Mariana Dopazo asegura que ya no considera como su padre al expolicía Miguel Etchecolatz, condenado por crímenes de lesa humanidad, pero beneficiado con prisión domiciliaria.
Miguel Etchecolatz en el juicio donde se lo condenó por crímenes cometidos en el centro clandestino La Cacha, en La Plata.
«Crear una vida propia, a las sombras de mi progenitor, uno de los genocidas más siniestros de nuestra historia, fue muy difícil». Así comienza la carta pública de Mariana Dopazo, hija biológica de Miguel Etchecolatz, expolicía argentino condenado en distintos juicios por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura (1976-1983) en el país sudamericano. «Nos encerrábamos a rezar en el armario con mi hermano Juan, para pedir que se muriera», escribió.
El texto fue difundido por la revista La Garganta Poderosa en el marco de la prisión domiciliaria otorgada a Etchecolatz a fines de 2017. Esta decisión judicial generó un fuerte repudio en la sociedad argentina y una enorme movilización en la ciudad de Mar del Plata, donde se encuentra la casa donde el criminal gozará de este beneficio.
La carta que firma Mariana aclara que ella es «exhija» de Etchecolatz. Es que la mujer solicitó cambiarse el apellido «teñido de sangre» para cortar todo vínculo con su padre biológico. Fue autorizada a hacerlo por un Juzgado de Familia en el año 2016.
«Nos hierve la sangre»
Mariana relató que al enterarse que el genocida iba a poder irse de la cárcel, no lo podía creer. «No puedo imaginarme lo que sentirán quienes lo sufrieron y menos todavía quienes deberán convivir con él», dijo. Y enfatizó que «solo dos tipos de personas conocen verdaderamente a un sujeto como él: sus víctimas y sus hijos».
«Nadie puede venderme el discurso de la reconciliación, ni el cuento del viejito enfermo que merece irse a su casa», apuntó la exhija de Etchecolatz. Si bien recordó que «hay centenares de genocidas con prisión domiciliaria», con su caso «nos hierve la sangre porque representa lo peor de esa época», al haber estado al frente de 21 centros clandestinos «y no haberse arrepentido ni un centímetro de sus acciones», siendo «fiel e incondicional» a quienes «planificaron ideológicamente la masacre».
Por eso sostuvo que lo «justo y reparador» sería que estuviera «para siempre en una cárcel común, hasta el final de sus días».
Las palabras del Gobierno
Desde el Poder Ejecutivo se refirió al tema el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Claudio Avruj. «No puedo desconocer que la prisión domiciliaria de Etchecolatz generó malestar en sectores de la sociedad», sostuvo desde la provincia de Jujuy.
El funcionario afirmó que «lo que hay que destacar fundamentalmente es que la Justicia y la historia ya lo han puesto en su lugar y lo han condenado». Además, analizó que el represor «gozó de los derechos que no gozaron sus víctimas», como fueron los «juicios justos» en los que se lo sentó en el banquillo y se lo condenó.
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