Por: Arabeska Sánchez
Para los años 70s los principales vehículos de comunicación fueron el correo postal, el telegrama, y el teléfono; con el primero daba gusto escribir hoja tras hoja y/o las famosas postales conteniendo alguna vista bonita de cualquier lugar visitado o simplemente en donde residíamos; con los otros dos el telegrama y el teléfono había que ahorrarse las palabras para que la cuenta no saliera muy alta y -según cuentan algunos- incluso haba que escribir casi que en clave o abreviaturas que ayudaron a reducir los costos de envió.
Con el teléfono sucedieron dos situaciones, la primera que aquellas llamadas locales podían durar hasta horas por su bajo costo en telefonía privada -no así en los famosos teléfonos públicos cuyas cabinas colocaba Hondutel por todos los pasos peatonales entre ellos los más famosos las plazas Peatonal, Dolores, La Merced, Villa Adela, Miraflores y otras más que de colegiales aprovechamos- mientras que en nuestras casas alargábamos las llamadas a sabiendas que las tarifas eran fijas, pero bajo la acostumbrada prohibición de no hacer las llamadas a larga distancia; lo que nos lleva a la segunda situación, llamadas que más valía recibirlas que hacerlas dado el costo al final del mes en la factura de color anaranjado con azul que hiciera famosa el logo de Hondutel, y que de haber desobedecido la advertencia de nuestros mayores en aquel momento seguro nos dejaría con nerviosismo.
Pasados esos días tan bonitos, las comunicaciones pasaron al famoso bíper, desde donde con una módica cantidad al mes pudimos enviar y recibir mensajes breves a través de la cajita electrónica que a todos nos gustaba lucir en la cintura y/o la cartera mientras lo sacábamos en respuesta del tono que avisaba que alguien nos había escrito. Con pesar vimos desaparecer ante nuestros ojos el bíper para recibir la telefonía móvil o celular como le conocemos aquí. Nos deslumbro el aparatito que nos permitió mantenernos comunicados independiente de donde estuviéramos escuchando la voz de un interlocutor.
La variedad en modelos que os invitaba a encontrar el modelo con mayores ventajas técnicas que fácilmente encontró su lugar entre nuestros accesorios diarios; ya no digamos la posibilidad de comenzar a integrar en el un correo electrónico -como producto de la competencia entre el correo tradicional y el electrónico que aun hoy vemos-, sin dejar de mencionar las famosas Apps que inicialmente fueron ayuda en momentos de ocio con su variedad de juegos y luego mejoraron la calidad de contenidos.
Llegado este punto una nueva circunstancia alrededor de las comunicaciones que ya solo fueron posibles a través del posicionamiento del internet vino a ocupar nuestra atención; y es que la seguridad en las comunicaciones han tenido que enfrentar demandas de no vulneración de los contenidos en términos de la privacidad de cada usuario que hasta el día de hoy sigue dando un “aceptar” u “ok” luego de leer los términos de las condiciones de uso tanto de los aparatos como de lo software que sostienen las plataformas que facilitar los contenidos.
Malware, spyware y cuanto termino sofisticado para advertirnos que los virus y hackeos entre los aparatos electrónicos como el celular desde donde actualmente abrimos cada mañana nuestro correo electrónico y otras redes sociales son reales y que debemos estar atentos a las medidas de seguridad que probamos una y otra vez de vez en cuando, cada vez que nuestras licencias anuales así nos lo permiten como usuarios comunes, -ya no digamos las empresas y/o instituciones.
Aunque cada tanto siguen saliendo modelos tan buenos como estéticos, lo cierto es que son las medidas de seguridad y las famosas licencias anti virus lo que más llama nuestra atención -o al menos debería serlo- mientras tanto, nada mas tranquilizante que tener un software certificado a través de una licencia licita para saber que nuestros contenidos siempre están amparados en una especie de legalidad que si bien no nos hace menos propensos a una vulneración, al menos si para cualquier intromisión.
Estas comunicaciones que han saltado al espacio de las redes sociales -y que muy lejos han dejado aquellos textos de telegrama y el bíper- también nos invitan a establecer los famosos “controles parentales” en aparatos móviles que son compartidos y/o de uso de menores, pero también a los famosos hackeo de cuentas y hasta de quienes acostumbran a captar victimas de todo tipo de delito por el internet. Si nunca hemos sido víctimas de este tipo de delitos debemos sentirnos afortunados y para aquellos que alguna vez han sido victimas seguro han descubierto la existencia de unidades especiales de investigación de los ciberdelitos, hasta ahí nos ha llevado la seguridad en el internet. Hasta la próxima entrega que estemos bien.
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Abogada penalista. Especialista en criminología, con maestría en Seguridad Humana y Administración de Proyectos. Docente en la Universidad de la Policía de Honduras. Consultora internacional en criminología y seguridad. Ver todas las entradas