El reto de Bukele

La alianza se consolida y JOH se descontrola (Reflexiones sobre la pandemia) (66)

Por: Rodil Rivera Rodil

 Existe un consenso generalizado acerca de que las elecciones que tendrán lugar este domingo serán de las más cruciales de nuestra reciente historia, principalmente por la impostergable urgencia de cambiar el rumbo del país antes de que termine en un irreversible desastre. Y no puede ser más evidente que el triunfo del Partido Nacional significaría el continuismo de Juan Orlando Hernández. Y con él, hundirnos más en la corrupción y en el narcotráfico. No habrá forma de anular el nuevo código penal ni las demás leyes de la impunidad porque sus beneficiarios son los mismos que van en las planillas de Nasry Asfura. De igual manera, la concentración del poder se mantendrá igual y, como consecuencia, nuestra democracia seguirá groseramente mutilada.

La desigualdad, la mayor que jamás hemos tenido, proseguirá su imparable ascenso. JOH se burla de nosotros cuando hace alarde de los índices “macroeconómicos” supuestamente alcanzados por su gobierno. Pero se cuida de mencionar que esos “logros” no se obtuvieron gracias a su capacidad como gobernante, sino a costa de endeudar a lo loco al país y a las desmesuradas alzas de impuestos que todos los años nos ha recetado. Desde que asumió la presidencia ha disparado el presupuesto nacional en más de ¡cien mil millones de lempiras! Y no para invertirlos sino para derrocharlos en jugosos sueldos, en propaganda política y en alimentar la insaciable corrupción.

Se olvida JOH, igualmente, de que esas cifras de la macroeconomía  -aparte de que no son nada confiables, como lo acaba de comprobar el Fondo Monetario Internacional-  las ha conseguido hundiendo la microeconomía, esto es, la que tiene que ver con la lucha diaria de cada hondureño por agenciarse comida, salud, educación y techo. Mejorar una descuidando la otra solo conduce a un mayor empobrecimiento y a incrementar la desigualdad. Es justo la negación del desarrollo. Por lo que JOH no debiera ufanarse, sino avergonzarse.

He aquí, entonces, lo crucial de los próximos comicios. Votar por el continuismo o por el “Fuera JOH”. Por más degradación de nuestra patria que representa JOH o por la esperanza de cambio que simboliza la alianza. La que, por fortuna, ya logró la tan ansiada unidad total que la población anhelaba.

En efecto, el martes 16 de este mes un buen número de dirigentes liberales, de diferentes regiones del país y del más alto nivel, protagonizaron varios eventos con Xiomara Castro, cuyo significado solo puede entenderse como la incorporación del Partido Liberal a la alianza de Libre con Nasralla y el Pinu. Ello, porque se atendió la exigencia de unidad de las bases liberales, acrecentada, como suele suceder, por la inexplicable negativa del candidato a sumarse a la misma.

El acontecimiento hizo posible, asimismo, que se cumpliera el anhelo de la gran mayoría del pueblo hondureño de que nadie se quedara fuera del gran esfuerzo nacional para expulsar del poder al juanorlandismo. No está demás aclarar, una vez más, que por “juanorlandismo” me refiero a JOH y al grupito de desconocidos con que secuestró al Partido Nacional, marginó a sus líderes tradicionales y lo arrastró a la corrupción, al narcotráfico y a una dictadura de extrema derecha.

El “juanorlandismo” también pretende perpetuarse en el poder a través de la gran cantidad de empleados, incondicionales suyos, que deja incrustados en todas las ramas de la administración pública. En síntesis, el juanorlandismo es el mismo JOH que continuará manipulando los destinos de la nación si su partido gana las elecciones. Y esto es tan cierto que el candidato nacionalista nunca pudo desmarcarse de su sombra. Lo que explica la inconmovible vigencia del “Fuera JOH”.

El juanorlandismo es, por más señas, el equivalente del “cariismo”, aquel fantasma del pasado del Partido Nacional que, no obstante los casi cien años transcurridos, sigue estando presente en su memoria histórica. De ahí que, tal como ahora acontece con JOH, para una buena parte de los nacionalistas de aquella época el cariísmo constituyó una aberración del genuino nacionalismo, que terminó causando su división y el surgimiento de otros partidos nacionalistas, como lo fue, en el ocaso del cariismo, el Partido Nacional Reformista del general Abraham William Calderón, quien había fungido como vicepresidente de Carías.

De lo anterior, puede asumirse que es muy probable que esta historia se repita y en un cercano futuro veamos intentos de nacionalistas decentes por reivindicar las antiguas banderas de honestidad y moderación doctrinaria de su partido.

Al consolidarse la unión de la oposición, su triunfo quedó asegurado, pero, a la vez, la desesperación de JOH llegó a su clímax. Lo que explica que la campaña electoral haya también alcanzado el máximo nivel de virulencia y sumido en la preocupación a la sociedad civil, a los medios de comunicación, a las iglesias y hasta la comunidad internacional.

Sin embargo, de manera insólita, ninguno de estos sectores e instituciones se atreve a decir la verdad y generalizan sus denuncias confundiendo a la ciudadanía, como si los partidos de la oposición fueran los culpables de las amenazas al proceso electoral. Cuando lo cierto, dicho sin ambages, es que Juan Orlando y la dirigencia del Partido Nacional son los que están detrás de la cruzada de miedo para intimidar a los hondureños con el fin de que no ejerzan su derecho a votar. La misión, pues, del alto funcionario de los Estados Unidos que nos visita, señor Brian Nichols, es muy sencilla: ordenar a Juan Orlando que cese inmediatamente sus acciones con las que intenta amedrentar a los electores. Tal como hicieron para que desistiera de volver a reelegirse.

De otro lado, JOH ha movilizado a casi todo el gobierno a promocionar a su partido. Con decenas de bonos y programas sociales. Él mismo compareciendo a cada rato en las odiosas cadenas nacionales en descarada labor de proselitismo y empeñado en la misión imposible de exaltar sus inexistentes éxitos. Y en fin, con la “campaña de guerra sucia” de desinformación contra Xiomara Castro en las redes sociales empleando cientos de perfiles falsos, que acaba de denunciar la prestigiosa revista Time.

Dicho sea de paso, es bueno que se sepa que las encuestas están confirmando que la mayor parte de los programas sociales de JOH no han sido más que pura demagogia. En la última de Cid Gallup (financiada, según se dice, por el mismo Partido Nacional) se afirma que la más importante razón de la evaluación negativa de su gestión se debe “a que no cumplió con sus ofertas hechas en campaña. Quizás la promesa más recordada es “con chamba vivís mejor”.

Pero todo indica, como en circunstancias parecidas lo expresara Jorge Arturo Reina, que ya los astros están alineados para la victoria de la alianza. Y como lo prueba la experiencia histórica, cuando a los pueblos, como hoy al nuestro, los anima una imbatible voluntad, nunca se los ha podido atemorizar o detener para concurrir a las urnas a tumbar gobiernos despóticos y corruptos. JOH y el juanorlandismo, pues, tienen los días contados. Cinco para ser exactos.

Tegucigalpa, 23 de noviembre de 2021.

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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Un comentario

  1. Muy cierto.
    Ahora aun andan comprando votos en la modalidad de «le reglamos un frízer, ollas», en lugares cuyo nombre me reservo. Esta sucediendo como si la gente de hoy fueran aun inditos de antaño y los del P Nacional, los nuevos conquistadores de estas Honduras de Hoy. Vergüenza les tendría que dar, claro se entiende si su intención no es ser pares con el pueblo, además de que después se cobraran estas dadivas con falsificaciones y desvíos, bien, este ha sido y sigue hoy antes de las elecciones la gran política social de Juan Orlando y su nada de (pónganle nombre).