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¿Acelerará el COVID el crecimiento de la productividad?

Las consecuencias económicas

Por Dalia Marín*

MÚNICH – Desde mediados de estas décadas del nuevo milenio, el aumento de la productividad en las economías avanzadas ha sido anémico. El crecimiento promedio de la productividad en los Estados Unidos entre 2005 y 2016 fue de apenas un 1,3%, menos de la mitad del 2,8% registrado entre 1995 y 2004. En los demás países de la OCDE, la cifra correspondiente cayó desde un 2,3% en el periodo 1995-2004 a un 1,1% entre 2005 y 2015.

Este lento crecimiento parece paradójico si se piensa en los rápidos avances recientes en innovación digital e inteligencia artificial. Como han observado Erik Brynjolfsson, Daniel Rock y Chad Syverson “vemos por todas partes nuevas tecnologías transformadoras, excepto en las estadísticas de productividad”. Pero, ¿podría la pandemia de COVID-19 ayudar a resolver la paradoja al acelerar la adopción de robots y otras innovaciones de ahorro de mano de obra por parte de las empresas, impulsando con ello el crecimiento de la productividad?

Un estudio reciente del que fui coautora muestra que la pandemia ha impulsado a una creciente cantidad de firmas de países ricos a reducir su dependencia de las cadenas de suministro global e invertir más en robots locales. Esto se debe a que ha cambiado los costes relativos de estos dos modelos de producción. Las cadenas de suministro global se han vuelto más costosas e inciertas, y varias empresas prevén interrupciones adicionales a la producción relacionadas con las medidas de confinamiento. Al mismo tiempo, la reducción de las tasas de interés durante la actual crisis económica ha hecho posible una financiación más barata, con lo que bajarían los costes de un robot frente a un trabajador humano.

Como resultado, cabe esperar que las firmas de los países desarrollados cambien el origen de su producción –por ejemplo, China- e inviertan en robots alemanes o estadounidenses. Estimamos que el aumento de la incertidumbre debido a la pandemia podría reducir en un 35% la actividad de las cadenas de suministro, lo cual, sumado a unas tasas de interés más bajas, podría llevar la adopción de robots en los países ricos hasta un 76% (si bien allí también el aumento de la incertidumbre podría frenar la inversión).

El que el cambio de cadenas de suministro a robots aumente el crecimiento de la productividad en las economías avanzadas dependerá de si los robots creen ganancias de productividad superiores a las de los trabajadores tercerizados. Afortunadamente, contamos con evidencia empírica que puede apuntar a una respuesta.

La producción tercerizada en China o Europa del Este aumentó la productividad de los países desarrollados porque los salarios en esas zonas eran mucho más bajos que los locales. Por ejemplo, el uso de las compañías alemanas de trabajadores de este europeo en lugar de trabajadores alemanes en partes de sus cadenas de suministro generó una productividad en toda la economía que contribuyó a la “súper-competitividad” de Alemania.

Estimar las ganancias en productividad por la introducción de robots es mucho más complejo, ya que el resultado depende de si las firmas usan los robots simplemente para reemplazar trabajadores, o en lugar de ello reorganizan la producción para aprovechar todo el potencial que les ofrece la IA. Hacer esto último puede crear empleos completamente nuevos que generen un rápido aumento de la productividad.

Pero estudios recientes de Daron Acemoglu y Pascual Restrepo sugieren que en la actualidad las firmas estadounidenses utilizan robots principalmente para automatizar tareas que antes llevaban a cabo trabajadores más que para crear nuevos empleos. Encontraron que entre 1947 y 1987, el desplazamiento laboral se compensó por la recontratación de esa mano de obra en empleos creados por otras nuevas tecnologías. Sin embargo, en las últimas tres décadas el desplazamiento del trabajo ha superado con mucho la recontratación. Como resultado, la proporción del trabajo en el PIB estadounidense (la parte del ingreso que reciben los trabajadores) ha estado en declive desde mediados de la década de 1980. El énfasis de las empresas en la automatización puede explicar por qué el crecimiento de la productividad ha sido tan débil en los años recientes, a pesar de la revolución de la IA.

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Más aún, los estudios sobre innovación tecnológica sugieren que hay una larga brecha de implementación hasta que el potencial de una nueva tecnología se alcance plenamente. Aplicar nuevas tecnologías toma bastante tiempo y mientras más profundo y de largo alcance sea la potencial reestructuración, mayor será el lapso entre la invención inicial y el impacto económico completo. A menudo, para lograr el beneficio completo de una tecnología se requiere hacer inversiones complementarias demorosas, como cambios organizacionales.

Estas conclusiones sugieren que la pandemia no comenzará a acelerar el crecimiento de la productividad en un futuro inmediato, lo que a su vez tiene importantes implicancias para el futuro del comercio mundial. En el periodo de hiperglobalización entre 1990 y 2008, las cadenas de suministro globales representaron entre un 60% y un 70% del crecimiento del comercio mundial, a medida que los países ricos tercerizaban la producción a los países del este europeo y China para beneficiarse de sus menores costes de mano de obra. Tras ello, importaban a su mercado local los insumos producidos en esas regiones, con lo que hicieron crecer el comercio en bienes intermedios.

Es probable que la interrupción de la cadena de suministros y la tercerización ralenticen el comercio mundial, a menos que las economías avanzadas aceleren su crecimiento de la productividad. Si la adopción de robots eleva la productividad de las empresas de los países ricos, se volverán más competitivas y productivas, lo que haría que importen más insumos intermedios desde los países en desarrollo.

Erhan Artuc, Paulo Bastos y Bob Rijkers del Banco Mundial argumentaron en este sentido en un artículo de 2018 que mostraba una perspectiva más optimista para el comercio mundial. Pero otro estudio reciente plantea que la adopción de robots en los EE. UU. ha causado que las firmas retiren cadenas de suministro de México, eliminando con ello algunos trabajos que antes se habían tercerizado en ese país.

La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto enorme, abrupto y medible sobre la economía global y los modelos de negocios de las empresas. Pero será necesario más tiempo para juzgar sus efectos, posiblemente muy significativos, sobre el crecimiento de la productividad.

 

*Dalia Marín es profesora de Economía Internacional en la Universidad Técnica de Múnich e investigadora del Centro de Estudios de Políticas Económicas (CEPR).

Esta publicación es gracias a la alianza entre       y   

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