Historia abreviada de la inserción de Honduras en la economía mundial

Por: Martín Barahona

La economía hondureña es pequeña y abierta. Pequeña de acuerdo a su PIB per cápita y abierta, en base a la alta proporción de su comercio exterior (exportaciones más importaciones) frente al PIB. Hay más que decir, pero estamos abreviando. Desde su identificación como provincia del colonialismo español se insertó original, y forzadamente al mercado internacional a través de la extracción mineral (oro y plata), luego, en el periodo independentista continuó marcada por esa exportación extractiva.

Aun con la aparición de otros rubros (tintes naturales para la manufactura textil de Europa; madera; ganado), se mantuvo la condición de “mono” exportador, es decir, básicamente con un producto principal para comerciar con el exterior. La evolución histórica en el siglo XIX fue llevando a la aparición de otros productos o rubros tales como la propia minería tecnificada también artesanal y banano, siempre explotados por el capital transnacional. Durante varias décadas, no cambiaron mucho las cosas, las exportaciones bananeras hondureñas llegaron a ser el número uno en el mundo en los años 30, irónicamente en plena recesión y depresión económica en las principales economías industrializadas.

En los últimos decenios del siglo XX se consolidó el café y también apareció el rubro textil-maquilador. Finalmente, surgió – como válvula de escape- el rubro de las remesas familiares a principios del siglo XXI hasta nuestros días, convirtiéndose en la principal fuente de divisas. Una historia resumida de la inserción catracha a la economía mundial con sus ventajas y desventajas, que todavía puede experimentar cambios de acuerdo a las decisiones u omisiones en las políticas económicas o, como resultado de procesos internos.

 Visto así, la historia de Honduras gira en torno a la vinculación a la economía mundial en base a un rubro mayoritario de exportación generador de divisas; primero como país minero, luego, bananero, después cafetalero, metamorfoseado a maquilero y actualmente enchufado al mundo como remesero. La historia económica hondureña de cinco (5) siglos, se cuenta fácil de esa manera.  Ojo, el tema no solo pertenece al pasado, es pertinente para el futuro.  ¿Cuánto durará este ciclo histórico como país receptor de remesas? ¿El tipo de inserción en la economía mundial más conveniente para el Desarrollo, depende de la evolución interna del país y de su sociedad o, en realidad es a la inversa? Dicho en forma coloquial: ¿Estamos en capacidad de decidir desde adentro cómo nos vamos a seguir insertando en la economía mundial o, desde afuera nos dirán el lugar que jugaremos o, en donde nos acorralarán?

Lo más probable es que haya una relación simbiótica entre lo interno y externo de la economía. Es decir, en unos aspectos, decidiremos nosotros desde adentro y en otros, nos mandarán qué bienes y servicios producir, cómo producirlos y, cómo comercializarlos.

Lo cierto es que, aun en precariedades y rezagos, somos más que una república bananera. La historia económica de Honduras nos dice que no solamente se ha tenido capacidad para producir un bien que tenga éxito en las exportaciones. Se trata de encontrar la manera de generar lo suficiente. También somos cafetaleros, rascando el número 5 en las exportaciones mundiales en las primeras décadas del siglo XXI. Además, perfilando posiciones significativas en otros rubros como las ventas de camarones (segundo en A.L.). También en aceite de palma africana; buenos puros de tabaco. Vegetales orientales como la berenjena que tanto exportan España y México. Tenemos bastante azúcar. Somos excelentes meloneros y sandilleros.  No estoy seguro, pero todavía se menciona mucho a Honduras entre los principales exportadores de calcetines de maquila a EEUU, otras prendas similares y arneses. Tampoco deja de sorprender estar como exportador número 1 en filete fresco de Tilapia hacia el mercado estadounidense. Con potencial para exportar otras especies marinas y crustáceos al mercado asiático.

Significa entonces, que aun con limitada oferta exportable, el país cuenta con una canasta exportable de bienes y servicios con los que puede generar empleos y divisas más o menos suficientes para crear empleos, crecer económicamente y desarrollarse integralmente. Pero hay que construir y financiar los emprendimientos (pequeños y grandes) para hacer funcionar las “cadenas” de valor agregado con destino al mercado externo y también a lo interno.

Entonces, la historia abreviada de la inserción de Honduras en la economía mundial de acuerdo a los productos predominantes, bien podría expresarse así: 4 siglos como mineros; 1 siglo como bananeros; 1 quinquenio punteando el café; otra década como maquileros y; llegamos así, a convertirnos en remeseros en lo que corre del siglo 21. Eso es lo que hay –ahora- pero, puede y debe haber mucho más que eso.

Por dotación divina, a pesar del extractivismo y expoliación históricos, todavía tenemos oro, plata, cinc y varios minerales valiosos (plomo; cadmio; antimonio; manganeso; cobre, hasta metales raros y quizás otros aun no detectados) y otros minerales no metálicos, de los que podemos extraer muchos valores comerciales y estratégicos.

Debemos construir un futuro con eso y más preparando mano de obra especializada. Podemos conectarnos ventajosamente al mercado mundial con producciones más complejas (tecnificadas) y rentables; exportar 5 o 6 veces más en turismo, volver a ser exportadores de energía eléctrica (como hace Paraguay), incursionar y consolidar la maquila electrónica, semiconductores, suministros médicos (Costa Rica pudo, nosotros por qué no? ), explotar los productos forestales (muebles, madera fina y hasta celulosa) Finlandia, Brasil y Uruguay han podido; participar del mercado internacional de  los servicios de salud (Cuba buen ejemplo), servicios de call center, exportar todo lo posible  talentos deportivos y artísticos.

En fin, tanto potencial por aprovechar en el subsuelo mineral, marino y biodiversidad por doquier. Una historia por construir superando el mono exportación simple o de commodities tradicionales. Transitar de una vez por todas del crecimiento económico insuficiente y precario, al Desarrollo humano básico. Totalmente factible lograrlo siempre y cuando hagamos los cambios estructurales en lo político liberándonos de los parásitos; en la sociedad -entendida como pueblo beligerante y no manipulable – y, la economía, al servicio de la gente en lugar de lo inverso.

  • Martín Orlando Barahona
    Economista graduado de la UNAH, obtuvo Maestría en Economía y Política Internacional en el Centro de Investigación y Docencia Económica CIDE en México. Catedrático en varias universidades a nivel de Pre-Grado y Maestría durante 35 años. Expresidente del Colegio Hondureño de Economistas CHE y fue sub director del Instituto Hondureño de Seguridad Social 2000-2001.

Compartir 👍

Podría interesarte