Patria ovejuna

Patria ovejuna ─ Fábula de las ovejas, los lobos y la peste

Por: Mario Roberto Morales

Foto: loslunaresdelasmariquitas.com

La peste llegó en marzo al País de las Ovejas. De inmediato, el Gobierno de los Lobos acató las instrucciones que el Consejo de los Buitres había recibido de la Suprema Corporación Transnacional de los Halcones, las cuales consistían en que los Lobos debían convencer a las Ovejas de que permanecieran encerradas en sus casas porque si salían a la calle morirían a causa de la peste.

También debían convencerlas de que ellos, los Lobos, se encargarían de ayudar a las que se quedarían sin empleo por causa del confinamiento, para lo cual el Congreso de las Ratas debía autorizar que el Gobierno de los Lobos tramitara millonarios préstamos en los organismos financieros de la Corporación Transnacional de los Halcones, con lo que el País de las Ovejas podría combatir la peste y volver a la normalidad en un tiempo razonable.

El presidente del Gobierno de los Lobos se entregó a la ejecución de esta tarea de convencimiento, la cual le resultó fácil porque las Ovejas fueron presa del pánico que los medios masivos les inocularon acerca de la peste, y decidieron esperar encerradas en sus casas a que los Halcones inventaran una vacuna que les salvara la vida.

Fue así que el presidente del Gobierno de los Lobos ―un gesticulante chacal regordete, ambicioso, exhibicionista y malhumorado― se dedicó a aparecer sudoroso en televisión junto a un coqueto chacalín con corbata de pajarito que dirigía la Comisión Animal Contra la Peste y que asustaba a las Ovejas con cifras falsas de contagiados, muertos y recuperados, al tiempo que el Viejo Chacal y su gobierno de Lobos “jineteaban” los millonarios préstamos en la banca especulativa local de los Buitres y en las corporaciones financieras globales de los Halcones, de modo que para abril y para mayo, el Viejo Chacal había logrado amasar una fortuna superior a la que en los cuatro años reglamentarios de gobierno solían reunir normalmente los presidentes del Gobierno de los Lobos.

Como el Consejo de los Buitres precisaba que las Ovejas volvieran a trabajar para las empresas de sus afiliados, en agosto les ordenaron a los Lobos convencerlas de que la peste estaba cediendo ante la eficaz acción de salud pública del gobierno y que era hora de volver a la normalidad. Como fue de esperarse, los contagios aumentaron. Pero los Lobos engañaron una vez más a las Ovejas y les hicieron creer que la peste disminuía y que podían salir a trabajar sin mayor riesgo.

Así, en pleno aumento del contagio, las Ovejas ―a quienes sólo llegaron migajas de la ayuda prometida― salieron a laborar y a infectarse, pero seguras de que lo que les decía la televisión sobre que la epidemia disminuía era cierto. El Viejo Chacal anunció entonces que, como ellas no habían trabajado durante el encierro, aumentaría sus impuestos y reduciría los de los Buitres, pues éstos eran los únicos creadores de empleo y de riqueza en el mundo.

A mediados de agosto ―un mes antes de que se celebrara el Día de la Patria Ovejuna― la estafa nacional estuvo consumada por el Gobierno de los Lobos. El Consejo de los Buitres autorizó entonces que la Oposición de las Gallinas Rosadas reanudara sus protestas simbólicas. Y así se volvió a la normalidad.

Sobra decir que esta gesta local contra la peste fue una réplica fiel de lo que globalmente hizo la Suprema Corporación Transnacional de los Halcones para justificar con el encierro una nueva estafa financiera global y para seguir librando su reconocida lucha por el bienestar de todos los animales del mundo.

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