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Confraternidad evangélica se pronuncia en contra de despenalizar el aborto

 

Por: Redacción CRITERIO

redaccion@criterio.hn

Tegucigalpa.- La Confraternidad Evangélica de Honduras manifestó este viernes su posición frente al tema de despenalización del aborto con un rotundo no sin señalar ninguna aportación científica más que sus manifestaciones de fe y posiciones bíblicas. 

Tampoco ofrecen ninguna ayuda para las mujeres y familias que son víctimas de violaciones o hijos malformados y se limitan a decir: “nos solidarizamos con las situaciones difíciles que atraviesan las víctimas de violaciones e incestos, las cuales dan como resultado embarazos no deseados. Reconocemos la crisis que implican estas tragedias y nos esforzamos por entender la dificultad de tomar decisiones en tales momentos. Admitimos la necesidad de apoyar de manera activa a las personas y las familias en tales circunstancias, mostrando amor y solidaridad hacia su situación”.

 A continuación el comunicado de la confraternidad evangélica de Honduras:

Durante los meses de abril y mayo del pasado año 2016, La Confraternidad Evangélica fue escuchada por el Congreso Nacional de la República de Honduras, cuando se entregó el comunicado sobre nuestra posición ante el aborto y sus consideraciones en el contexto del nuevo Código Penal, todavía en proceso de aprobación.

En La Confraternidad mantenemos nuestra exhortación a los Honorables Diputados del Congreso Nacional para que legislen en función de los verdaderos intereses de nuestra nación, promulgando leyes y códigos que se enmarquen en los principios y valores cristianos, que profesa la inmensa mayoría del pueblo hondureño, y que promueven justicia y bienestar para toda la población.

La Confraternidad Evangélica de Honduras, en representación del pueblo evangélico, define su posición acerca del aborto sobre la base de argumentos bíblicos, teológicos, filosóficos, legales y científicos, entre ellos:

Dios es el dador y dueño de la vida y sólo El tiene el derecho a quitarla. Es Dios quien forma al no nacido en el vientre materno, así que  El es el único con el derecho a decidir sobre esa vida. (Génesis 1 -2; Job 10: 8-12; Salmo 139: 13-16).

La vida humana es sagrada y el mandamiento de “no matarás” (Éxodo 20:13) es aún válido y especialmente aplicable a un no nacido a quien aún no se le puede imputar delito alguno.

El no nacido es un ser humano individual desde el momento de la concepción, cuando ya tiene completo su código genético que lo identifica como individuo, como masculino o femenino, y que definirá en gran medida sus características físicas futuras de ser humano.

El no nacido es un ser humano diferente de su madre como así lo evidencian los miles de ultrasonidos que diariamente se realizan como parte del control de embarazo, también porque así lo afirma la Palabra de Dios. (Éxodo 21: 22-25; Lucas 1: 39-44)

Toda mujer tiene derecho sobre su propio cuerpo,  pero este derecho no es absoluto sino que termina donde comienzan los derechos de otros seres humanos. Este derecho femenino implica el respeto por la vida de los no nacidos y no está sobre el derecho a la vida que el no nato tiene además de tener su propio cuerpo independiente del de su madre.

Idealmente todo niño debería ser deseado y bienvenido como alguien que viene a enriquecer de diferentes maneras a la población humana. El hecho de no ser deseado no es razón para negarle su existencia, porque el ser deseado o no, no es lo que define su valor como ser humano. Por otra parte, el descontento inicial de una mujer embarazada o su pareja no implica que estos no amarán al niño después que nazca. Respetemos la dignidad humana del no nacido, un ser creado a imagen y semejanza de Dios.

El verificar que un niño tendrá deficiencias biológicas, mentales o sociales, que impliquen mayor sufrimiento, esfuerzos o gastos para los padres, no es razón para quitar la vida a un no nacido. Por una parte, ¿quién define que sólo los “lindos y buenos” son los que valen? ¿Quién puede afirmar que las personas con discapacidad no desean vivir? ¿Quién puede afirmar que las personas con discapacidad difieren de otras en satisfacción de la vida, actitud hacia el futuro y vulnerabilidad a la frustración? ¿Deberían eliminarse las personas con discapacidad ya nacidos por las mismas razones por las que se eliminan los no nacidos? Por otra parte, es bien conocido que los padres o familiares también aman a sus hijos con discapacidad, y que cualquier esfuerzo o gasto extra para preservar y cuidar una vida humana es plenamente justificado.

El aborto “terapéutico” es una contradicción de términos, porque ningún aborto salva o cura a nadie (que es lo que la palabra “terapéutico” implica). Además de que con el avance de la ciencia médica las indicaciones para el aborto llamado terapéutico ahora son escasas; no es aceptable la situación de “preferir a la madre o al niño” o “al niño antes que a la madre” o viceversa; entre la madre e hijo, sólo es aceptable una elección entre la vida que puede ser salvada y la que no puede ser salvada sobre la base de hacer todo lo posible por salvar a ambas.

Un embarazo causado por una violación no debe ser terminado porque además de que las víctimas de violación generalmente no aceptan el aborto, éste, si se practica, agrava en lugar de eliminar el dolor físico, psicológico o espiritual; y se estaría castigando al niño quien es inocente del acto perpetrado por su padre biológico. Incluimos aquí la situación en la que progenitores irresponsables que por rechazo al nacimiento de un hijo no deseado buscan un aborto.

Rechazamos todo intento de legalizar el aborto de ninguna categoría porque ninguna ley humana está sobre el derecho a la vida que tiene todo ser humano; derecho que es dado por el creador.

Nos solidarizamos con las situaciones difíciles que atraviesan las víctimas de violaciones e incestos, las cuales dan como resultado embarazos no deseados. Reconocemos la crisis que implican estas tragedias y nos esforzamos por entender la dificultad de tomar decisiones en tales momentos. Admitimos la necesidad de apoyar de manera activa a las personas y las familias en tales circunstancias, mostrando amor y solidaridad hacia su situación.

Finalmente, apelando a la invitación de la Palabra de Dios en Deuteronomio 30: 19 “te he dado a elegir entre la vida y la muerte. Elige pues la vida”, exhortamos a todo miembro de nuestra población a escoger la vida plena con todas sus manifestaciones de amor, generosidad y justicia.

 

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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