Por: Javier San Vicente
El futuro de la MACCIH está en el aire. En los próximos días el gobierno de Juan Orlando Hernández decidirá si mantiene la misión en su actual convenio, si firma un nuevo convenio, o si la misión simplemente desaparece. Sin duda son muchas las presiones sobre el mandatario para actuar en cualquiera de estos caminos.
Desde el Partido Nacional y sus satélites (incluyendo el llamado “lado oscuro” del Partido Liberal”) la presión para cerrar o desnaturalizar la MACCIH es enorme. Por otra parte, el hecho de que la esposa de Hernández, Ana García, y su cuñado Jean Marie de Peyrecave hayan sido involucrados por MACCIH en el caso Pandora es un claro indicativo de que los intereses de Casa Presidencial entran en colisión con el trabajo de la misión. De parte de la comunidad internacional, las declaraciones públicas de los dos principales socios de Honduras, Estados Unidos y la Unión Europea, indican un claro apoyo a la renovación del mandato íntegro de la MACCIH. Sin embargo, es altamente probable que la firmeza de estos posicionamientos públicos se suavice en las negociaciones a puerta cerrada, en las que la MACCIH solo es un factor menor dentro de las negociaciones bilaterales con ambos socios. Desde la sociedad civil hondureña, se han redoblado los esfuerzos para lograr que la MACCIH sea renovada a través de un canje de notas entre el presidente Hernández y el Secretario General de la Organización de Estados Americanos Luis Almagro.
Entre los principales éxitos de la MACCIH se encuentra la creación de la Unidad Fiscal Especial Contra la Impunidad de la Corrupción (UFECIC), y de los Juzgados Anticorrupción, así como la presentación de 11 casos de corrupción de alto impacto, que marcan un antes y un después en la lucha contra la corrupción en Honduras. Precisamente por sus éxitos, la MACCIH enfrenta importantes amenazas. La más obvia proviene de las personas y grupos afectados por las investigaciones realizadas por MACCIH/UFECIC: decenas de miembros del Congreso, ministros y exministros, familiares de políticos y demás autoridades.
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Sin embargo, a lo largo de los años se ha podido observar cómo otros actores han conspirado para lograr descarrilar el trabajo de la misión y ponerle fin. Entre estos actores, se ha señalado en múltiples ocasiones el oscuro papel del Secretario General de la Organización de Estados Americanos Luis Almagro.
¿Quién es Luis Almagro?
Luis Almagro es un abogado, diplomático y político uruguayo, que desde 2015 ocupa el cargo de Secretario General de la OEA. Entre 2010 y 2015 fue Canciller de la República de Uruguay en el gobierno de Pepe Mujica, de cuyo partido Frente Amplio formaba parte en ese tiempo. En la actualidad, Luis Almagro es una figura de gran relevancia a nivel latinoamericano, y su desempeño como Secretario General de la OEA es altamente cuestionado y genera una fuerte polarización. Desde su salida de la cancillería uruguaya, las acciones y posicionamientos de Almagro han tomado una deriva cuando menos sorprendente, que ha llevado a su mentor político, Pepe Mujica, a repudiar públicamente su trayectoria, e incluso mostrar su arrepentimiento por haber promovido la candidatura de Almagro a la Secretaría General de la OEA.
Y es que en estos años Luis Almagro no ha dejado de tomar partido en los conflictos sociales y políticos que se han producido en la región. En el caso de Venezuela, su rol ha sido el del agitador político que trata por todos los medios de generar una crisis lo más profunda posible al gobierno chavista para precipitar su caída. Tal ha sido la magnitud de su encono con el chavismo, que en más de una ocasión ha chocado públicamente con figuras internacionales que trataban de mediar en el conflicto político en aquel país, como el ex presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, al que llegó a llamar imbécil. También ha mostrado una gran agresividad contra otros gobiernos del “eje progresista”, como el de Evo Morales en Bolivia o el gobierno cubano. Al mismo tiempo, el Secretario General se ha mostrado muy cercano con varios gobiernos del “eje conservador” latinoamericano cuando eran ampliamente cuestionados por su irrespeto a los derechos humanos, como el de Juan Orlando Hernández en Honduras, Iván Duque en Colombia o Sebastián Piñera en Chile.
En este contexto, el rol de Luis Almagro en Honduras en general y hacia la MACCIH en particular ha estado rodeado de polémicas. La más sonada fue la que protagonizó el primer vocero de la MACCIH, el peruano Juan Jiménez Mayor, que hizo pública una carta de renuncia a su puesto el 19 de febrero de 2018 en la que revelaba, entre otras cosas, la total falta de apoyo de Almagro a la MACCIH. En dicha misiva, Jiménez Mayor afirmaba que tanto el señor Almagro como su asesor Luis Porto realizaron diferentes acciones dirigidas a debilitar su liderazgo como vocero de la misión. Asimismo, el diplomático y político peruano afirmaba no haber sido recibido por Almagro en la sede de la OEA, en un viaje realizado con esa finalidad exclusiva. También, denunciaba el deficiente esquema de seguridad otorgado a la misión en Honduras, que no pudo ser mejorado debido a la pasividad del Secretario General de la OEA. Por último, se hace referencia a contratación de personal en la sede de Washington para la misión con funciones desconocidas, y que alcanzan el 25% de los puestos de MACCIH. Entre estas contrataciones destacó por su falta de idoneidad la del político mexicano Jacobo Domínguez, un personaje oscuro vinculado al exgobernador de Veracruz Javier Duarte, antiguo peso pesado del PRI condenado en su país por vínculos con el crimen organizado. Las funciones de Domínguez nunca estuvieron claras, y su presencia en la misión siempre estuvo bajo sospecha. Empleados de MACCIH comunicaron de manera anónima que consideraban a Domínguez una quinta columna dentro de la MACCIH, que defendía los intereses de la clase corrupta.
Pero la salida de Jiménez Mayor tuvo causas adicionales: existieron fuertes presiones y amenazas contra el vocero, originadas en los sectores corruptos del sistema político hondureño que se sentían amenazados por las investigaciones en marcha y por la crudeza con la que el vocero se expresaba sobre el corrupto sistema político hondureño. Es importante recordar que, en febrero de 2018, solo unas semanas antes de que Jiménez Mayor presentara su renuncia, UFECIC secuestró documentación de dos fundaciones vinculadas a la esposa de Juan Orlando Hernández, Ana García, que habrían drenado fondos públicos millonarios: FUNDEIH y FUNDEMH. Tras la salida del vocero de Honduras y pasado casi dos años desde esta acción de UFECIC, no se ha vuelto a tener noticias de esta investigación, que podría haber tenido resultados explosivos para el actual mandatario Juan Orlando Hernández y que podría haber sido el detonante de las acciones que precipitaron la salida del jurista peruano.
Tras la salida de Jiménez Mayor se abrió un proceso de negociación entre el gobierno de Honduras y la OEA que desembocó en el nombramiento como nuevo vocero de Luiz Antonio Guimarães Marrey. Marrey es un fiscal y ex político brasileño, vinculado a sectores conservadores de su país y con un estilo más reservado y menos mediático que el de Jiménez Mayor. Se trataba de un vocero al que no le gustaban las ruedas de prensa, y que tras un año en el cargo y varias meteduras de pata decidió no renovar su contrato y regresar a su país, dejando de nuevo a la MACCIH debilitada. Justo lo que convenía a la clase corrupta hondureña.
El próximo 19 de enero se vence el convenio por el que fue creada la MACCIH. Desde la Coalición por la Renovación de MACCIH, se ha solicitado que el mandato actual se renueve íntegramente, mediante un canje de notas entre el Presidente Hernández y la OEA. Sin embargo, no parece que las intenciones de las partes sea renovar el actual convenio. Tanto desde el gobierno hondureño como desde la Secretaría General de la OEA se han ido poniendo obstáculos a la renovación, que han culminado con la instalación de una “mesa de diálogo” entre las partes, anunciada en pleno feriado navideño. Por las declaraciones realizadas por las partes involucradas, parece que la creación de esta mesa de dialogo va dirigida a elaborar un nuevo convenio de la MACCIH, desoyendo así la firme recomendación de renovar el convenio íntegramente, realizada apenas un mes antes por la “mesa de evaluación” de la MACCIH, compuesta por el propio gobierno hondureño y OEA. En el mismo sentido se habían manifestado en las últimas semanas la sociedad civil hondureña, la Unión Europea, el gobierno de Estados Unidos y varios dirigentes políticos opositores. Si se confirma la firma de un nuevo convenio, la amenaza para el trabajo de MACCIH sería doble. Por un lado, existe el riesgo de que el nuevo texto sirva para debilitar el trabajo investigativo y de acompañamiento a UFECIC que realiza la MACCIH actualmente, con lo cual la misión podría convertirse en un ente meramente asesor (decorativo). Por otro lado, el hecho de que la ratificación final del nuevo convenio corresponda al Congreso (esto no ocurriría si la renovación se hiciese por canje de notas), supone un alto riesgo de que el órgano legislativo no lo ratifique y la MACCIH simplemente desaparezca. Hay que recordar que se cuentan por decenas los diputados acusados o investigados por MACCIH/UFECIC, con lo cual dentro del Congreso hay un sector mayoritario de diputados interesados en el fin de las investigaciones.
El que la OEA apueste ahora por un nuevo convenio contradice no sólo los resultados de la evaluación conjunta comentada anteriormente. En el mes de diciembre, una delegación de la sociedad civil hondureña visitó la sede de la OEA en Washington y se entrevistaron con Almagro, quien les aseguró que, tras las conclusiones de la mesa de evaluación conjunta, el convenio de la MACCIH era “inmodificable”. ¿Qué ha hecho cambiar de opinión a Almagro en tan solo unas semanas? Según diversos analistas, el factor que podría haber llevado a este cambio en la posición de Almagro son sus ambiciones reeleccionistas. En 2020, se celebrará una asamblea de la OEA en la que se elegirá a un nuevo Secretario General. El voto favorable de Honduras es sin duda un factor importante para garantizar la reelección de Almagro, con lo que al uruguayo no le conviene incomodar a Juan Orlando Hernández tratando de mantener el actual convenio de la MACCIH.
De esta forma, el futuro de la MACCIH parece depender de dos actores que no se han destacado por su lealtad a la misión. Por un lado, Juan Orlando Hernández sin duda percibe el trabajo de MACCIH/UFECIC como una amenaza para sus intereses. Por el otro, Honduras es un gobierno aliado de Almagro de cara a su reelección en la OEA, con lo cual no está interesado en ponerle obstáculos. No hay muchas opciones para la lucha contra la corrupción en Honduras.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
Un comentario
Almagro es un titere de los Clintons y pieza del “Deep State” en America latina