Tegucigalpa. – A toda velocidad y con el equipo de sonido a un paso de provocarle migraña, viaja el cansado usuario del servicio del transporte “público” que va de regreso a su casa después de su pesada jornada de trabajo.
Pero en lugar de movilizarse tranquilo hacia su destino, teme ser asaltado dentro del autobús, además, el ayudante del conductor ya le dijo que en el asiento donde va “cabe otro más”.
Como sardinas apretujan en filas dentro del pasillo de la unidad, en el transporte público jamás importaron las medidas de distancia para prevenir el contagio de covid-19.
Como es común decir: “Aquí es de sálvese quien pueda”, mientras tanto, ahora no queda más que “aguantarse” todo el camino, esperando puedan bajarse del automotor sanos y salvos. “Agárrense bien”, avisa el conductor, porque va a “pelear línea” contra otro conductor para acaparar a todos los pasajeros que encuentre en la siguiente estación, que dicho sea de paso, es donde haya personas eperando.
En esos autobuses y taxis con miles de fallas mecánicas, el 100% de los usuarios han alegado que han sido asaltados, es decir, no hay quien se sienta seguro al utilizar el transporte público.
La seguridad vial es pésima, no hay un tan solo día que no acontezca un accidente de tránsito, dejando en la mayoría de los casos a varios fallecidos.
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La forma de conducir de los taxistas, de los choferes de moto taxis y de los buses amarillos y los llamados “ejecutivos” es totalmente imprudente, no siguen ni respetan las normas ni señales de tránsito y no son regulados para su cumplimiento. Para rematar, incluso hay quienes conducen bajo los efectos de drogas y alcohol.
Lo que choferes y sus ayudantes comentan que lo importante es cumplir la cuota porque es muy poco lo que ganan, sus jefes los presionan cuando “viajan muy lento”.
“Todas las rutas de autobuses están mal diseñadas, por lo menos un viaje que hace un usuario le consume aproximadamente 80 minutos como mínimo”, destacó para Criterio.hn, el arquitecto con especialidad en urbanismo, Ricardo Calderón Deras, basado en estudios realizados.
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CARO Y PELIGROSO
Durante esos largos minutos, los usuarios están expuestos a asaltos, accidentes viales, además muchos denuncian los malos tratos por parte de los ayudantes de los buses y la vulneración a sus derechos al abordar uno de esos vehículos.
Algunos usuarios gastan hasta 80 lempiras para movilizarse de sus hogares a su lugar de trabajo y viceversa, demostrando que el costo no es accesible para todos, es decir, el transporte “público” no es inclusivo para las personas de más bajos recursos.
En la desordenada y caótica forma de conducirse, se debe revisar cuánto se gasta en barriles de gasolina, pues si fuera un transporte eficiente y ordenado, el gasto sería mucho menor.
“A nivel nacional, hace 10 años, se gastaba en gasolina aproximadamente 4 millones 998 mil barriles, pero aquí en Tegucigalpa son 3 millones de barriles, hablando del costo del desorden del transporte público”, detalló el arquitecto.
Los sistemas de transporte público masivo tipo BRT (Bus Rapid Transit) adoptados para provocar el desarrollo urbano en América Latina, se ha implementado incluso en los países vecinos de Centroamérica, pero en Honduras, increíblemente, en pleno siglo XXI no se ha podido, dilucidando entre las principales causas de ese retraso: poca voluntad política, falta de planificación con especialistas y la imperante corrupción por encima de las propuestas de cualquier proyecto.
Se trata de una infraestructura especial para la movilización exclusiva sin que sea compartida con otros vehículos. Las estaciones se ubican de manera estratégica a lo largo de los corredores, además, deben dotarse de condiciones de comodidad.
Debe contar con espacio para parqueo, mantenimiento y limpieza, con el objetivo de brindar orden y seguridad a los usuarios y para quienes trabajan en ese sistema.
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EL FALLIDO PROYECTO CONVERTIDO EN MONUMENTO A LA CORRUPCIÓN
Un intento fallido y que nunca tomó vida fue el famoso Trans 450, cuyos dos primeros corredores que se construyeron tenían como punto de origen el Estadio Nacional José de la Paz Herrera Uclés y se extendía hacia la Kennedy y el otro hasta en frente a la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Sin embargo, quedó abandonado a la vista de todos, recordando que no es más que otro monumento a la flagrante corrupción. Actualmente, sirve como refugio para asaltantes y, aunque sus techos se están cayendo, algunas veces las personas indigentes utilizan esas cabinas para pasar la noche.
El tramo ubicado frente al Hospital Escuela sirve para los familiares que vienen del interior del país y que tienen a su pariente interno en ese centro médico, el cual carece de un área de espera para los usuarios de pocos recursos, obligados de forma inhumana incluso a dormir en la calle.
La “mega terminal” iba a estar ubicada en el reducido espacio entre el Estadio Nacional y el mercado de la Feria del Agricultor, pero esa parte también quedó en ruinas y parece más un pedazo de cemento que estorba la libre extensión de las calles que se ubican en esa zona, generando mayor congestión vial.
La renovación urbana quedó en una ruina que ha costado y seguirá constando millones al bolsillo de la ciudadanía, pues para la propuesta de ejecución del Trans 450, la municipalidad acudió a tres fuentes de financiamiento, recibiendo así: USD 30 millones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), USD 10 millones del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y USD 18 millones de la Tesorería General de la Alcaldía.
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Esa deuda deberá ser pagada por los más de 9 millones de hondureñas y hondureños y se extenderá al menos unos 30 años, hasta la fecha, solo han sido cancelados USD 1.4 millones. Los tramos han sido habilitados como dando “borrón y cuenta nueva”, según anunció hace unos días la Alcaldía Municipal del Distrito Central.
El Trans 450 fue una de las promesas que en 2012 el exalcalde nacionalista, Ricardo Álvarez. Después de tres gobiernos municipales (2010-2022), en medio de las evidentes mentiras vertidas tanto por Álvarez como por su sucesor, Nasry Asfura, la obra quedó en la llanura y los culpables siguen impunes, sin ser siquiera mencionados por el Ministerio Público.
Para llevar a cabo la construcción del Trans 450, no hubo acercamientos con el Colegio de Arquitectos ni con el Colegio de Ingenieros Civiles u otros especialistas, desde ahí, se reflejó la falta de voluntad para plasmar un proyecto óptimo para las necesidades de la población, según la realidad hondureña.
Con el afán de conversar sobre la grave problemática del transporte “público” de Honduras, Criterio.hn intentó contactarse con Rafael Barahona, titular del Instituto Hondureños del Transporte Terrestre, pero por segunda ocasión no respondió.
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Soñadora incorregible, en todo lo que hago soy diferente y auténtica, quiero dejar legado en esta carrera que ha sido descuidada y utilizada, defiendo a los seres vulnerados y detesto la injusticia. Las artes, el estilo y la naturaleza son parte del libro de mi vida. Escribiendo encontré el sosiego para sobrevivir. Creo reportajes y escribo sobre derechos humanos, migración, LGBTIQ+, mujeres, niñez, corrupción, arquitectura, análisis y comportamiento social, a veces una pizca de política. Creadora de Las 5 de Criterio. Ver todas las entradas