¿Es la libertad de prensa un valor cada vez más escaso?
Por: Santiago Gómez Hernández
En un mundo de incertidumbres, de crisis económicas, sociales, ambientales, políticas, la sociedad busca instituciones que garanticen la libertad. En un mundo donde la información se busca, se encuentra y se crea por montones y a medida del discurso, el periodismo (independiente) es el faro y garante de las democracias.
Precisamente, esta semana que pasó se celebró el Día Internacional de la Libertad de Prensa, justo en un momento en el que más prensa y más libertad hay pero en el que, irónicamente, menos libertad de prensa existe. Conflictos, censura, autocensura, represión, precarización del oficio, entre otros problemas, son los principales males que ponen en jaque el buen periodismo, ese periodismo independiente.
Incluso, hoy también están los medios afines a movimientos extremistas que buscan de manera directa dar el golpe final, la estocada que hace falta a las ya de por sí débiles democracias. Grupos conspiracionistas, terroristas y extremistas han encontrado en medios digitales y redes sociales, las plataformas para comunicar sus discursos. Acá debemos confiar en el periodismo, bueno o malo, pero periodismo.
Otro desafío del periodismo independiente que se presenta en un mundo capitalista en el que vivimos son los nuevos modelos de medios estilo Fox News o CNN. Acá, la información es entretenimiento y las opiniones estarán definidas por un discurso, mas no por los hechos o las evidencias.
Entonces, ante todos estos desafíos, la libertad de prensa la tenemos que defender entre todos. Seamos exigentes en el contenido, pero también seamos empáticos con los trabajadores de la comunicación.
Bien decía Ryszard Kapuscinski, el padre del periodismo moderno que, para ser buen periodista, se debe ser buena persona. En el mundo actual, ser buena persona no solo significa tener empatía, solidaridad y luchar por la verdad y los más necesitados. Ser buena persona también significa ser buen profesional, contrastar las fuentes, no solo creer que la intención es suficiente, desconfiar e ir más allá.
Sin embargo, también será necesario entender que los periodistas nos equivocamos. Que a veces, nuestra falta de rigurosidad, el cansancio, el estrés y el mismo error humano nos juegan malas pasadas. Tampoco pensemos que el o la periodista en nuestro enemigo o enemiga, a lo mejor será nuestro adversario, pero mantengamos el beneficio de la duda.
Claro que todos tenemos nuestras fuentes no periodísticas de las cuáles nos gusta informarnos. De las que recibimos la información de primera mano. Todos seguimos opinadores afines (y algunos opositores) a nuestro pensar, pero eso no nos debe dejar cegar nuestra razón y poder consumir noticias y análisis independientes, de medios con reputación (no necesariamente grandes) y de los cuáles es válido escuchar su punto de vista. No nos cerremos al debate, no seamos egoístas de no permitir nuevas ideas entren a nuestro diccionario y que las nuestras viajen y sean desafiadas por otras.
Entonces, recuerde que para ser periodista hay: reporteros, opinadores, analistas, expertos y (también) figuras del entretenimiento. Cada quién cumple un rol y será su deber como consumidor saber a cuál de estos lee o escucha.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas