Por: Oscar Miguel Marroquín
Los honorables criminales y corruptos sonriendo están, por haber burlado la justicia una vez más, en señal de triunfo alzan sus copas para brindar con buen champan, se hartan a mas no poder, no faltará más de alguno que respire el polvo blanco colombiano pues el jolgorio intenso es.
Convencidos pues de la impunidad eterna, romper a festejar en verdaderas orgías partidaristas, bacanales interminables organizan en tierras escondidas, por donde la droga cruza y surca los cielos catrachos.
Entretanto las nubes ahora llevan y traen información a la velocidad de la luz, el Internet lo descubre todo y digo todo, penetra, llega, descubre, rompe, al descubierto pone al más bizarro corrupto, un solo error en la carrera por gozar de lo robado y de inmediato el ladrón queda al desnudo de su falsa protección.
Millones de hombres y mujeres conectados día y noche persiguen a los corruptos donde quiera que estos intenten esconderse y esconder el botín, es casi entonces un verdadero imposible huir, el vigía de los cielos se mueve sigiloso entre redes y redes, la información se traslada en menos de un pestañeo de un continente a otro, da la vuelta al mundo entero sin que la velocidad de la luz lo pueda advertir.
No confíen pues corruptos ni siquiera en su sombra.
Guarden silencio, no valla ser que mañana sus llamadas telefónicas les garantice una fría celda en más de algún centro penitenciario de los Estados Unidos, ya que corrupción y narcotráfico en Honduras caminan muy de la mano, recuerden una vez más, las nubes de las que no pueden escapar ni de día ni de noche los vigilan, los ven y escuchan.
Diestros jóvenes en eso de la tecnología computarizada los hay ahora, jóvenes que repudian el asesinato de estudiantes donde quiera que esto ocurra, se encargan ya de perseguir a los criminales, corruptos para ponerlos al descubierto y cerca de las puertas de la justicia.
La impunidad de la que ahora gozan es nada más un sentimiento efímero, que pronto caerá como una pesada piedra sobre sus espaldas; los muros y metrallas que ahora los protegen mañana podrían derretirse como mantequilla bajo el sol, intenten utilizar sus torpes cabezas para recordar aquello de que “lo único que no cambia es el cambio” esto como fórmula de darse cuenta de que mañana la suerte de la que ahora creen gozar podría convertirse en una amarga e interminable pesadilla.
Una vez más, donde quiera que dirijan sus miradas se darán cuenta que no hay escapatoria, que la persecución es lenta pero segura, lo mismo que es también silenciosa, quizá en un intento por escapar busquen resguardarse en alguna cloaca de esas donde han vivido siempre, pero bastara un solo segundo cuando salgan de ella para encontrarlos.
No dudo que ahora, las ratas o cucarachas tengan mejor suerte que los corruptos para esconderse y evitar morir aplastadas bajo la suela del zapato.
Métanse esto en la cabeza, las nubes son redes y las redes son nubes que todo lo ven y escuchan.
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Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo Ver todas las entradas