciones marginales”, las cuales trajeron de vuelta a China las fuerzas del emprendimiento y del mercado durante la primera década de la reforma.

Vale la pena resaltar que esa dinámica desde abajo no se detuvo en los límites del medio rural. El espíritu emprendedor de lo que von Mises llama el “orden espontaneo”, llegó también a los centros urbanos. Ante la necesidad de sobrevivir, personas que no tenían acceso a los puestos de trabajo en empresas estatales, al igual que millones de jóvenes retornados del trabajo forzoso en el campo, fueron quienes iniciaron los primeros negocios en las ciudades chinas. No ocurre lo mismo con los llamados paladares de Cuba, que han estado siempre bajo la estricta mirilla del gobierno, «como una amenaza constante al socialismo» y que, en lugar de ser estimulados, son estigmatizados y aletargados con enormes cargas impositivas. Al contrario de Cuba la creciente presión y las protestas de los jóvenes desempleados, obligó al gobierno chino a abrir la puerta al auto-empleo. Las tiendas privadas empezaron a surgir en las ciudades chinas y rápidamente acabaron con el monopolio estatal de la economía urbana.

China no se apartó nunca de las reformas impulsadas por Den Xiaoping y Chen Yun después de la muerte de Mao. Hay que hacer notar que, al contrario del relato más difundido, Chen era la principal autoridad de China a cargo de los asuntos económicos. Las reformas iniciadas en la década de los 80 fueron profundizadas en la década de los 90. Con la entrada de China en la Organización Mundial de Comercio (OCM) en 2001 se produce incluso una fase liberalización del mercado externo y un estrechamiento de los vínculos comerciales con el mundo capitalista occidental. Coase y Wing dividen el relato en una época pre y una post Movimiento Estudiantil de 1989.

La “pureza socialista” de Cuba

Fidel Castro rechazó en su momento el modelo chino como no realizable en Cuba. El mismo Fidel rechazó en 2016 la mano extendida que le ofrecía Barak Obama en su visita histórica a la Habana, donde se reunió además con Raúl Castro y con un grupo de propietarios de pequeñas empresas. Ante la oferta de Obama de dejar por fin atrás la “Guerra Fría”, Fidel respondió, rechazando sus “palabras almibaradas”, con la siguiente frase lapidaria: “Nadie se haga ilusión de que este pueblo renunciará a la gloria y a los derechos que ha ganado. Somos capaces de producir los alimentos y las riquezas materiales que necesitamos. No necesitamos que el imperio nos regale nada.”

¿Cuáles son los obstáculos internos que impiden iniciar un proceso de reformas? Si se compara el derrotero de la economía socialista de Cuba con el socialismo de mercado de China y Vietnam, se pueden identificar algunas de las causas principales del “bloqueo interno” de la economía. Para Mesa- Lago, el peligro de que un socialismo de mercado haga surgir desigualdades económicas es injustificado. Según los datos recabados la desigualdad en Cuba es mayor que en China y Vietnam. Tomando como medida de cálculo el coeficiente de Gini en el que la desigualdad máxima sería 1 y la ausencia de desigualdad sería cero, se observan los siguientes resultados: De los tres países comparados, Vietnam tuvo el más bajo coeficiente de Gini con 0.36, seguido de China con 0.38, y Cuba con un coeficiente de 0.41 mostrando la mayor desigualdad.

Al parecer, la terquedad de la línea intransigente, que rechazó esta oportunidad única para Cuba, no hizo más que profundizar la crisis hasta niveles de paroxismo. Los reiterados intentos de Raúl Castro por promover reformas tibias a la economía chocaron siempre contra un muro granítico de rechazo. No es de extrañar tal intransigencia, si tomamos en cuenta que las fuerzas armadas (a través de la poderosa corporación GAESA) controlan el turismo, la principal fuente de ingresos en divisas del país. Además de ello, se han hecho con el control de muchas empresas estatales, por lo que rechazan cambios que limiten sus privilegios.

Hay indicios de que el temor de la pérdida de poder de los líderes es extremo. En su imaginario, el proceso de legalización e institucionalización de iniciativas privadas en el campo y la ciudad podría ser aprovechado por los saboteadores, apoyados por la diáspora de Miami, “para subvertir el orden”. Sin embargo, si no se legaliza y garantiza plenamente, como en China y Vietnam, a la empresa privada, autorizándola a expandir y absorber el excedente laboral del sector estatal, no habrá salida de la crisis persistente. Hasta ahora el Partido Comunista no permite que los agricultores privados y las cooperativas sean verdaderamente autónomos, liberando a los productores agrícolas de la venta obligatoria de sus cosechas al Estado. No se permite la inversión extranjera de la diáspora cubana, como si lo hizo Vietnam en su momento. En este punto se observa una coincidencia entre un embargo externo y uno interno. Por otro lado no se permite que las empresas tomen decisiones clave sobre inversión e importar y exportar directamente. Esto disminuiría su poder político.

Con cada crisis de la economía cubana aumenta más la expulsión y la migración. Más de un millón de cubanos han abandonado el país desde 2020, un éxodo récord que ha contribuido a una crisis en la frontera con Estados Unidos. Esto conduce, con el tiempo, a un aumento de la dependencia de las remesas. A nivel macroeconómico la burocracia estatal ve en las remesas un salvavida ante la caída drástica del ingreso de divisas por exportaciones. A nivel social se habla ahora de la existencia de dos clases en Cuba: un 40% que recibe remesas de familiares en los Estados Unidos y un 60% que, de acuerdo con cifras oficiales, no recibe remesas. Hay una población que puede comprar un sinnúmero de artículos a elevados precios, mientras que un porcentaje elevado de la población, que trabaja en oficinas o empresas públicas, tiene que sobrevivir más mal que bien con un salario misérrimo.

Ya durante una visita a Cuba en 2003, Xu Shicheng, miembro de la Academia China de Ciencias Sociales, afirmó que “Cuba debe profundizar sus reformas […], establecer los mecanismos de la economía socialista de mercado y […] erradicar el igualitarismo.” Dichas palabras deberían haber sonado como “tabaco fuerte” para la burocracia cubana. Con Fidel Castro a la cabeza, la conclusión de los burócratas cubanos era que cualquier reforma al sistema de planificación centralizada, conduciría a un debilitamiento e incluso a la pérdida absoluta de su poder, tal como ocurrió en la Unión Soviética.

El embargo económico no hace más que aumentar tales temores, pero el mismo no sería ningún impedimento para comerciar con China, por ejemplo. Al contrario de la mayoría de los países vecinos del continente, las exportaciones cubanas a China descendieron de más de mil millones de dólares en 2008 a menos de 300 millones en 2016. Cuba no puede exportar, porque de hecho no es capat de producir.

Un contexto internacional poco alentador

Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, es de esperar que retorne también la mano dura en las relaciones entre los dos países. Al parecer, el acercamiento promovido por Barak Obama sufrió un fuerte retroceso, provocado no solo por la intransigencia de la dirigencia cubana, sino también por la mayoría de congresistas de mano dura en los Estados Unidos. Joe Biden no hizo mucho por retornar a la política de acercamiento iniciada por Obama, a pesar de su promesa de campaña de 2020. La mayoría de las sanciones impuestas por Trump en su primer período se han mantenido en pie. A pesar de que la crisis humanitaria en Cuba se ha profundizado, aún siguen en pie las restricciones impuestas por Trump para el envío de divisas. Los partidarios de las sanciones en el Congreso han hecho todo lo posible para disuadir a Biden de ofrecer cualquier alivio. Se han opuesto sistemáticamente incluso a la ayuda humanitaria, con el argumento de que esta estabilizaría al régimen de Diaz Canel.

En lo que resta de su mandato, el presidente Biden podría ofrecer asistencia humanitaria en forma de alimentos y medicinas. Lo mejor sería financiar a contratistas privados estadounidenses para que trabajen con la compañía eléctrica cubana para estabilizar la red. Bueno siempre y cuando Díaz Canel lo autorice. En todo caso la situación externa podría volverse más difícil con Marco Rubio como ministro de Relaciones Exteriores (State Department) y por la condena generalizada del fraude electoral de Nicolás Maduro en Venezuela, el más fiel aliado del régimen cubano.

Es de suponer que solo un giro de timón de 180 grados en el modelo económico podría generar una estabilidad de largo plazo, tomando en cuenta la crisis actual de la economía cubana. Es evidente que ningún país puede lograr el éxito copiando los modelos de otros países exitosos. Pero también es evidente que solamente los sistemas que aprenden de sus errores resultan al final exitosos. Este no ha sido el caso de Cuba, país en el que se ha insistido en apostarle a un modelo económico que ha fracasado en todo el mundo, bajo argumentos que han resultado infundados con el tiempo. Debido a su posición geoestratégica, Cuba cuenta con enormes potenciales para convertirse, al igual que Vietnam y otros países emergentes, en una economía dinámica que combine la eficiencia con la sostenibilidad ecológica y la justicia social.

Referencias

Coase, R. & Wang, N. (2012). How China became capitalist. United Kingdom: Palgrave Macmillan.

Carmelo Mesa-Lago (2023), Comparative socialist models and performance. Cuban planned economy and Sino-Vietnamese socialist market, propuesto a Oxford University Press.

Vidal, P. 2015. “Cuba’s Reform and Economic Growth: a Comparative Perspective with Vietnam”, Journal of Economic Policy Reform, December 2016.

  • Doctor en Economía e investigador del Instituto SUEDWIND de Bonn, Alemania. especializado en desarrollo y deuda externa, y ha realizado estudios para el EDD en África y América Latina Ver todas las entradas
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