Por. César Verduga Vélez – Ex ministro de Gobierno de Ecuador y consultor. Desde México.
En la historia de la humanidad hay hechos y conceptos que son un antes y un después y en el desarrollo de la filosofía y la ciencia social.
Hay varios ejemplos en la filosofía y la economía. El trabajo como fuente de valor, escrito por Smith y Ricardo. La plusvalía y el fetichismo de la mercancía como fundamentos de la explotación y la alienación del trabajador, y como pilares de la expansión del capitalismo industrial, expuesta por Marx. Las ideas de Keynes sobre el desempleo y el estancamiento como las consecuencias del liberalismo económico, que se debían combatir con políticas anticíclicas de un Estado proactivo para tener un capitalismo con estado de bienestar. La noción Centro-Periferia por efecto de las diferencias de progreso técnico con la que Raúl Prebisch explicó el atraso de América Latina. Y la necesidad de las políticas de industrialización sustitutiva e integración para avanzar del subdesarrollo al desarrollo. Estos son ejemplos de situaciones y teorías cardinales en el devenir humano.
La pandemia de Covid-19, el descubrimiento acelerado de vacunas y el desarrollo de políticas de vacunación por distintas sociedades y estados, son el gran acontecimiento de la primera mitad del siglo XXI. En el futuro nos servirá para analizar esta naciente civilización de la cuarta revolución industrial-electrónica, la geopolítica mundial y los estados y sociedades latinoamericanas en esta época.
Una mirada rápida nos permite ver que entre las cinco potencias miembro del Consejo de Seguridad de la ONU están los únicos productores de vacunas. Son Estados Unidos, Rusia, China, que producen más de una vacuna, e Inglaterra con la de la Universidad de Oxford. En el G20 están los 10 países que consumen el 75% de las vacunas que se producen y venden en el mundo. A todas luces un mundo de desarrollo científico acelerado y desarrollo social desigual. Y está la ONU que, fiel a los principios de su carta de creación, mediante COVAX trata de enmendar estas inequidades y solicita sustituir el nacionalismo de las vacunas y la geopolítica de su producción y distribución por los principios de la cooperación internacional solidaria.
El asunto es complejo y su diagnóstico sencillo. Sin vacunar al 70% de la humanidad no se solucionará global y radicalmente el problema del COVID-19. Los países débiles, en un mundo interdependiente, serán permanentemente una amenaza sanitaria para los países poderosos, en una época en que las comunicaciones y el transporte nos han convertido en una “aldea global”. Y las migraciones regulares e irregulares y el turismo internacional masificado, con volúmenes mayores o menores de viajeros, son parte de la cotidianidad.
Esta tragedia global es la demostración palpable de que la salud pública eficaz es efectiva para las sociedades del siglo XXI como imperativo categórico. Por ello la primera potencia del mundo encabeza la lista de contagios y muertes y requirió de un dramático cambio de gobierno y concepción para ponerse a su altura en las vacunaciones.
También la brecha digital ha mostrado sus consecuencias. Los países con más acceso digital tienen poblaciones mejor informadas para combatir la enfermedad y sus economías se adaptan más rápidamente a la nueva normalidad.
En América latina y el Caribe la situación es un mosaico ilustrativo de las diversas situaciones que caracterizan a la región como una y múltiple. Cuba y Uruguay con gobiernos políticamente antitéticos son los países con menos contagios. Cuba, incluso, ya ha producido la vacuna Soberana 02 que está en proceso de aprobación por la OMS.
Chile, México, Argentina avanzan con ritmo creciente en la vacunación masiva. Brasil sigue fracasando por tener un presidente que redondea su “neofascismo del siglo XXI” con el negacionismo respecto de la pandemia COVID 19. Solo el carácter federal del gigante del sur es la válvula de escape para que determinados estados tengan políticas de producción de vacunas chinas, que sirven para inocular insuficientemente a su población y exportan a otros países. El neofascismo del siglo XXI sigue privilegiando la premisa de que “negocios son negocios”.
El carácter prebendario de los estados latinoamericanos ha producido escándalos en la vacunación preferente, ocurrido en Argentina, Perú y Ecuador. En Argentina y Perú las acciones han sido castigadas por los presidentes y les ha costado su puesto y su prestigio a los ministros. En Ecuador el presidente en proceso de terminar su período se ha limitado a aceptar la renuncia de su ministro de salud, castigado duramente por la sociedad, por un pobrísimo manejo de la pandemia y la vacunación
Una inesperada pandemia ha producido cambios en la realidad mundial y latinoamericana, semejantes a los que provocó la Gran Depresión de 1929, cuyo estallido en Wall Street tampoco pudo presagiarse. El COVID 19, 90 años después, ha producido un parteaguas en la historia.
El mundo del 2022 tenderá a dividirse entre países vacunados, en proceso de vacunación y carentes de vacunación, por la pobreza de sus sociedades y fracaso de sus estados.
Está naciendo un nuevo indicador mundial como el ingreso per cápita o el índice de desarrollo humano para clasificar los países de este abigarrado mundo. Sólo que este nuevo indicador está “más cerca de la sangre que de la tinta”, usando las inolvidables palabras que usó García Lorca para presentar a Pablo Neruda ante los literatos españoles.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas