Trabajadores del Hospital Escuela

Progresos del Covid-19, fin de cuarentena y anarquía

Alianza

Por: Rodolfo Pastor Fasquelle

No hablaré de la democracia. Me apenan los enfermos sobre todo y sus más cercanos que tienen que dejarlos ir cuando se agravan. Y me cuido para no ser otro más. Me dan pena los médicos, leales a su juramento, los que están batallando como han hecho durante milenios, con o sin lo necesario, los enfermeros, los asistentes en las ambulancias y los hospitales, sometiéndose necesariamente al contagio y el personal que tiene que proveer los insumos y no tiene con qué, los policías. Me revuelve el estómago la miseria de la pobre gente ¡caray! desesperada, que ha perdido la vergüenza, y asolea a los infantes para pedir comida en las calles junto a sus invasiones. Nunca fui de los que pretenden hacerse de la vista gorda. Supe que estaban ahí, pero no me había calado tanto la miseria que hoy veo en sus ojos. Nada que ver con los vergonzantes pordioseros de antes, que recibían la ayuda casi a escondidas.

¿Acaso no pediría yo, si no pudiera conseguir alimentos y tuviera el hambre de un niño a mi cargo? No sé ya si todavía soy confiable. Presiento que ya estoy padeciendo el desgaste del encierro. Me consuelo pensando en lo peor que están otros, allá abajo, Bolivia y Ecuador. Aquí cerca, no le creo nada al manipulador de Ortega. Ni a Bukele, más loco que una cabra en celo. Pero no entiendo el papelón que está haciendo con nosotros el gobierno de Hernández. Porque ciertamente en cuanto a resultados, los mencionados se desempeñan mejor. Salvador y Nicaragua tienen mucho menos letalidad y mortalidad, que es lo que mejor mide el desempeño oficial, y tienen muchas más pruebas. Nicaragua nunca cerró. En ningún otro lugar que yo sepa, en Honduras brota por doquier el pus de la corrupción con los recursos que se han obtenido para enfrentar la pandemia. Inocultable vileza. Y no hace nada el gobierno para limpiar su rostro, fuera de enmascararlo, que debería estar prohibido. Ni los medios, hacen lo que tendrían que hacer para llegar al fondo y deducir la responsabilidad. Nasralla es el único comunicador que -so capa de líder- dice las verdades al régimen, qué pena, detrás de una mascarilla. Incapaz de distanciarse lo bastante del micrófono.

Nos encerró JOH, teóricamente al menos, casi a tiempo. Y no son del todo su culpa particular que se le desobedezca por, primero.  la necesidad, que lo precede y, segundo, la antigua ignorancia y por tercero, la codicia de algunos empresaurios. Recurre con estos últimos a la demagogia y contra la rebeldía del pueblo instrumentaliza el miedo, la improvisación, el desconcierto de la desinformación y nuevas leyes draconianas. (Acaso más allá de predicar la prevención ¿no se está aterrorizando a la gente? Montar una plataforma digital para eximir a las empresas, exigiéndoles permiso de operación, autorización del Cohep, los contratos de compraventa de insumos y productos ¿acaso no es una torpeza transparente? Obligar a todos a usar mascarillas en todo sitio y tiempo, ¿será constitucional?

La realidad de cualquier forma vuelve por sus fueros. En nada avanzamos. El virus sigue matando más gente que en otro sitio, el contagio avanza cuando debería empezar a detenerse. La economía sigue postrada, salvo la microempresa de los que se sometieron a todos los vejámenes para sacar los permisos con que seguir operando. La fuerza del orden nunca alcanza para tanta represión como requieren los regímenes autoritarios. JOH no ha empacado aún y los militares ya conspiran en francachela con el siguiente CC, en la línea de sucesión. Un presidente del Congreso, al que se han unido Ricky y el Zarco Callejas, cuya hija se ha dicho que dijo que era el más corrupto del país. Oliva ¿presidente? ¿Quién públicamente impone su inmunidad para sus negocios? ¿Acusado de testaferro de la mafia? Al fin responsable del régimen que ha destruido el estado de derecho al tiempo que ha blindado la impunidad de la clase política. ¿Cómo es posible que lo piensen siquiera? Pues sencillo. ¿Están asustados los gatitos con la voluta, el canto del tigre, y necesitan un domador de levita que los proteja? Simple. Un hipnotizador de serpientes.

Por otro lado, el «cachureco» tiene una oposición desvalida, que se queda en casa. Alelada, incapaz de articular una coalición fuerte para llegar también al poder local, que es el que puede garantizar elecciones libres. Una oposición sin un programa mínimo de cinco ideas fuertes que nos aglutinen. Un mensaje aterrizado. Una que se aboca únicamente a elecciones dudosas, y confía para eso en reformar leyes secundarias. Que, al final del día o del calendario electoral, no cuentan. Porque el    problema no es legal, ni normativo. Cuando no existe un estado de derecho. Nadie estaba obedeciendo antes tampoco las viejas leyes que hoy dicen que son el problema. Ni se remedia con un censo ¿depurado, en nueve meses? Porque no solo con migrantes ausentes y muertos gana el cacho, sino principalmente con la aquiescencia de los inocentes y los comprados, que no entienden y que tienen derechos, cédulas, votos. (Y los dan por una bolsa con retrato, una beca, una chamba o un bono 10 mil.) A los que no hemos sabido llegar y explicar ¡por andar hablando carburo!

Aprovecha el régimen, a una embajada cómplice que iza globos sonda e impulsa juegos bailables de cintas de colores. Misma que conspira para que Donaldo condecore a CC4. Un poder extranjero que alimenta información, desinformación y elucubraciones. E impulsa experimentos de comunicación instrumentando a críticos radicales que también son incoherentes, y que solo alborotan a una subcultura del hastío. Cuentan igual los cachos con una ciudadanía políticamente ingenua, invertebrada, que cae fácil en la trampa del outsider, y de la propaganda negativa contra la oposición genuina, planteando como alternativa limpia a un cocinero de pollo asado que pide ayuda para alcanzar la suprema magistratura, sin tener idea, formación ni experiencia, y una doctorcita pagada de sí misma, despreciativa de los demás, que se da baños de pureza al tiempo que sabotea las iniciativas de articulación cívica genuina. Ahí disculpe Ud., las canto como las veo venir, Collarcito, le digo.

Cuentan asimismo con todos los recursos del estado, los patrimoniales y los robados, que la Fiscalía no va a recuperar antes que el Tribunal Supremo los vuelva a declarar ganadores de su fraude, sin el voto de la Abogada, o con él, si la convencen de que ¿esa es la democracia? Y cuentan con que se acabó el oro venezolano y la oposición ni siquiera tiene recursos institucionales, porque JOH igual tiene de su lado al lado oscuro liberal y la UD. Forza líder, métale, ¡adelante! Yo lo cubro. Ánimo

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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