La música nos hace volver a vivir

Refundación de la Orquesta Sinfónica Nacional de Honduras

Por: Sergio Rodríguez*

Sol sol do, sol mi, do do mi, do sol…con estas notas musicales y en ritmo de anacrusa comienza la noble melodía de nuestro himno nacional. Una de las veces que escuché el himno- después de una larga década fuera de la patria amada- en una grabación que el ilustre profesor Juan Domingo Torres me trajo en una de sus visitas aquí en los Estados Unidos, comenzaron a salir de mis ojos, sin poder contenerme, lágrimas de nostalgia por esa patria de la cual el destino me había alejado. La grabación era de la Sinfónica Nacional fundada en los albores de los años 1990 y como todo buen proyecto y por eso del egocentrismo e ineptitud de los que la administraron – desapareció de nuestra patria. 

Para el nuevo gobierno liberador de Honduras, a los estadistas de todos los colores políticos, al Ministerio de Cultura, entre otros, hoy demandamos que se refunde la impostergable Sinfónica Nacional de Honduras. 

Una sinfónica nacional es el alma y espíritu de una nación. Es la esperanza de infundir entre sus conciudadanos que somos un mejor país y un paraíso anfitrión para la diplomacia de otras naciones, empresarios extranjeros y sus familias acostumbradas a convivir con el arte musical universal.

La orquesta vendría a suplir esa necesidad intrínseca que tiene el ser humano de escuchar música en vivo, con todos los matices sonoros que les fluya entre el alma y el corazón. Sobre todo, en un país en donde nuestra juventud está sometida a una música denigrante y de baja estofa. La orquesta vendría a ser el instrumento de inspiración espiritual que necesita la nación para seguir adelante en la lucha contra tantas dificultades que nos oprimen. 

La música es parte de nuestra identidad nacional, como director de orquesta he tenido la oportunidad de incluir en mis programas música hondureña, en New York, por ejemplo, uno de mis conciertos fue grabado por el artista Walter Krochmal (hondureño) y compartida en las redes sociales y que provocó una catarsis colectiva entre los corazones de miles de compatriotas en el extranjero y terruño nacional; orgullosos de poder escuchar de su música y de revivir de sus identidades culturales. Lo mismo sucedió con mi premier sinfónico “Obertura a Morazán” en lo álgido del golpe de estado, cuando dirigí la Filarmónica Coral de Tegucigalpa y el laureado escritor Eduardo Bahr intercalaba con la orquesta la narración voz off de la vida del paladín americano. 1“Ahí todos de pie sin importar sus diferencias entre el caos político, (los asistentes) se sintieron identificados como fraternos hondureños y con las palmas y bravos fuimos un solo pueblo”. 

Hoy Honduras tiene instituciones de las cuales se gradúan muchos artistas músicos, desafortunadamente el talento de estos se desaprovecha y se pierden en el ambiente estéril de nuestras comunidades. De qué les valió tanto estudio y sacrificio si no hay fuentes de trabajo sostenibles. Es una gran injusticia inculcar a jóvenes al estudio del arte musical, para después dejarlos abandonados al libre albedrío sin ninguna institución que les ofrezca oportunidades de trabajo. Consecuentemente, existen un sinnúmero de compatriotas que lograron continuar sus estudios artísticos y que viven y trabajan en el extranjero porque en la patria que los vio nacer no hay oportunidades. Ellos deberían de ser tomados en cuenta ya que con sus experiencias profesionales podrían aportar excelsamente al desarrollo de la sinfónica e implícitamente al desarrollo musical de Honduras. 

Una orquesta nacional abriría las puertas a las nuevas generaciones de artistas hondureños aquí y en el extranjero. La orquesta podría dividirse en grupos de cámara para conciertos o actos solemnes del Estado y comunidad. Podría ser el epicentro armónico del génesis de orquestas en cada departamento y rincón de Honduras. 

La refundación de la orquesta tiene que ser parte integral del Ministerio de las Culturas, ya que esta tendría los mecanismos de su mejor organización y transparencia. No puede ser parte de ONG S, ya que son operadas de acuerdo con agendas personales en detrimento de los artistas músicos. Algunos argumentarán que la orquesta no debe ser parte de ningún ente del gobierno por temor a la ineptitud y manoseo político, sin embargo, es el gobierno a través de la secretaria de Cultura la que induzca un decreto de ley en la cual el Congreso Nacional le dé a la orquesta sinfónica la distinción de patrimonio nacional y así asegurar su continuidad con un presupuesto acorde y sostenible. 

En Costa Rica -para no ir muy lejos- con el liderazgo del Maestro Gerald Brown, logró que el congreso costarricense no solamente le diera una subvención estatal a la orquesta, sino que también discutían acalorados entre ellos por querer darle al proyecto una asignación económica cuantiosa más que el presupuesto original. Y así refundaron la orquesta sifónica nacional, la sinfónica juvenil y su conservatorio de música. Cabe hacer notar que los músicos de la sinfónica eran también los profesores del conservatorio y de la orquesta juvenil.

Los artistas músicos tendrían que ser escogidos en audiciones y ofrecerles un sueldo digno, con los beneficios y derechos laborales que debe tener todo profesional. La dirección de la orquesta debe ser compartida en la programación de los conciertos anuales con diferentes directores, así de esta manera mantener a los músicos y melómanos con una vasta diversidad de renovación artística. 

La creación de la refundación de la sinfónica nacional debe de ser parte de la agenda del nuevo gobierno hondureño. ¡Sería la consolidación anhelada de muchos artistas músicos excluidos o por los que están por graduarse, y un legado histórico a nuestra patria como el principio de nuestra refundación!

Sol sol la sol fa mi sol fa…” fin de la primera frase melódica del himno nacional

*Sergio Rodríguez, violinista, compositor y director de orquesta

Atlanta, GA USA

  1. Concierto Bajo Estado De Sitio, Sergio Rodríguez, Tiempo, julio 14, 2009

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  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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