Por: Rodil Rivera Rodil
Con la pandemia y el desmedido incremento de la corrupción, la descomposición del gobierno del presidente Hernández ha llegado a tal grado que sus diputados y funcionarios ya no hallan cómo lidiar con sus mismos desmanes. Por ello, se han vuelto expertos en recurrir, entre muchos otros subterfugios, a las medias verdades, a la verborrea cantinflesca, a la ambigüedad y a la nueva modalidad de la “verdad alternativa” patentada por Donald Trump, que no es otra cosa que mentir descaradamente. Y en muchas ocasiones, se enredan tanto en las explicaciones que dan que terminan haciendo el ridículo.
La ministra de salud, que no es profesional de la medicina, pero supuestamente conoce de administración hospitalaria, a la pregunta de la prensa de cuándo comenzarían a funcionar los últimos dos hospitales móviles que recién llegaron al país, contestó muy molesta: “Los hospitales no se pueden entregar en 15 días, no son hoteles o restaurantes”. Me pregunto qué estaría pensando esta señora. Porque es justo a la inversa. Los hospitales estatales y todo lo relacionado con la salud pública siempre son de gran urgencia, no digamos cuando se carece de una estructura sanitaria digna de este nombre, como es el caso de Honduras, y con muchísima mayor razón cuando se está en medio de una pandemia.
Por esto fue que China construyó y echó a andar hospitales en apenas 10 días, aunque les faltaran detalles no esenciales, como pintura en las paredes. Los hoteles y los restaurantes, en cambio, no se abren al público sino hasta que están perfectamente terminados. ¿Por qué? Sencillamente porque son negocios y ya se sabe que estos deben lucir lo mejor posible para que atraigan la máxima clientela. La ministra, seguramente, estaba pensando en hospitales privados, que más que centros de salud son meras empresas mercantiles como cualquiera otras.
La única razón por la que la ministra pudo haberse enojado es porque todavía no ha entendido el nivel de indignación de la gente por la corrupción que ha rodeado la adquisición de los hospitales móviles. Cualquier cosa relacionada con estos nos recuerda a los hondureños que a pesar de que se pagaron por ellos casi mil doscientos millones de lempiras por adelantado, no comenzaron a venir sino hasta transcurridos siete y ocho meses. Y de acuerdo con los expertos, con ese dinero pudieron haberse construido instalaciones sanitarias con mayor capacidad y más apropiadas para el coronavirus, y sobre todo, con mucha más rapidez, como lo exigían las circunstancias.
Cómo quiere la ministra, entonces, que la población olvide que en ese descomunal atraco se robaron ¡ochocientos millones de lempiras! de los escasos recursos que tenemos para hacerle frente a la emergencia y que en todo este tiempo solo ha sido acusado -¡y por un delito bagatela!- el ex director de Invest-H, quien, según el ex presidente Lobo Sosa, que tiene porqué saberlo, solo sirvió de mandadero. Tampoco debe esperar la ministra que la cólera del pueblo se aplaque con la simple llegada de los hospitales. O repitiendo hasta la saciedad que ya han sido reparados los desperfectos con que venían.
Y no parece tampoco que esta señora se haya dado cuenta de que ya nadie le cree al gobierno. Los militares de y los voceros oficiales han caído en tantas contradicciones que ni siquiera pudieron aclarar si las 57 fallas que encontraron eran de los hospitales que todavía están en Turquía o de los que ya se encontraban en Honduras. Hoy sí se lució don Juan Orlando y el Partido Nacional. Este fraude pasará a la historia como el más chapucero jamás cometido por nadie.
Pero, quizás, la mejor muestra de porqué los funcionarios de don Junta Orlando no pueden decir la verdad la acaba de dar el señor Ebal Díaz, quien, según su propio testimonio, se desempeña como secretario ejecutivo del Consejo de Ministros, encargado especial de Conatel, presidente del Instituto de la Propiedad, director del Programa 20-20, miembro de la Comisión de Evaluación de Inversiones y del Comité de Coordinación del Centro Cívico Gubernamental.
Pero, además, funge como asesor del presidente y revisa los decretos y acuerdos que esta firma, aunque, dice, es “de las personas que menos lo ve”, lo que no es problema para él ya que “lo conoce y puede anticipar lo que piensa”. Igualmente, oficia como pastor de 60 personas en la iglesia evangélica “La Luz del Mundo” y todavía le da tiempo “para “mantener la cercanía con sus tres pequeños hijos. Y, por supuesto, “también hace algunas tareas especiales” para el presidente.
No vaya a pensar el lector, aunque así parezca, que don Ebal es sobrehumano, pues él mismo cuenta que “creyó que no salía vivo” de la enorme tarea que realizó cuando el recién electo presidente Hernández ordenó al Congreso que emitiera más de 150 leyes en un solo mes. Las cuales, dicho sea de paso, fueron para arrogarse inconstitucionalmente todos los poderes del Estado. Lo que fue bautizado por la ciudadanía como la “diarrea legislativa” de diciembre de 2013.
Pero don Ebal también es un avezado político. El mensaje que por invitación de don Juan Orlando dirigió a los diputados del Partido Nacional, en el que les transmite la estrategia que deberán seguir para asegurar el triunfo en las próximas elecciones, completa a cabalidad su retrato. Fue pasmosa la claridad con que les hizo saber a los honorables representantes del pueblo nacionalistas que no deben preocuparse, que en estos comicios “la gente no votará por los muertos. Ya sean 2,800 o 3 mil los muertos que deje la pandemia. No porque se me murió un pariente. No, la gente va a votar por cuánto tiene en la bolsa. Si tiene o no comida en la casa. Si tiene o no ingreso. Si tiene o no trabajo. Es más, ni siquiera por el tema de corrupción”.
Algunos lo han tildado de maquiavélico. No. Maquiavelo, a despecho de la leyenda, nunca fue maquiavélico. Más bien parece una morbosa mezcla. Algo de místico y mucho de cínico. ¡Y qué tal si no fuera pastor evangélico! Porque en un lenguaje más prosaico, lo que quiso decir es: “vamos a comprar los votos que hagan falta para ganar”. Pero hay algo más. No pasemos por alto que el plan no es propiamente de don Ebal sino de su jefe, el presidente Hernández. Recordemos su confesión: “lo conoce tan bien que puede anticipar lo que piensa”. He aquí, pues, el verdadero trasfondo de lo que se trató en esa misa negra del Partido Nacional. El enésimo gran fraude electoral que prepara don Juan Orlando para el 2021.
Lo que no deja de sorprender es que, con toda esa portentosa capacidad que le permite ejercer tantas funciones a la vez, haya podido don Ebal incurrir en la soberana ingenuidad de pensar que su franqueza política se mantendría en secreto. Estamos, dijo, “en un ambiente de mucha confianza”. Y su posterior intento de desmentirse fue tan patético, para decir lo menos, que mejor se hubiera quedado callado.
Pero no se crea que la distorsión de la verdad es privativa de los malos políticos, de los peores funcionarios o de los falsos pastores. También lo es de muchos otros sectores, incluyendo a los empresarios. Con estupor acabo de leer las declaraciones de uno de sus representantes en la tal Mesa Multisectorial: “Creemos que estamos en el momento para avanzar en la fase 3, lo cual es importante porque existen algunas organizaciones internacionales y la banca de desarrollo que han establecido la reapertura de su sector una vez que el país avance a la fase 3”. Será que ese “momento” es justo cuando el repunte de la pandemia en casi todo el mundo está siendo más grave que nunca. Y cuando aquí mismo en Honduras todo indica que ya empezó a incrementarse el contagio.
¿Por qué torcer la verdad? Vamos a ir a la fase 3, a la 4, a la 5 y a todas las que falten, aunque se contagien y mueran miles más de compatriotas, porque no nos queda más remedio. Porque la población ya no aguanta más. Porque somos un país subdesarrollado y pobre de solemnidad. Y porque los regímenes neoliberales dejaron en las latas la salud pública. Y no es cierto que ninguna organización internacional ni banca de desarrollo estén pidiendo que se avance a ninguna fase. Por el contrario, estas insisten en que la apertura debe marchar conforme las condiciones de la pandemia lo permitan y que la decisión es privativa de cada país.
Por eso es por lo que es urgente que la empresa privada, con las honrosas excepciones, deje de apoyar a este gobierno corrupto e incapaz. Y vaya pensando en sumarse a los que quieren cambiar las cosas para que no volvamos a pasar por esta calamidad y vergüenza.
Tegucigalpa, 21 de octubre del 2020
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
Un comentario
“Por eso es por lo que es urgente que la empresa privada, con las honrosas excepciones, deje de apoyar a este gobierno corrupto e incapaz. Y vaya pensando en sumarse a los que quieren cambiar las cosas para que no volvamos a pasar por esta calamidad y vergüenza. ”
Excelente conclusion y consejo tambien Sr Rivera Rodil.