Por: Irma Becerra[1]
En la Honduras de hoy vivimos una terrible situación de indefensión ciudadana generalizada, en la que los feminicidios y las muertes violentas de los ciudadanos hondureños están a la orden del día. Ante semejante abuso de autoridad por parte de las instituciones del Estado que no protegen a los ciudadanos y continuamente violentan la ley en este narcogobierno, estos últimos deben recurrir a una prudencia mayúscula que en tiempos de dictadura les lleve a no provocar innecesariamente a la “autoridad”, porque la conducta contraria les puede llegar a costar la vida.
En medio de una situación de intimidación y terror continuos de la población hondureña, no es casual que la pregunta por el sentido de la vida se vea formulada a la inversa del verdadero significado filosófico que esta implica. Es por ello que los hondureños y las hondureñas le encuentran un sentido negativo a la vida que nace de la negación, la destrucción y la autodestrucción absolutas, provocando así que la vida llegue a carecer de sentido y valor, y se afirme la muerte como un poder omnímodo cuyo dilema no se puede resolver por un significado de transformación valorativa del mundo. Rige la creencia de que ¿para qué se tiene que hacer el Bien y hacerse el Bien uno mismo si de todos modos no hay nada permanente y todo se reduce a la nada y el vacío de un obsoletismo acelerado que todo lo deja atrás sin dejar huellas, vestigios o rastros?
En este sentido, se imponen falsos cuestionamientos existenciales en torno al sentido de la vida que se disfrazan como preguntas filosóficas válidas y que confunden a las personas, las cuales consideran que por haber ya tanta mentira no se debe buscar ni creer en la verdad, y que por haber tanta negación en el mundo de hoy, se debe creer en la destrucción de un culto violento a la muerte, siendo que son los poderosos, con su negación destructiva instrumentalizada del poder político y económico, los que nos imponen dichos falsos conflictos existenciales, por lo que hay que saber que la negación y el estado de desesperanza al que conducen, siempre tienen un nombre propio determinado, y debemos apreciar y defender a toda costa la vida para que dichos nombres no ganen la partida y nos sometan irremediablemente.
Nos imponen el obsoletismo acelerado que engulle todo intento de verdadera transformación y nos hace caer en el falso dilema que señala: ¿de qué sirve esforzarse por lo positivo si de todos modos todo es perecedero, nada permanece, y al final, siempre nos espera la muerte? Olvidamos que los valores y principios siempre permanecen, así como la firme voluntad del y la incorruptible por defender la vida, la verdad y los principios morales.
Ahora bien, en medio de tanta confusión irracional, ¿por qué ignoramos que la verdad es sencilla de encontrar, entender, asimilar, incorporar, proteger, defender y difundir? Pues, porque olvidamos que basta con mirar al interior de uno mismo, al centro del corazón propio y reflexionar sin autoengañarse, sobre lo que haya provocado nuestra duda, para de ese modo por medio de la facultad del razonamiento y la comprensión se pueda reconocer y diferenciar lo correcto de lo incorrecto en cada situación y circunstancia, porque a eso se resume el encuentro de la verdad con la vida: saber diferenciar lo que es recto, rectilíneo e íntegro en la existencia humana. Asumimos de ese modo una nueva redefinición de la verdad como respuesta fundamental por el sentido de la vida y que siempre permanece: la facultad cognitiva y moral, así como política y cultural de saber diferenciar lo correcto de lo incorrecto durante toda la vida y para crear experiencia positiva infinita que sirva de progreso perfectible a la Humanidad.
Es por tanto, fácil vivir con y en verdad, es decir, vivir de forma esencial, aunque para ello se tenga que tener el valor de vivir los valores y principios, el valor de negar la mentira o la falsificación interesada y egoísta de la realidad. No se necesita mucho esfuerzo para saber qué es lo correcto y difundirlo como verdad porque se ha analizado racionalmente con anterioridad una situación o una circunstancia en que lo contrario haya tenido lugar. De ese modo obtenemos conclusiones que nos ayudan a crecer y evolucionar y a proteger nuestros niveles de exigencia social para una historia y un mundo mejores.
El mundo actual y la Honduras contemporánea que sufrimos como pueblo a merced de un narcogobierno, nos está obligando a caer en la negación total y absoluta de la vida y a asumir falsamente un abatimmiento espiritual que se nos impone como criterio válido del diario vivir. Nuestros jóvenes viven en permanente negación sin tiempo para desarrollar y construir valores, y sin saber ya ¿qué es la verdad y dónde buscarla? Han perdido la fe en el poder de transformación de la historia porque la impunidad ha corroído la implementación correcta de la justicia y ya no se sabe en quien creer: pareciera que se han extinguido de forma absoluta todos los referentes éticos de la sociedad.
No obstante, contrario a lo anterior, debemos afirmar con contundencia, que la Ética y la moral no se pueden suprimir de la vida de los seres humanos por mucho que los corruptos lo intenten. Ello, porque la vida humana asciende de etapas de inferior madurez a etapas de consideración superior y consciente de la experiencia, dejando de ese modo una facultad de aprendizaje y enseñanza ya que somos seres en permanente evolución que pensamos y razonamos lo que hacemos y lo que decimos. Eso significa que no podemos suprimir la Ética y la moral, así como la verdad y su búsqueda, porque estas representan los guías espirituales de la convivencia armónica de las personas y los individuos vistos como personas, esto es, asumiendo y asimilando la responsabilidad plena por nuestros actos, nuestros pensamientos y nuestras conductas. Por eso la conducta impropia siempre se ve castigada, ya que pretende realizarse al margen de los límites morales permitidos. Las personas se definen así por lo que comprenden y procesan en sus vidas: es decir, si quieren ser sujetos de acciones prácticas responsables que generen bienestar para sí mismas y para los demás; o si, por el contrario, desean provocar el mal ajeno o también la propia autodestrucción. Se debe y se tiene siempre que tomar una decisión entre lo correcto y lo incorrecto y en eso consiste precisamente la verdad. Pensar, sentir, crear y hacer lo correcto es por ende fácil de decidir en la vida, solo basta con saber que no se está generando con ello más violencia y más miedo en el mundo: ¡organicémonos, pues, para denunciar a todos aquellos poderes económicos y políticos que horadan nuestras facultades racionales y nos crean así falsos dilemas existenciales que culminan en la falsa respuesta al sentido de la vida que pregona que nos tenemos que decidir por lo incorrecto porque esa es ahora “la única verdad verdadera”.
Debemos ante la encrucijada antimoral y antisocial que se nos presenta en el mundo y la Honduras de hoy, desarrollar pensamiento positivo alternativo y crítico de defensa incondicional de la vida y la verdad para que no puedan destruirnos como pueblo ya que la raíz ética de una gloriosa historia de oposición y resistencia por gestar una evolución histórica que traiga justicia y bienestar a todos por igual, no se puede detener ni destruir jamás. Tampoco, los que nos narcogobiernan, podrán destruir jamás nuestros sueños, ideales, metas y utopías por forjar sociedades libres del crimen organizado, la violencia y el narcotráfico, con funcionarios públicos y ciudadanos, hombres y mujeres, moralmente incorruptibles. La incorruptibilidad se puede lograr: es el fin supremo de toda historia popular y de toda cultura sin excepción. A los pueblos, igual que a las personas, no se les pueden cortar las alas, e impedirles para siempre el deseo de trascender la antihistoria o esa historia no humanista que destruye a la Humanidad, pero ese logro precisa la inclusión global de las mujeres como luchadoras por conquistar preguntas de sentido de la vida entendida como verdad humana por la disponibilidad espontánea de los géneros para forjar la unidad imperecedera de la Humanidad. ¡Ni una menos!
[1] Irma Becerra es Licenciada en Filosofía por la Universidad Humboldt de Berlín y Doctora en Filosofía por la Westfälische Wilhelms-Universität de Münster, Alemania. Es escritora, catedrática universitaria y conferencista. Ha escrito numerosos libros y ensayos sobre temas de política, filosofía y sociología.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
2 respuestas
El peor error de los »intelectuales» en contra del »sistema» es no señalar con nombres y apellidos los verdaderos monstruos detrás del trono( no estoy diciendo que usurpador y su pandilla no lo sean) y son los que manejan todo a su discreción ;solo que ahora con la revolucio’n tecnológica ,sus fechorías lo hacen descaradamente ;es por eso que muchos compatriotas como Marleni opinando estupideces,demostrando su suprema ignorancia de la trágica realidad nuestra ,ya sea porque se hace la tonta o es que si lo es en verdad. Hay que mencionar a los psicópatas del poder y como operan,difundir el mensaje todos los días para crear consciencia en el colectivo y en todos los niveles.
Si bien es cierto que los recientes casos de feminicidios son actos deleznables,pero también no es menos cierto que todas estas acciones repugnantes son parte de todo un plan macabro y maquiavélico para que el dictador o su sustituto (títere biológico) para que la mafia organizada se mantenga en el poder para que no amenacen sus intereses mal habidos.
Se deben mencionar a los criminales que le han chupado la sangre literalmente al pueblo hondureño por dos siglos y que hoy nos siguen matando sin ningun pudor,sin que podamos hacer nada aun a sabiendas de sus atrocidades cometidas en contra del pueblo inerme.
Sabemos de la infodemia por parte del re’gimen que tiene el control de la mayoría de los medios de comunicación ,pero ya basta de aceptar sumisamente los golpes mortales que estos psicópatas nos siguen dando; hay que devolvérselos y con mayor intensidad ,para ello se necesitan verdaderos lideres patriotas dispuestos a liberarnos de e’sta esclavitud y así poder recuperar al pai’s que nos pertenece a todos y no a unos cuantos que se lo han robado prácticamente.
A estos personajes hay desenmascararlos llámense los Atalas,los Nasser,los Abufeles ,los Hawitts,a los politicos corruptos ,a militares y policias corruptos etc,etc,etc. Hay que aplicarles los mismos métodos que le aplicaron a Evo Morales en Bolivia pero solo con 3 cuartas ma’s expropiándoles todos sus bienes mal habidos hasta la quinta generación ,porque nos es posible que estos delincuentes y sus descendientes gocen impunemente y plácidamente lo robado a costillas de la sangre,sudor y la’grimas del pueblo hondureño; Basta Ya acabemos con ellos de una vez por todas,la verdad no se puede ocultar ,todos sabemos quienes son los criminales .hay que ir por ellos y por sus familiares que no cooperen . A recuperar la Patria,Honduras es nuestra.
En nuestro pais no hay dictaduria si la hubiera ninguno de ustedes podrian hablar asi y tampoco se pudiera y esos del partido libre ellos son los que quieren traer dictaduria a Honduras con su amistada con el dictador maduro de venezuela y si eligen a ese partido en el pais si habra comunismo y el comunismo solo trae pobreza y es como un cancer al principio todo se mira bien pero cuando gobiernan ahi le clavan el cuchillo a los ciudadanos y tambien se tiene mucha intolerancia con las personas nacionalistas una cosa es que algunos del partido hagan corrupcion y otra es los ciudadanos mi opinion es que debe de haber respeto hacia los demas y si quieren vivir como venezuela voten por el partido libre y cuando las empresas de estados unidos se vayan por el comunismo ahi estaran llorando y arrepentidos por esa decision esto lo escribo sin ofender solo es mi opinion y una libre expresion que todos tenemos y no todos los hondureños apoyamos sus ideologias pero aqui no hay ninguna dictaduria