Por: Redacción CRITERIO
redaccion@criterio.hn
Un proyecto desarrollado en Barcelona desvela cómo las empresas pueden seguir nuestros movimientos capturando la señal wifi o bluetooth de los teléfonos móviles, conocer nuestros gustos y aficiones y, de esa forma, hacerse con una información de enorme interés para vendernos lo que quieran.
En dos palabras: una ganga.
Durante la celebración del Sonar, el Barcelona Supercomputing Center ha desarrollado un gran experimento colectivo que le ha permitido captar los movimientos de las 100.000 personas asistentes durante los tres días que ha durado la celebración.
El montaje ha sido relativamente sencillo y económico: ha bastado con colocar 10 miniordenadores en lugares estratégicos del recinto. En ellos se ha instalado un software (no tan económico ni sencillo) capaz de detectar todos los dispositivos móviles que estaban a su alrededor con el wifi o bluetooth abierto y seguir sus movimientos. Los datos se enviaron a un servidor central encargado de procesar la información en tiempo real.
Los resultados del experimento son de acceso público: cualquier persona que haya asistido al evento sólo tiene que entrar en la web del proyecto y teclear la dirección MAC de su teléfono celular para ver con todo lujo de detalles dónde estuvo, durante cuánto tiempo y a qué artistas vio en cada momento.
El sistema ha captado en total más de 170.000 dispositivos, lo que demuestra que la mayoría de las personas llevan el wifi o el bluetooth abierto, muchas incluso sin percatarse de ello. Otra de las conclusiones es que muchos de los asistentes acudieron al festival llevando encima dos o más aparatos con este tipo de conexiones.
Hasta ahora, los datos recopilados solamente se han dado a conocer a los artífices del experimento y a los asistentes al Sonar, que pueden acceder a su histórico personal, pero nada más.
Pero pensemos por un momento en el valor que puede tener esta información para las empresas interesadas en vender productos y servicios a ese público: desde discos a camisetas con sus artistas favoritos, suscripciones a revistas, moda o incluso servicios bancarios, teléfonos móviles…. La lista es casi interminable, de ahí que las oportunidades de hacer negocio con estos datos resulten de lo más tentador.
Hablamos de un futuro de película que está mucho más cerca de lo que pensábamos. ¿Cuánto puede llegar a pagar una tienda de ropa por saber que el cliente que está pasando por delante de su puerta usa determinada marca de vaqueros y enviarle una oferta inmediata al móvil para que entre y compre? ¿O una discográfica para contactar uno a uno con los seguidores de determinado artistas?
En algunos centros comerciales ya funcionan tiendas que detectan a sus clientes y les envían ofertas cuando pasan cerca, pero disponer de información tan amplia y completa como la que pueden recopilar estas tecnologías es el sueño de cualquier marca.
El asunto es ¿Hasta qué punto se respeta la privacidad de las personas? ¿Estamos al corriente de que nos están ´grabando´? ¿Conocemos sus implicaciones? Mientras tanto, mejor cerrar el wifi y el bluetooth del móvil mientras no los necesitemos.
Porque en cualquier esquina puede acechar el Gran Hermano que -cual hormiguita incansable -recopila datos las 24 horas para que algún día no lejano una empresa desconocida llame a nuestra puerta con una oferta comercial irresistible. No hay magia, son datos, muchos datos que harán poderoso a quien mejor sepa manejarlos.