Por: Arturo Rendón Pineda
“La ex científica de datos de Facebook, Sophie Zhang autora de una investigación que llevó al descubrimiento de miles de cuentas falsas manejadas desde Casa Presidencial de Honduras, cuya historia fue publicada este 12 de abril por el periódico británico The Guardian, describe al mandatario Juan Orlando Hernández como un hombre incapaz de sentir vergüenza”. “Zhang explica que Hernández no se molestaba en esconderse y descaradamente inundaba la red social con miles de cuentas falsas creadas por la misma persona que administraba su página oficial, quien aparecía ubicado en el palacio presidencial”.
La vergüenza es la que reprime el impulso a violar las leyes y frenar la voluntad de corrupción, son indicios inequívocos de la ausencia del sentimiento ético. Cuando este falta, ocurre precisamente lo que en Honduras está ocurriendo y ponen a nuestra nación en la más vergonzosa situación que pueda darse en un país donde el respeto a las leyes no existe.
El diccionario Pequeño Larousse define “Vergüenza”: “Turbación del ánimo causado por miedo a la deshonra”. «Tener sentimiento de la propia dignidad; tener pundonor». Es lo que falta en la política en quienes ostentan poderes públicos, desde el propio Juan Orlando Hernández, hasta diputados, ejecutivos, y pastores de algunas iglesias que por privilegios o por intereses económicos, han perdido la vergüenza. Conscientes de todos los actos que cometen los políticos y tantos otros ladrones y corruptos de cuello blanco, con el mayor descaro y sin avergonzarse, niegan delitos y crímenes por acción o por omisión. Mienten sin escrúpulos en las entrevistas en medios de comunicación y son personas que a fuerza de hacer lo ilícito y de saberse impunes, perdieron el sentido de la propia dignidad.
La vergüenza pública obligó a Nixon a renunciar a la presidencia. Se han visto casos de ministros y ejecutivos importantes teniendo que pedir la dimisión inmediata por actos vergonzosos. En Japón llegan a suicidarse por no soportar la vergüenza pública, pero en China Continental son más radicales, allí ahorcan o fusilan a “los sinvergüenzas corruptos”.
Sentir esa vergüenza es tener un límite inviolable, pues sin límites no se puede convivir en una comunidad que se precia de ser decente y honorable. Robar del erario público, asaltar recursos destinados a campesinos y hasta para la merienda escolar o falsificar medicamentos como pastillas de harina, no les ruboriza ni les hace enrojecer. Crimen es la estupidez de quien deja rastro o se le encuentra con las manos en la masa pues saben que saldrán impunes. Los entes encargados de la justicia en Honduras, al igual que el Fiscal General, fueron elegidos bajo el pago de millonarias sumas de dineros del fisco y hasta del narco tráfico, han llegado al colmo de la desvergüenza de modificar los Códigos Procesales a su antojo pues no saben o no conocen lo que es la vergüenza, e ignoran lo que significa la palabra dignidad.
Según la exempleada de Facebook Sophie Zhang, el mandatario Hernández, debería recibir un castigo más fuerte que haber hecho público el descubrimiento de su campaña de desinformación en el 2019 en un intento de la compañía Facebook de avergonzarlo ante la opinión pública. A lo que agregamos por nuestra parte, “Si nuestros políticos desvergonzados tuviesen el sentido de la dignidad y un ápice de vergüenza, digna y dignificante sería la política de nuestro país”, o es que acaso le damos la razón a los comediantes argentinos del grupo “Le Lutier” que afirman: “QUE LOS HONESTOS SON INADAPTADOS SOCIALES”.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas