Jaime Rosenthal Oliva, un retrato intelectual,  in memoriam

Alianza

Por: Rodolfo Pastor Fasquelle

Está bien que se le haga una critica, pero que, a su vez, esté bien informada, en su contexto, y sea justa. Para que la defensa despeje confusiones. Y para que admita al fin, el indiciado, errores y acepte penas el fantasma, que tiene que despedirse aquí, el alma.

A Jaime no le gustaba que yo lo defendiera, tampoco aceptaba fácilmente haber cometido errores.  De repente, no le hubiera gustado este escrito, el cual voy a querer agregar a la conclusión del libro que escribimos juntos, aun inconcluso. (Le habría hecho una lectura rápida y le habrían complacido algunas frases sueltas, pero no en su totalidad.) Demasiado filosófico, habría dicho y apologético. Tampoco del todo les gustará a sus hijos, si lo leen. Difícil, se quejarán, oscuro, palabrería. Sin ser elogio puro este, tampoco les van a gustar nada estas tres páginas a sus detractores y enemigos de JR, que siguen aullándole bajo la luna eclipsada.

Algunos le resintieron la perdida de un patrimonio hipotecado. Atribuyéndole el daño que –acaso- más bien les derivó de su propia inteligencia o falta de empeño en los negocios. (Es ingrato el oficio de cuidar el dinero propio y ajeno, al que hay que rendirle cuentas.) Cada quien por supuesto tiene derecho a la perspectiva que se deriva de su punto de vista personal o ¿su posición con respecto a los medios de producción? Y entonces yo respeto el derecho de quienes, en ocasión de su muerte, se han referido a Jaime Rosenthal como un terrateniente y un oligarca, con la carga negativa que suponen esos términos. Indudablemente tuvo muchas tierras y riquezas, perteneció largamente al grupo dominante, de los poderosos príncipes del comercio, la industria y la banca, y forjó un grupo corporativo casi inexpugnable. Hasta que lo despojó el Diablo de casi todo, salvo la dignidad esencial.

El pacto es personal y obliga a las dos partes. A diferencia de lo que algunas teologías aseguran que sucede con el alma, que se justifica por la fe ante el juicio divino… ante la historia, ni la fe persé ni el origen étnico pueden descalificar ni justificar a nadie. Si no solo el balance de sus obras, que han de ser mas ligeras que una pluma, como en el mito egipcio. No fue perfecto, ni santo mi amigo, JRO. ¿Quién de Uds. lo es? Pecó. ¿Quien no? Pudo haberse acomodado demasiado por ser práctico y porque le convenía, y justificó participar del poder repartido, como una prevención. Pero fue un hombre civilizado, bondadoso, que hacía el bien sin pregonarlo, Illescas, responsable, recto y verdadero. Muy trabajador y productivo. Y más. Me parece evidente que Jaime fue un referente importante del siglo XX, un líder nacional visionario, y no solamente de nuestra ciudad, gremio y región, aunque también eso. Y que la historia lo va a reivindicar.

No hay porque tolerar la intolerancia. El antisemitismo es tonto y también es torpe obviar la fe de un hombre, desdibujarla por el mismo prejuicio. ¿Elogiar las virtudes cristianas que tuvo un judío? Jaime fue eso a mucha honra. Aunque le costó, lo dijo alguna vez en estos últimos días, un judío muy trabajador. Un inmigrante de segunda generación, pero con arraigo, que no andaba buscando hacer trampa, pero se le resbalaba a cualquier liso. Y no se dejaba engañar con baúles encadenados de oro, en realidad de piedra, como daba en hipoteca don Ruy Díaz del Vivar. Que ponía las condiciones por escrito exigía ley y de buena fe. Creía que el negocio se puede hacer para ganar todos.

Porque unos se complacían con producir para exportar el oro sin importar la condición de la población. Otros se contentaban con importar baratijas. En tiempos más recientes con facilitarle la adicción al consumo al cliente sin cash, con tarjetas de crédito.

Jaime como sampedrano de su siglo tenía la visión de que había que invertir, producir bienes y servicios, procesar con calidad y mercadear para dar trabajo y venderle cosas útiles a nuestra propia gente, con mejores ingresos también, y asimismo para exportar. Que ese era el role del empresarios en el desarrollo. Y entendía que se ocupaba crédito para crecer, pisto, compa.

E instituciones funcionales. Por eso, asimilado, estaba decidido a ser parte de la sociedad mas amplia, del país que amaba, porque aquí estaban enterrados sus padres, un abuelo y todos sus recuerdos. Paradójicamente, porque aquí se sentía seguro, tenía su patrimonio, pese al astuto ardid de acudir a un off Shore en Panamá, para ponerlo a salvo de la arbitrariedad final. Porque aquí estaban los que reconocía como suyos, mujer, hijos, nietos, amigos. Esa pertenencia, lo obligaba. Comprendía que la condición de ciudadano exigía activar y opinar, votar y hacerse votar, aunque no ganara. Participar con los costos y riesgos que eso suponía. Con posiciones progresistas, porque creía en respetar libertades de expresión, en las reformas, en el salario sustentable.

JRO fue comisionado y consejero de varios gobernantes, ninguno de los cuales entendió su visión. Consciente de eso, aunque quizá subestimó la dificultad de conseguir que un pueblo de impíos, y no de cristianos, siguiera a un judío,  procuró su propio apoyo popular. Dos veces fue diputado. Alcanzó a ser vicepresidente de 86-90 y cuando buscó la candidatura presidencial varios cientos de miles de personas se entusiasmaron con Rosa y le dieron su voto con alegría, aunque nunca se pudo. Porque se opusieron -con todo- muchos oligarcas y politicastros que resentían su firmeza e independencia y conspiraron en su contra, aunque quieren hoy celebrarlo y se lo desayunan. The men in Black. Escogemos amigos no clientes, socios ni parientes, y menos aun al victimario.

Nota relacionada Internan de emergencia al empresario Jaime Rosenthal Oliva

Al final del día, Jaime no era esto ni aquello. No fue un opresor, nunca, ni pudo ser un redentor. No fue jamás un patán, ni un hombre de grandes refinamientos. Si no un caballero, de los que ya escasean. No fue burgués deshonesto ni tampoco el ideal de un revolucionario. No fue santo ni villano. Infalible ni necio. Sin duda cometió errores y, por supuesto, injusticias como hemos cometido todos. Tampoco se puede hablar de él como de quien hubiera podido ser. Como el mejor presidente que nunca tuvimos. Y creo que -en su tragedia- se preparó a morir, y alcanzó una depuracion trascendental y se reconcilió consigo mismo. Dios dice que el es quien es y quizás serlo y saberlo es parte de su esencia. Pero los hombres más sabios que en el mundo han sido han llegado a una conclusión parecida. De que uno es quien es. Y en entenderlo radica nuestro éxito, aunque sea relativo. Jaime pudo jugar… pero entendía quien era y no se impostaba de otro.

Digo y repito, como epitafio final, que Jaime fue el único de los grandes que se comportó como ciudadano frente al golpe de Estado de 2009, el cuarto golpe que le tocó. Lo trató de prevenir, rehusándose a apoyarlo, lo condenó y lo resistió en el momento, denunciándolo. Que era un error garrafal –dijo, y anticipo- que nos haría grave perjuicio, aunque quizá nunca se imaginara (había sobrevivido a los anteriores) el extremo al que llegaría ese daño, alcanzando el régimen sucedáneo del golpe a destruirlo con su obra de vida material, para quedar bien con el gringo que lo sustenta a JOH y con el aplauso de tanto hipócrita que hoy llora.

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

Compartir 👍

Podría interesarte

8 comentarios

  1. «Sin duda cometió errores y, por supuesto, Injusticias como hemos cometido todos».
    Que tipo de injusticias…..

  2. Rosenthal, ejemplo de trabajo duro, olfato para los negocios, fe en el pais y en sus habitantes, ejemplo de perseverancia, le dio trabajo directo e indirecto a centenares de hondureños. Honduras pesa menos sin El.

    1. «Sin duda cometió errores y, por supuesto, Injusticias como hemos cometido todos».
      Que tipo de injusticias…..