el combate contra el Covid-19

Reflexiones incómodas sobre el covid-19, no aptas para ingenuos (6ta parte)

 

 

6ª PARTE: ¿” CORONACRASH” O CRISIS ECONÓMICA CAPITALISTA?

Por: Tomas Andino Mencía

Por lo descrito en la sección anterior, el capitalismo se encuentra en una situación de desconcierto mundial. Y no es para menos, porque esta crisis es tan o más profunda que la de 1929. Si bien la caída de la bolsa de valores es parecida, el impacto sobre el mundo de hoy respecto al de hace 91 años es muchísimo mayor, porque hoy día los volúmenes financieros comprometidos son muy superiores, el mundo está más interconectado y es más interdependiente que antes y hay más población viviendo directamente del capitalismo que hace casi un siglo, sin hablar de que la crisis de nuestro tiempo va acompañada de una pandemia.

¿Tiene salida esta situación? La respuesta es sí, tiene salida, o más bien; tiene dos salidas: Una burguesa, a costa, como siempre, de recortar y deteriorar los servicios sociales de los más desposeídos, a costa de hambrunas masivas que maten a millones, de guerras sin fin, y de planes de explotación más profundas a la clase trabajadora; y la otra, una salida popular, en la que los pueblos organizados nos sacudimos de una vez por todas este sistema, aprovechando que se encuentra en su momento de mayor debilidad, y construimos nuestra propia sociedad.

Para entender mejor la oportunidad que tenemos enfrente, conviene hacer un análisis de como estan los actores principales en esta coyuntura y que estrategias estan utilizando, sus limitaciones y sus alcances.

¿LA GUERRA SERIA LA OPCIÓN PRIVILEGIADA DE LA BURGUESÍA PARA SALIR DE LA CRISIS?

Escribimos en la entrega anterior que el capitalismo necesita de un evento destructivo para reiniciar el sistema y después reconstruirlo sobre nuevas bases, siempre burguesas; y que el evento que históricamente ha utilizado para eso son las guerras. Pues bien, esto tiene matices que es necesario analizar.

En el pasado las guerras podían ser un recurso ilimitado, al punto que se hicieron dos guerras mundiales desastrosas. Los 70 millones de muertos no eran un problema para la burguesía porque no era ella la que iba al frente de guerra. Pero desde la “guerra fría” con la Unión Soviética en los años 50-80s hasta la Rusia de la actualidad, la existencia de armas nucleares ha disuadido que pueda darse una nueva guerra mundial entre potencias, porque en algo así no quedaría piedra sobre piedra. En tal guerra retrocederíamos no al capitalismo sino a la prehistoria y la burguesía puede ser perversa, pero no es suicida. Las guerras por eso desde entonces han sido regionales no globales, y practicadas desde el imperio contra países militarmente más débiles, no contra potencias nucleares.

Sin embargo, también esto tiene su límite. La humillante derrota de la poderosa maquinaria militar norteamericana por parte de un país campesino, como era Vietnam en 1975, le dio una gran lección: no emprender guerras muy prolongadas. Esa sola guerra comprometió la participación de 500 mil soldados gringos de los cuales murió el 10% y acabo con la fortaleza del dólar en la crisis de 1973, para terminar huyendo de Hanoi con los calzones en la mano. Esa derrota contribuyo a iniciar la actual tendencia gringa a solo comprometerse en guerras cortas y fulminantes y no en conflicto prolongados. Es lo que se conoce como el “síndrome de Vietnam”.

Esta estrategia de guerras rápidas la ensayo con éxito contra países minúsculos como Grenada, Panamá y Liberia. En 1991 entusiasmado por la caída del bloque socialista, se atrevió a hacerlo contra una potencia regional, la Irak de Sadam Hussein en la guerra “Tormenta del Desierto” en apoyo a Kuwait, que coincidió con una crisis de sobre producción esos años. Solo tomo una precaución; hizo esa guerra en coalición con otros 20 países. Como consiguió una derrota militar relativamente rápida con esa coalición, once años después se alentó a involucrarse en el “Guerra del Golfo” en 2002 y en la guerra contra los talibanes en Afganistán, y así dar salida a la crisis de sobre producción de 2001. Pero en esa ocasión no le fue bien; lo que creyó sería una guerra corta se convirtió en un conflicto de 18 años; sus aliados lo abandonaron y ahora se retira derrotado sin haber logrado sus propósitos. El “síndrome de Vietnam” volvió como un fantasma a Estados Unidos. Por eso Trump utilizo la promesa de salirse de Medio Oriente para ganar su elección en 2016, aunque aún no la ha cumplido.

Adicional a lo anterior, la crisis de sobre producción de 2008 fue tan profunda que el Congreso norteamericano ha tenido que disminuir el ritmo de crecimiento del gasto militar. Eso obligo a  Obama a cambiar la doctrina militar norteamericana a lo que se conoce como “Guerra Hibrida”, que es una guerra en la que se conjuga un conjunto de medidas de tipo económico (bloqueos, sanciones, boicots) con psicológicas (propaganda mediática), políticas (apoyo a oposiciones derechistas) y militares tercerizadas, es decir, ejecutada por ejércitos privados mercenarios (“contratistas” en la jerga del Pentágono), para no hacerlo a través de costosísimas guerras totales.

Se acabaron los días en los que el imperio podía combatir de frente a países militarmente más o menos competentes como Irán o Venezuela, mucho menos a potencias nucleares como Corea del Norte, China o Rusia. Con estas su estrategia es rodearlas y desgastarlas económicamente para inducir su sufrimiento social y así abrir frentes de descontento internos que pueda aprovechar las oposiciones de derecha pronorteamericanas, como es el caso de Guaidó en Venezuela.

Aparte del inconveniente económico, su supremacía tecnológica está seriamente cuestionada por la emergencia de la potencia militar rusa, china, coreana e iraní, que pueden plantarle batalla convencional o nuclear seriamente. También el problema del liderazgo político tiene su peso. A nivel internacional, ese liderazgo ha perdido terreno; ya no le es tan fácil contar con la docilidad de los países europeos o suramericanos para hacer coaliciones militares en la que estos sean carne de cañón para hacerle el trabajo sucio, porque saben de las limitaciones del imperio y de su capacidad de dejarlos “vendidos” (1). Peor aún, Trump también ha perdido liderazgo en el mismo Pentágono (2)

Por todo lo anterior, en estos tiempos de recesión, camino a una depresión económica, y de un inminente proceso electoral en Estados Unidos, la guerra como salida privilegiada del imperio es muy poco probable, o por lo menos sería una opción de última instancia, solo con propósitos defensivos. No es descartable que ocurran provocaciones y escaramuzas militares solo para dar mantenimiento a su imagen de “gran potencia” y darle atol a su electorado ultraderechista, pero nada que sea contundente contra sus enemigos, como ocurrió con los bombardeos misilisticos esporádicos contra Siria o el asesinato del Gral. Soleimani en Irak.

Al respecto será muy interesante lo que ocurra con el ingreso de los buques petroleros iraníes con rumbo a Venezuela previsto para estos días. Si la marina norteamericana no logra impedir su ingreso, será una humillación a Trump con la que tendrá que ir a las elecciones frente a un electorado ultraconservador decepcionado. Si, en cambio, aplica la violencia militar, puede desatar una cadena de acontecimientos en otras partes del planeta (como el cierre del Estrecho de Ormuz) que complicaría la ya difícil situación económica de Estados Unidos. Cualquiera sea el manejo de esta crisis por parte de Trump agudizaría las contradicciones que hemos mencionado al interior del imperio en uno u otro sentido. De cualquier forma, esta osadía de iraníes y venezolanos dice mucho de la pérdida del respeto que se le tiene ahora a la otrora potencia militar más temida del planeta.

¿QUE ROL JUEGAN LAS PANDEMIAS EN LAS CRISIS ECONÓMICAS?

Pero si una guerra no es la primera opción ¿cuál es la apuesta del capitalismo para salir de su crisis actual? Todo parece indicar que el imperio por primera vez en su historia reciente no tiene una estrategia de salida unificada. En términos globales, de tumbos por aquí y por allá. Sin embargo, podemos encontrar indicios de que eventos como las pandemias, son utilizadas por algunos sectores de la burguesía transnacional para solventar sus crisis económicas, pero solo parcialmente, no como una estrategia global del imperio.

En efecto, en las últimas décadas parece darse un patrón en el que se correlacionan, por un lado, crisis económica del capitalismo y, por otro lado, enfermedades oficialmente declaradas pandemias que azotan a la humanidad, principalmente en este siglo. Veamos:

  • Un año después de la crisis económica mundial de 2001 ocurrió la epidemia del SARS en 2002, que casi se convierte en pandemia.
  • Un año después de la gran crisis financiera internacional de 2008, ocurrió en 2009 una pandemia de Influenza (H1N1) que mato medio millón de personas;
  • Y ahora, cuando ya el mundo comenzaba a entrar en recesion en 2019 y previo a una nueva crisis económica internacional en 2020, aún más amplia, ocurre también una tercera pandemia, la actual.

En todas estas salió fortalecida la rama de la industria farmacéutica que en la sección anterior vimos ha logrado aprovecharlas para tener una de las mayores rentabilidades del sistema. Surge entonces la pregunta ¿habrá conexión entre crisis económicas y pandemias? ¿Estamos ante una nueva estrategia de capitalización para salir de esta crisis y a la vez un arma de la gran burguesía para frenar movimientos sociales globales de masas? ¿O solo son coincidencias, ya que el MERS por ejemplo no estuvo correlacionado con ninguna crisis económica, ni las anteriores pandemias? El tiempo lo dirá, pero es inevitable hacerse la pregunta y formular hipótesis al respecto, sobre todo cuando en este caso sí parece jugar un rol clave al menos para un sector de la burguesía imperialista.

Otras preguntas relacionadas son las siguientes ¿esta pandemia fue un producto artificial o natural? Y si fue natural ¿fue espontanea su difusión o fue algo manipulado? ¿Para qué? Hay por lo menos tres hipótesis al respecto.

  • La primera es la de Trump, en el sentido de que el virus fue creado en un laboratorio de China.

Con esta acusación trata de justificar toda su retórica de desviar hacia aquel país su propia responsabilidad en la catastrófica gestión de la pandemia en Estados Unidos, con casi 100 mil muertos a cuestas, el doble de los soldados muertos en Vietnam, además de tener un argumento para seguir su guerra comercial contra aquel pais.

Sin duda existe la capacidad técnica de producir virus mortales como arma biológica, pero hay varios razonamientos que la invalidan en este caso concreto. Uno es científico: este virus en particular tiene características moleculares que todavía no están al alcance de la tecnología poder producir, y solo pudo ser un producto evolutivo natural; por eso la gran mayoría de la comunidad científica descarta esta posibilidad (3). Inclusive el Premio Nobel Luc Montagnier y los científicos indios que inicialmente levantaron esta tesis, retiraron sus artículos de la revista Nature Medicine (4) Por ese motivo ni siquiera el Pentágono ni la CIA acuerpan esta tesis.

Otro razonamiento contra esta primera hipótesis es económico y político; no tendría sentido que ni China ni Estados Unidos ni Rusia crearan un virus artificial y que lo lanzara en este momento. China no sería suicida frenando su propio desarrollo industrial a punto de tomar un gran impulso con el 5G ni sería lógico que afectara a Italia e Irán, dos de sus aliados claves para el desarrollo del gran proyecto de la Nueva Ruta de la Seda. Tampoco tendría sentido que el virus fuera creado por Trump en Estados Unidos porque ahora es el país más afectado por la pandemia llevando a la quiebra a muchas ramas industriales y afecta su reelección. Rusia tampoco ganaría al ser ahora el segundo país con más infectados del mundo y le afecta severamente en su industria petrolera. De hecho, el virus ha afectado a los países indistintamente de su posicionamiento en los actuales conflictos mundiales. Es decir que, además de ser técnicamente inviable, económica y políticamente también lo seria.

  • La segunda hipótesis es la de la OMS y China, en el sentido de que se trata de un producto “natural” como respuesta adaptativa a la “intromisión humana” en los hábitats animales que son reservorios naturales de esta cepa.

Según esta versión, no habría habido ninguna intencionalidad en su propagación, lo que dejaría “limpios” a todos los involucrados. Según ellos la pandemia habría causado la actual crisis económica mundial, por lo que le llaman el “Coronacrash”. O la “crisis del COVID19”. Esta versión tiene el respaldo de la mayoría de la comunidad científica en su aspecto técnico, sin embargo en su conclusión económica y política es ingenua, por no decir reaccionaria. Deja de lado la responsabilidad del capitalismo en su generación y le atribuye la causalidad de la crisis del sistema a un virus.

  • La tercera hipótesis es la de la mayoría de los movimientos de izquierda críticos que al igual que la segunda consideran que COVID19 tuvo un origen no artificial, pero se niegan a aceptar que fue “natural” ya que es el resultado de la actividad del capitalismo extractivista y sus efectos sobre ciertas especies animales.

Adicionalmente, la tercera hipótesis va a la raíz del problema sanitario relacionándolo con la destrucción de los ecosistemas por parte de la actividad capitalista. Asimismo, denuncia que tanto económica y políticamente la pandemia ha sido manipulada por un sector de la gran burguesía y de gobiernos para ocultar el verdadero origen de la recesión económica y por otro lado lograr sus objetivos económicos sociales y políticos en esta crisis.

En lo particular, considero que esta última es la explicación más acertada porque aclara que no hay una relación causal entre pandemia y crisis económica, pero si una manipulación de esta. Desde 2019 varios países ya habían entrado en recesión, como Japón, Alemania, Gran Bretaña y otros; era cuestión de poco tiempo para que algún evento de importancia precipitara (no causara) su estallido en los países centrales del imperio. Toco que COVID-19 fuera la gota que rebalso la copa, pero pudo haber sido otro evento traumático como la quiebra de un gran banco (el Deusht Bank alemán era un fuerte candidato), la reanudación de la guerra comercial EE. UU.-China o un conflicto internacional en el Estrecho de Ormuz, en Hong Kong, en el Mar de China, entre otras posibilidades.

Por tanto, la relación entre la crisis económica y la pandemia no es de causalidad sino de interacción y retroalimentación. La pandemia acelero el camino a la crisis económica, pero no la produjo, y a su vez la crisis económica genera un caos que dificulta combatir la pandemia. La interacción es en ambos sentidos.

¿En qué hechos se apoya esta tercera hipótesis?

PANDEMIA Y CRISIS, LA BURGUESÍA AL BORDE DE UN ATAQUE DE NERVIOS

Analicemos los hechos para ver patrones de conducta y no hacer “conspiranoia”:

En el campo de sanitario

Como fue dicho en un aporte anterior, esta cepa de coronavirus es altamente contagioso pero tiene la ventaja de que se previene fácilmente, la ciencia medica sabe como tratarlo y tiene un bajo grado de mortalidad. Sin embargo, se ha hecho una magnificación o exageración de la gravedad de la pandemia y de su presencia en los países, minimizando el impacto de otras enfermedades existentes, para aterrorizar al planeta desde los medios (des)informativos: TV, prensa y las redes sociales. Esta magnificación no atendió los llamados a la calma por parte de la OMS.

En otro extremo, ocurrió una reacción de incredulidad o minimización de la enfermedad por parte de algunos gobiernos, así como la premeditada pasividad de otros (como el caso de Honduras), lo que permitió que la enfermedad llegara a sus países sin que hicieran nada efectivo por impedirlo. Es aquí donde Trump, el primer ministro británico Boris Johnson, Bolsonaro, y sus similares cayeron en la trampa porque subestimaron la pandemia haciendo una lectura parcial de la misma, tomándolo como un “invento” del sector globalista.

En países como Honduras, los gobiernos pusieron al frente del manejo de las crisis a equipos no competentes de profesionales, haciendo la selección por afinidad política y en varios casos con criterio electoral.

El confinamiento o cuarentena (que utilizadas científicamente son buenas medidas de control de los contagios) fue utilizada irracionalmente, exagerando su práctica sin base científica, ya que la mayoría no hizo suficientes pruebas RT-PCR para justificarlo.

Una encarnizada competencia por el desarrollo de una vacuna, que a no dudar contará con el consumo de miles de millones de personas en todo el planeta. Se dio al menos un caso de fraude y acciones de piratería cibernética en el caso de Estados Unidos en perjuicio de Francia.

La pérdida de liderazgo del comando mundial contra la pandemia, la OMS, ya que pocas veces se había visto a esta organización tan errática como en este caso, bajo la influencia de Gates.

En el campo económico:

Todos los países y sectores del capitalismo han sido afectados, independientemente de su orientación política. Quienes estan mejor preparados se estan recuperando en menor tiempo y estarán en condiciones de influir decisivamente en el futuro por venir.

Se le brinda una oportunidad de oro para que el capital financiero sea beneficiado por medidas gubernamentales para mitigar el impacto de esta crisis económica, como “rescates” multibillonarios, reducción de tasas de interés por la Reserva Federal, destrucción de muchas fuentes de trabajo sin costos legales, sobrevivencia de algunas ramas de la industria, etc.

En el caso de algunas ramas económicas no aspiran a sobrevivir sino a incrementar sus ganancias como las farmacéuticas, investigación científica, industria cibernética, comunicaciones, energías renovables, y todo sin los inconvenientes de una guerra. En tal sentido se ve una reorientación de la inversión hacia la producción masiva de medicamentos, implementos de protección, insumos y equipos de salud. La comunicación digital e internet destacan junto a las farmacéuticas como los rubros de mayor desarrollo capitalista durante el confinamiento. En esa línea, JOH ha hecho una lectura optimista de esta tendencia y ha negociado la reconversión de la industria maquilera para hacerla producir implementos sanitarios (mascarillas, trajes, zapatillas, etc.) para los próximos 20 años.

Pero en el otro extremo la mayoría de los sectores económicos industriales pesados se han precipitado a una aguda bancarrota de la que difícilmente se podrán recuperar en poco tiempo, como la aviación, el petróleo esquisto, automotriz,  turismo, fondos de inversión, entre otros.

Expresión de lo anterior es que se ha producido el cierre masivo de empresas o la suspensión de otras, echando a la calle a cientos de millones de personas en todo el mundo (solo en Estados Unidos cesantearon 38 millones), así como la perdida de sus derechos laborales, el sometimiento a jornadas extenuantes de teletrabajo en medio de la lucha por la sobrevivencia, entre otros problemas.

Propicia condiciones para que se dé un cambio de reglas en la actividad económica del capitalismo global que requiere para disminuir el costo de la mano de obra con el impulso de la robótica, teletrabajo, inteligencia artificial, la anulación de los derechos laborales; como también aquellas medidas que potencien sus mercados internos, como una limitada intervención estatal que absorban costos o creen mercados cautivos a la producción (por ejemplo, en salud y educación), la difusión del dinero plástico, etc.

El FMI, el BID en una clásica maniobra neoliberal, se apresuró a ofrecer la flexibilización de sus condiciones crediticias y logro el compromiso de los países subdesarrollados para obtener más créditos, profundizando en estos su dependencia del sistema financiero global.

También se han producido actos sistemáticos y masivos de corrupción en el manejo de las ayudas en muchos países.

En el campo social y político:

En muchos el confinamiento se usa como instrumento de sometimiento y no de salubridad, impuestas sin participación social, sin o con poco apoyo alimenticio básico, a fin de desactivar movimientos sociales y mantener control político sobre las personas.

La pandemia ha generado un estado de shock en el mundo que ha permitido contener la lucha de los pueblos, que tenían acorralado al neoliberalismo y a las dictaduras

Ha fortalecido a regímenes dictatoriales o ha fortalecido rasgos autoritarios en las democracias burguesas clásicas, con amplias violaciones de derechos humanos, suspensión de garantías constitucionales en muchos países, la implementación de sistemas muy sofisticados de control social de alta tecnología, o la implementación del “distanciamiento social” como recurso contra la organización popular comunitaria o gremial.

Ha agudizado la crisis política dentro de algunos países, en particular afecta a los gobiernos de la burguesía industrialista conservadora (como Estados Unidos, Reino Unido, Bolsonaro, y otros) debido al torpe manejo que han tenido de la crisis sanitaria.

La suspensión de elecciones populares en algunos países.

SALVESE QUIEN PUEDA VERSUS SOLIDARIDAD INTERNACIONAL

Desde el punto de vista geopolítico la reacción de la mayoría de los diferentes actores del capitalismo occidental ante esta situación se ha caracterizado por respuestas descoordinadas y típicas del “Sálvese quien pueda”. Hagamos un recuento rápido:

  • Europa fue un caos total. La pandemia vino a profundizar las heridas que ya existían entre los partidarios de la UE y sus adversarios, debido a la infuncionalidad de esta entidad durante lo peor de la crisis. Asimismo, la piratería que exhibieron países “civilizados” como Francia, Italia, Alemania y Estados Unidos, robándose literalmente insumos de salud, fue patética. Ahora es cuestión de tiempo para que otros países imiten al Reino Unidos con el Brexit, saliéndose de la eurozona.

 

  • Trump, una vez que recupero el sentido de realidad, se posiciono y lanzo un inédito plan de rescate no solo a la gran burguesía e hizo un acto demagógico con las clases medias y la clase obrera en su pais distribuyendo un pequeño bono, que no le ajusta a la gente para sobrevivir. Por otro lado, enfilo su discurso y aprobó medidas para reiniciar una guerra comercial contra China, responsabilizándola de la pandemia para evadir su propia responsabilidad en el mal manejo de la crisis; todo para no salir tan mal parado de cara a las elecciones de 2020. Sin embargo, esto no quita que se encuentre vulnerable y acorralado en esta situación pues las encuestas lo ubican ahora en un segundo lugar frente a Joe Biden.

 

  • La oligarquía árabe saudita también siguió el ejemplo de la desbandada europea. En una jugada sucia a sus colegas petroleros rompió el acuerdo sobre los precios del crudo, haciendo que estos cayeran a niveles bajos históricos. Esta maniobra oportunista buscaba posicionarse como el monopolio universal del petróleo sacando a los gringos y rusos del juego, echando fuego aún más a la crisis económica mundial.

 

  • El impacto de esta maniobra saudita ha sido brutal en los países que son dependientes de las ventas de petróleo, como Irán y Venezuela, quienes se encuentran al borde de la desesperación ya que tales precios auguran su colapso económico. Eso los obliga a sellar una alianza de mutua defensa por ese motivo y explica el atrevimiento de desafiar a los Estados Unidos con la flota petrolera en El Caribe.

 

  • Varios países orientales como Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Nueva Zelanda, entre otros, salieron relativamente ilesos de la crisis y está retomando sus actividades, pero no dieron notorias muestras de solidaridad con sus hermanos europeos.

 

  • Los que se lucieron fueron los gobiernos de Israel y Arabia Saudita que desmantelaron y hasta bombardearon puestos de salud contra el COVID19 en Palestina y Yemen, respectivamente. Una actitud inhumana que solo puede calificarse de salvajismo de la peor calaña.

En cambio, hay un abismo entre la actitud los países industrialistas (exsocialistas) de oriente; China y Rusia, y en occidente de la República Socialista de Cuba, que contrastan con las conductas de la mayoría de países occidentales. Mientras la Unión Europea le daba la espalda a dos de sus países miembros para renegociar su deuda externa a Italia y España, dejándolos a merced de la mortandad, Rusia China y Cuba acudieron a su llamado de auxilio con personal de salud, equipamiento y medicamentos; Rusia como vimos también hizo lo propio en Estados Unidos para auxiliar la situación de New York, un gesto de solidaridad que marcara por muchos años las relaciones entre ambos sectores; Cuba, por su parte,                 asistió a varios países latinoamericanos incluida Honduras.

Fue todo un espectáculo surrealista ver desfilar los camiones militares rusos en las avenidas de Roma, cuando años antes la UE apretaba las tuercas de las sanciones económicas contra Rusia. Mientras eso ocurría un contingente de más de 20 mil soldados norteamericanos con fuerte equipamiento y aviones de Estados Unidos hacían presencia en suelo europeo para… ¡realizar maniobras militares en medio de la pandemia!  Alguno de esos por cierto secuestro millones de mascarillas a los italianos para llevarlas a suelo americano. Un vergonzoso papelón que demarca la barbarie de la civilización.

Otro gesto que vale la pena destacar es la solidaridad mostrada por Irán con Venezuela, enviando cinco buques petroleros a riesgo de ser abordados o hundidos por la marina norteamericana que amenazo con detenerlos. Venezuela sufre un problema severo de abastecimiento y la entrega iraní es vital para su sobrevivencia. La altura moral de Estados Unidos también aquí queda por los suelos porque su flota no permite que ni siquiera entren implementos medicos y medicinas por la pandemia a Venezuela.

De todo lo anterior, una primera conclusión es que, hasta el momento, el gran perdedor han sido los pueblos del mundo porque la burguesía ha descargado sobre estos las consecuencias de esta pandemia; y los menos afectados las burguesías y sus gobiernos. Esto seguirá así mientras las cuarentenas impidan la reactivación de los movimientos sociales que estaban en franco crecimiento en el periodo anterior.

Segundo, hay unos sectores burgueses más afectados que otros; los mejor preparados fueron menos golpeados y se están recuperando, mientras que otros quedaron totalmente diezmados, lo que indica diferentes grados de preparación y de liderazgo internos.  

Tercero, a nivel global las burguesías tienen el serio problema de que estan divididas y compiten ferozmente entre sí; la pandemia ha exacerbado esa competencia. De un lado, los globalistas contra los industrialistas y de otro las potencias occidentales contra las orientales, sin que hasta ahora haya un claro liderazgo mundial burgués.

Cuarto, en este escenario ninguno de los actores ha logrado imponer una solución, lo que evidencia un enorme vacío de liderazgo global del capitalismo mundial.

Quinto, la actitud solidaria de las potencias orientales entre sí y con quienes en el pasado reciente fueran sus enemigos políticos, versus la actitud pirata y desalmada de las potencias occidentales entre sí, añade un plus moral a aquellos, que pasara factura al liderazgo de la Unión Europea y de Estados Unidos en el viejo continente, favoreciendo la presencia del bloque de países del Este.

Lo anterior permite prever que hasta que no se consoliden nuevas reglas del juego y haya un liderazgo claro, el capitalismo no alcanzará estabilidad.

Estos son los hechos ¿Cómo interpretarlos? ¿Hacia dónde nos conducen?

 

Sigue 7ª parte: ¿CAMINO A UN “NUEVO ORDEN” O A UN “NUEVO DESORDEN MUNDIAL”?

CITAS Y REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

  1. Cuando Barack Obama y Trump intentaron organizar ofensivas para derrocar los gobiernos de Siria, Irán y Venezuela, otros gobiernos aliados se acobardaron para servirle de carne de cañón. Obama tuvo que dar marcha atrás en la invasión que intento coordinar contra Siria en 2014 porque no logro consenso con los europeos; y Trump que se ha peleado con todo mundo, ha fracasado al intentar establecer entre 2018 y 2020 una coalición con los sauditas que se atreva a invadir Irán y con el Grupo de Lima para hacer lo mismo en Venezuela, pues tal conflicto prometería ser prolongado.
  2. Algunos ejemplos: en 2019 los militares norteamericanos estuvieron furiosos del retiro ordenado por Trump del norte de Siria, dejando en el abandono a sus aliados kurdos. En contrapartida, Trump impidió ese año que los militares más belicistas halaran primero el gatillo en la crisis del Golfo Pérsico cuando los iraníes le derribaron un dron; al poco tiempo le restó importancia al bombardeo de sus bases en Irak en respuesta por el asesinato del Gral. Soleimani, y en abril de 2020 fue el Pentágono que se opuso a iniciar una guerra contra Venezuela cuando todo indicaba que ocurriría. Recordemos que por esas diferencias salió Eliot Abrams del gobierno. Un mal récord de vacilaciones e incoherencia militar tratándose de la principal potencia del planeta.
  3. Carlos Briones, “El origen del coronavirus SARS-COV-2 a la luz de la evolución”, Universidad de Valencia, en Te Conversation, 21 de abril de 2020. 2) Briones y Pereto
  4. Enfoque: “COVID19 no fue creado en un laboratorio, dicen expertos franceses”, Xinhuanet, 21 de abril 2020
  5. Algunos ejemplos son: la recomendación de no hacer autopsias, algo que beneficio a la industria productora de ventiladores mecánicos; asimismo, haber dado recomendaciones que se comprobaron erróneas, como el no uso de las mascarillas; o las contradictorias recomendaciones sobre el confinamiento, porque hace unos meses defendía la tesis de la cuarentena estricta y hoy defiende el modelo sueco, que es todo lo opuesto. (16) Lo anterior da pie para sospechar que las decisiones de la OMS en esta crisis no parecen orientadas solo por la ciencia sino también por otros intereses.
  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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