La oposición

La oposición se quedó atrás

Por: Efraín Bu Figueroa

redaccion@criterio.hn

la oposiciónTegucigalpa.-El pueblo hondureño continúa reprochando el pobre desempeño de los llamados partidos de oposición en el país. Algunos ponen en duda de que exista una verdadera oposición y más bien lo que hay son opositores dispersos.  Día a día se pierden las oportunidades que brinda una coyuntura político-social tan dinámica y evolutiva.

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Los opositores, parecen desconocer la historia y sus lecciones políticas, pues no han caracterizado objetivamente la realidad que se vive, lo que lleva a conducciones erráticas y declaraciones contradictorias. Ello ha dado lugar a que fuerzas sociales independientes casi de manera casual y espontánea vayan adquiriendo liderazgo sustitutivo de los partidos, lo que parece ilógico pues se necesita de una conducción política orgánica, estratégica y táctica para remover al régimen autoritario.  

Por ahora la oposición luce disgregada, divorciada de las exigencias más sentidas del pueblo. Los partidos que la representan muestran divisiones internas. Los partidos Liberal y Libre están desmovilizados, sin orientación estratégica.

Los liberales expresan dos fracciones dentro del Congreso Nacional; una que responde a los intereses del gobierno del Partido Nacional, y que es controlada desde una oficina de redacción en el marco de entendimientos políticos subterráneos, y la otra que responde al Consejo Central Ejecutivo del mencionado partido, al que le ha sido difícil neutralizar la influencia externa de una permanente conspiración contra sus autoridades constituidas. Súmesele el debilitamiento de liderazgo de Luis Zelaya a partir de la catastrófica derrota en las elecciones del 2017 y su imposibilidad de superar el reto que significa retomar la pérdida de la ideología progresista y los valores del liberalismo social, misma que se fue al basurero de la historia con el golpe de Estado que el Partido Liberal se propino así mismo en el año 2009.

Por otro lado, Libre también enfrenta sus diferencias internas, al observarse marginamientos de lideres que mostraron un papel beligerante durante el golpe de Estado y después de este, algunos de los cuales han optado por emigrar al movimiento social, y aunque no se trate de figuras que muevan grandes grupos de adherentes, no deja de tener una influencia debilitante en dicha organización, que no está para perder adeptos después de los resultados de las elecciones del 2017.

La unidad táctica de los partidos Liberal y Libre es imperativa. Ni el partido Liberal ni Libre actuando independientemente ganarán las próximas elecciones, vistos sus confusos posicionamientos frente a la crítica problemática nacional y mucho menos sino existe la segunda vuelta electoral. Los nacionalistas, están divididos también, al parecer irreconciliable; sin embargo, los mismos motivos que han generado estas divisiones personalistas más no ideológicas, podrían terminar más bien uniéndoles de nuevo, habida cuenta que los señalamientos surgidos de la Fiscalía de New York los coloca en el mismo canasto. Parece que, con base en esas acusaciones del fiscal neoyorquino, ambos personajes, Lobo y Hernández y otros ya etiquetados como co-conspiradores (CC), tienen ahora más coincidencias que diferencias. Aun así, el Partido Nacional, tiene mayor fortaleza frente a los partidos Liberal y Libre. Mantiene el control absoluto de los poderes Legislativo y Judicial, de las Fuerzas Armadas, policía, Ministerio Público y otras instituciones claves y el más importante apoyo: del gobierno norteamericano. Hernández es pieza estratégica para los intereses del gobierno de Trump en Centroamérica y el Caribe y por ahora no lo dejará de la mano.

Estos factores hacen difícil una opción independiente para el Pidad actual y vertebrar una coalición con un equipo político conductor aceptable para todos. La opción Plataforma Salud-Educación, que por ahora ha tomado las banderas que debieran estar en manos de los ¨partidos opositores¨, tiene sus límites. No obstante, en estos tiempos hemos visto sorpresas en los movimientos sociales en otras latitudes del planeta. La primavera árabe fue un movimiento social espontáneo que terminó con las dictaduras de Túnez y Egipto, y aunque no compartimos realidades culturales y políticas, hay otras en común como la falta de verdadera democracia, la inequidad y el irrespeto a los derechos humanos, lo que hace pensar que no hay noche más oscura que antes del amanecer.

  • Emy Padilla
    Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo emypadilla@criterio.hn

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2 comentarios

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