OSTENTACION

Por: Arturo Rendón Pineda

 Durante el proceso electoral del pasado domingo en las principales ciudades del país, fue notorio ver transitar por los centros de votación camionetas blindadas y autos lujosos  de valores millonarios pertenecientes a funcionarios públicos exhibiendo pancartas y banderas del Partido Nacional.

La ostentación que presumen  estos personeros del gobierno, contrasta de manera insultante, con la pobreza de la mayoría de los ciudadanos comunes que asisten al evento, pese a los sacrificios a que este gobierno a sometido al pueblo al obligarlo al pago de onerosos impuestos que han encarecido la canasta básica familiar.

La ciudadanía toda se ha percatado del derroche que gastan los servidores públicos, mientras el dinero conseguido con préstamos de organismos internacionales, más los impuestos de los contribuyentes, tienen al país endeudado hasta el cogote. Buena parte del endeudamiento coge rumbos ignorados. La mayor parte del presupuesto se invierte en dotar y triplicar efectivos de  un ejército para una proyectada  guerra contra el pueblo. Con tal propósito se compran lanchas y helicópteros artillados para viajes del Presidente de su residencia a casa presidencial y equipos de guerra y hasta  avión de lujo para uso particular del gobernante,

El despilfarro  y la ostentación de riqueza de que hacen gala funcionarios de un país en harapos, provoca justo resentimiento en la ciudadanía que ve con indignación y sorpresa los “meteóricos progresos económicos”—no del país–, sino de los miembros de la cúpula gubernamental. El descaro y la ostentosa desfachatez con que parecen retar a un país empobrecido, no es más que un síntoma patológico de sujetos que muestran riquezas  que jamás tendrían al alcance como producto de sus salarios regulares que no dan para tanto. Los psicólogos afirman que la ostentación es una enfermedad mental y que personas que la padecen denotan un profundo vacío  emocional.  Lo mismo se dice de aquéllos que tienen  necesidad enfermiza de adquirir bienes materiales.

Resulta difícil encontrar el límite entre la necesidad  de adquirir bienes ajenos que demuestran síntomas de inmoralidad, como carencia total de escrúpulos  como manifiesta falta de ética profesional.  Es importante destacar que la ostentación no tiene nada que ver con la riqueza. Un millonario puede tener un comportamiento discreto y disfrutar de su dinero puertas adentro de su mansión, cosa contraria ocurre con la persona de clase media que trabajando para el gobierno exhibe públicamente lo que ha logrado avanzar económicamente, mostrando con ello su impudicia y desvergüenza.

Para el caso: una persona  conduce un carro convertible con música a todo volumen luciendo cadena de oro en su cuello y mostrando anillos de diamante, misma que con su proceder está indicando ser todo un empresario exitoso, un influyente funcionario público, o un  narcotraficante asociado con el gobierno.

Al clientelismo político lo están envileciendo los políticos al  enseñarles  mendicidad con bolsas solidarias, a conseguir mendrugos y conformarse con  diversiones ridículas a cambio de conseguir sus votos  con dineros de los contribuyentes. Los daños provocados por la riqueza fácil, son  proclive a la degradación  del poder y  decadencia de  principios éticos que deben regir a todos los gobernantes. 

Se hace necesario tomar medidas urgentes para poner coto a la ostentación de quienes delinquen mostrando cínicamente  la suntuosidad de sus  conductas, pues la riqueza acelerada que enseñan, son demostraciones palpables  de una corrupción desenfrenada que en lugar de ocultar,  exhiben como un trofeo conseguido con su inmoralidad, carencia de vergüenza y falta  de escrúpulos, más allá del compromiso de ser austeros teniendo en sus manos nada más y nada menos, que los destinos, no solo de una sociedad, sino que también el futuro de toda una nación.

Suele suceder que la adulación de sus parciales,  trastocan los principios de quienes mano sobre  la Biblia a la hora de asumir el mando, juraron cumplir con sus deberes ciudadanos, respetar la Constitución de la Republica, defender la integridad territorial y ser fieles a la majestad de las leyes. 

Ante la reiteración de vicios  que están llevando a la nación al descredito internacional, la  inmoralidad de funcionarios  han corrompido  las instituciones del Estado mientras la ostentación  enfermiza los está enfrentando  contra el pueblo. No hay que olvidarse  que atentar contra  la Constitución  de la Republica para perpetuarse en el poder, es delito de Traición a la Patria que no prescribe. 

Se sabe cómo empiezan las guerras, pero no se sabe cómo pueden terminar pues según  “El ventilador” de Don  Victor Meza en su artículo de La Prensa, el aparato ya comenzó a soplar desde el norte y aquí en el sur ha comenzado a salpicar de m..as esta decirlo porque al solo olerlos todos podrán adivinar quienes son “los salpicados”. Como decía Chespirito, el genial cómico mejicano  en sus “tragiversados” trabalenguas; “Por los vientos que soplan va a llover tanto sobre camarón que se duerme que se despertara con el aroma”.

Santa Rosa de Copan 15 de Marzo 2017.

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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2 comentarios

  1. Tenemos un pueblo enfermo, manipulado, sin conciencia critica y criterio. El pueblo se envilece cuando mira a su líder llegar en esos grandes vehículos. Goza con la ostentación del opresor. Parece mi recordado doctor Rendon, que de estas honduras no saldremos nunca y que estamos condenados a ser un país paria, siendo el mayor cómplice de esta situacion el mismo pueblo, sometido y subyugado culturalmente por las cadenas y grilletes que carga desde hace casi docientos años.